¿Te despiertas rebosando energía y positividad, pero a medida que avanza la jornada las críticas y el sarcasmo de quién te rodea terminan sumiéndote en un estado de malestar y frustración? ¿Sueles responde irreflexivamente a los ataques verbales y termina diciendo o haciendo cosas de las que luego te arrepientes? ¿O quizás te recrimines porque no fuiste capaz de responder en absoluto? No eres el unico.
Las ofensas, las críticas destructivas, las burlas, las humillaciones, los insultos o la ironía suelen ser percibidas como un ataque personal y reaccionaremos poniéndonos a la defensiva . Dejamos que nuestro cerebro emocional tome el mando, de manera que reaccionamos agresivamente cuando nos inundamos la ira o nos bloqueamos cuando experimentamos miedo o estupor.
Sin embargo, de esta manera cedemos el control a la persona que nos ataca. Cada vez que reaccionamos impulsivamente estamos trabajando a favor de quien nos humilla, critica o insulta, yendo en contra de nuestro interés. Para impedir que esas palabras rompan nuestro equilibrio mental y nos arrastren, podemos aplicar el aikido verbal.
Entender los principios del aikido, esencial para cambiar nuestra perspectiva
El aikidō , que se puede traducir como el “camino de la unión con la energía”, es un arte marcial procedente de Japón, desarrollado inicialmente por Morihei Ueshiba, también conocido como Ō-sensei o “gran maestro”.
Ueshiba fue un niño pequeño, débil y enfermo; por lo que su padre lo animó a practicar actividad física. En su infancia se interesó muy pronto por las artes marciales, tras ser testigo de la muerte de su padre como consecuencia de una paliza que le propinaron por su activismo social. Ese episodio traumático llevó al joven Ueshiba a emprender un camino de búsqueda personal hacia la perfección en las artes marciales.
Sin embargo, en vez de guardar rencor y buscar venganza, Ueshiba destruyó el aikido, una práctica en la que no se intenta derrotar al enemigo sino tan solo neutralizarlo porque no promueve la violencia ni la agresividad. Por consiguiente, el objetivo del aikido no es la humillación ni la derrota del otro, sino encontrar la comunión del cuerpo con la mente, por lo que es un camino que conduce a la victoria sobre uno mismo, sobre los propios impulsos.
El fundamento del aikido, como arte de defensa personal, es el desarrollo del autocontrol, a través del cual logramos armonizarnos con el oponente, independientemente de su fuerza física. Por último, utiliza técnicas de control, inmovilizaciones y proyecciones, pero sin oponer resistencia. Sus movimientos son fluidos y circulares porque aprovechan la fuerza del adversario, devolviéndole su inercia dinámica. Responde al ataque desequilibrando al adversario para neutralizarlo, pero sin causarle lesiones graves.
Esos principios del aikido se pueden utilizar para elaborar una táctica de “defensa personal” verbal que nos permita hacer frente a las críticas, las recriminaciones o el sarcasmo sin perder nuestro equilibrio.
Las 3 claves del aikido verbal para responder a los ataques personales
Algunas personas van por el mundo como si resultaran “ camiones de basura ”, buscando un sitio donde descargar todas sus emociones negativas. Escupen su rabia, frustración, envidia, pesimismo e ira sobre los demás. Cuando reaccionamos a un ataque verbal dejándonos llevar por la agresividad o la frustración, perdemos el autocontrol y nuestra paz interior se esfuma.
Los insultos, humillaciones o la ironía pueden desencadenar todo tipo de emociones y hacer que reaccionemos de manera inapropiada y/o completamente desproporcionada. Como resultado, no es extraño que luego nos inunde el arrepentimiento: “¡Ojalá hubiera dicho eso!” o “¡Tendría que haber callado!”.
Para evitar esas situaciones necesitamos entrenar y desarrollar nuestros reflejos emocionales. El aikido verbal nos ayudará a afrontar ese tipo de situaciones de manera más asertiva, preservando la serenidad, de manera que podamos lidiar mejor lo mismo con un jefe demasiado crítico que con un colega de trabajo envidioso o un amigo que siempre tiene alguna recriminación en la punta de la lengua.
El aikido verbal nos enseña a mantener la calma para gestionar la situación de manera más eficaz. Para ello debemos dar tres pasos:
1. Kamae: preservar el equilibrio
En aikido es fundamental mantener estable el centro de gravedad del cuerpo para ejecutar las técnicas y poder afrontar de manera eficaz al atacante. De hecho, se parte de la postura conocida como kamae, que facilita los movimientos sin afectar la estabilidad corporal. En el aikido verbal ocurre lo mismo: hay que preservar el equilibrio mental.
El objetivo es conectarnos con nuestros sentimientos y pensamientos, observar nuestras reacciones y aceptar lo que está ocurriendo. Así podremos lidiar con cualquier tipo de ataque verbal con una “ sonrisa interior ”; o sea, con confianza en nosotros mismos, de manera que las palabras hirientes o malintencionadas no hagan mella en nuestra seguridad y no socaven nuestra serenidad.
2. Zanshin: orientarnos en la dirección del otro
En aikido hay que mantener una atención total hacia el oponente y el entorno, un concepto que se conoce como zanshin. Un zanshin correcto permite mantener alerta pero relajado, sin perder la conexión con el oponente para anticiparse a sus movimientos.
En el aikido, para usar la fuerza del atacante, es fundamental girar en su dirección. En el aikido verbal eso significa ponerse en su lugar; es decir, mirar en su misma dirección para comprender su punto de vista. Debemos hacerlo desde la sinceridad, curiosidad y neutralidad. Esa es la clave para generar el kuzushi o desequilibrio que nos ayudará a neutralizar la crítica, el insulto o el sarcasmo.
3. Musubi: buscar un nuevo equilibrio
La palabra musubi puede ser traducida como “interacción en armonía” o “unión en armonía” y en aikido expresa la capacidad de “unirse” con la energía y el movimiento del oponente, tanto física como mentalmente.
Dado que el aikido no pretende humillar ni derrotar al otro, es importante intentar restablecer el equilibrio en la discusión o fomentar un intercambio más constructivo, siempre que sea posible. Incluso es probable que logremos que esa persona entre en razón, llegue a un compromiso aceptable para ambas partes o encuentre una solución para el problema o conflicto.
Debemos tener en cuenta que el principal objetivo del aikido verbal es ayudarnos a mantener la serenidad y centrarnos en solucionar el problema, en vez de agravarlo. Por eso, lo primero que debemos hacer es contener la reacción automática y utilizar la fuerza del ataque para darle un vuelco a la situación.
Para lograrlo necesitamos mirar en la misma dirección de quien nos está atacando. Así podremos ver la situación desde su perspectiva y usar su lógica para desarmarlo. Sin embargo, solo podemos lograrlo si en vez de centrarnos en reaccionar, nos enfocamos en escuchar y captar el mensaje de fondo, para intentar entender el punto de vista de esa persona.
Por ejemplo, si tenemos que lidiar con una colega de trabajo que ha mostrado cierta animadversión hacia nosotros y nos ha recriminado algo de malas maneras, una vez que hayamos respirado profundo y nos calmemos [kamae], podemos decirle: “ entiendo que estés molesto, es difícil lidiar con tanta presión [zanshin], pero dado que tendremos que seguir trabajando juntos, me gustaría encontrar una manera más asertiva de relacionarnos” [musubi].
Si tenemos que afrontar una crítica de un superior realizada en un tono inadecuado, una vez que nos hayamos serenado [kamae], podemos responder: “ comprendo que he cometido un error y que está enfadado [zanshin], pero eso no le da derecho a trátame así. Me gustaría que no volviera a ocurrir ” [musubi].
En resumen, se trata de no empeorar la situación reaccionando con agresividad, pero al mismo tiempo defender nuestros derechos, sin atacar al otro, sino poniéndonos en su lugar y abogando por el diálogo. Esta estrategia no es una rendición sino un logro personal porque implica que hemos logrado dominar nuestras emociones manteniendo la situación bajo control, impidiendo que la ira, la frustración o el pesimismo de los demás nos invadan.
Debemos recordar que en el aikido no hay ganadores ni perdedores. El único propósito es redirigir la fuerza de la agresión para lograr un resultado positivo y equilibrado. No siempre podremos resolver el desacuerdo, pero al menos evitaremos que nos dañe.