Sandra Gonzalez nos habla sobre la percepción directa, donde el escuchar simple nos lleva a vivir en contacto directo con lo que está pasando aquí en el momento presente.
Vivir en el momento requiere que actuemos de forma compasiva, directa y responsable; actuando en armonía y en contacto directo, de manera abierta con lo que está ocurriendo en este momento, dentro y fuera de nosotros, ¿no es así? En este momento, exactamente como es, no como pensamos o sentimos que está ocurriendo. Un momento libre de interpretar, comparar o proyectar, siempre en referencia a nuestras ideas, creencias o estados emocionales. Vivir día a día, momento a momento, es desde donde una acción completa es posible, “La acción completa ocurre en armonía con la circunstancia presente” – Lao Tzu
Estas acciones no actúan a partir de nuestras emociones como la rabia, el miedo, oa raíz de nuestras creencias. La acción completa emerge de la percepción de la causa de la reacción a una circunstancia específica. Esta percepción o conciencia crea el espacio en donde se ven y entienden las reacciones de ambas partes involucradas, su conexión con el pasado, y las consecuencias de esa acción si respondemos desde ella. Una apertura en donde el escuchar simple o la percepción directa emerge sin agenda o motivo, libre de la modalidad de la preocupación por uno mismo o actividad centrada en el “yo.”
Vivir momento a momento es observar lo que surge por lo que es: historias como historias, pensamientos como pensamientos, hechos como hechos. Sin confusión. Luego sólo existe SER/VIVIR, respondiendo a lo que sea que este momento nos revele y llame
Viviendo desde la apertura, el interés y la curiosidad, y en contacto directo con lo que está aquí en el momento presente, somos respetuosos y sensibles con los demás. Estando aquí, en contacto con lo que es , la percepción es más completa, y podemos ver las consecuencias de nuestras acciones. ¿No es acaso esa la esencia de la responsabilidad? Esta apertura o silencio contiene todas las llamadas virtudes: compasión, empatía, humildad y verdadera inteligencia.
Explorando más este vivir desde el momento presente, hay un escuchar simple , conexión y espacio desde donde surgen las respuestas. La percepción no está fragmentada, es completa, sin estar distorsionada por prejuicios y deseos. Luego hay claridad de acción, una claridad que es el resultado natural de estar aquí, sin identificarnos con nuestras creencias o emociones, pero conscientes de ellas.
Las respuestas desde este espacio son carentes de miedo, ya que surgen desde un espacio de no-identificación con nuestros incontables “se debería” y “no se debería”, imágenes e historias, emociones e ideas. Este miedo paralizante de estar equivocados, de no agradar o no ser querido, estrechó nuestra perspectiva, impidiendo que respondamos adecuada y espontáneamente, viviendo momento a momento. Este miedo distorsiona los hechos según interpretaciones basadas en experiencias pasadas; reaccionando a cualquier situación desde esas creencias e imágenes guardadas en nuestra memoria, con sus respectivas memorias de emociones, códigos de conducta que nos dicen cómo comportarnos, pensar, y sentir. Estas reacciones que provienen de experiencias pasadas, positivas o negativas resultan en un sistema reactivo automático, basado en el pasado, y proyectando un futuro. Los otros y el mundo son evaluados desde esas imágenes y creencias – construyendo un mundo “conocido” que creemos que es el real, condicionando la manera en que funcionamos y respondemos a diferentes circunstancias.
Vivir momento a momento es observar lo que surge por lo que es: historias como historias, pensamientos como pensamientos, hechos como hechos. Sin confusión. Luego sólo existe SER/VIVIR, respondiendo a lo que sea que este momento nos revele y llame. Nuestras vidas se vuelven más simples, viviendo con humildad y compasión hacia uno mismo y hacia los demás. Con una mente abierta y flexible ¡Aquí! ¡Vacía! ¡Sin saber!
¿Cuál es la práctica?
Esta práctica es el Trabajo Momento a Momento de Indagación Meditativa , es un meditar en la quietud del silencio sin ninguna técnica, solos o acompañados. Es sentarse calladamente – escuchando, observando, atendiendo lo que cada momento nos presenta dentro y fuera de nuestra mente/cuerpo: descontento, deseos, dolor o aburrimiento, así como también resistencia a ver/sentir directamente lo que hay. Observado también cómo la mente escapa en fantasías de placer o dolor, juzgando y creyendo. Escuchando así mismo el canto de un pájaro, el sonido de un carro que pasa, la brisa fresca que roza la piel, la respiración, sin controlar nada, presenta aquí y ahora abrazándolo todo. Este simple observar nos ayuda a reconocer los patrones de nuestra mente.
Al practicar estamos invitando fortaleciendo y pudiendo vivir desde la Mente de principiante o mente abierta e inocente que no está centrado en nada específico, sino en estado de alerta, curiosa e interesada. Esta alternativa de vivir puede ser sostenida en todas nuestras actividades, momento a momento, día a día.
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