Despertar

Por Eckhart Tolle

Eckhart Tolle

Solo al despertar puedes conocer el verdadero significado de esa palabra.

En lugar de estar perdido en tus pensamientos, cuando estás despierto te reconoces como la conciencia que hay detrás de ellos. Entonces, pensar deja de ser una actividad autónoma al servicio de sí misma, que se apodera de ti y dirige tu vida. La conciencia quita el mando al pensamiento. En lugar de tener el control de nuestra vida, el pensamiento se convierte en el servidor de la conciencia. La conciencia es la conexión consciente con la inteligencia universal. Otra palabra que se le puede aplicar es Presencia: conciencia sin pensamiento.

¿Qué relación hay entre la conciencia y el pensamiento? La conciencia es el espacio en el que existen los pensamientos cuando dicho espacio se ha hecho consciente de sí mismo.

Tu propósito interior es despertar. Así de simple. Compartes ese propósito con todas las demás personas del planeta, porque es el propósito de la humanidad. Tu propósito interior es una parte esencial del propósito del todo, el universo y su inteligencia emergente. Tu propósito exterior puede cambiar con el tiempo. Varía mucho de una persona a otra. Encontrar el propósito interior y vivir en armonía con él es la base para cumplir tu propósito exterior. Es la base del verdadero éxito.

La humanidad está destinada a trascender el sufrimiento, pero no de la manera que cree el ego. Una de las muchas suposiciones erróneas del ego, uno de sus muchos pensamientos engañosos, es «Yo no tendría que sufrir». Ese pensamiento es precisamente la raíz del sufrimiento. El sufrimiento tiene un noble propósito: la evolución de la conciencia (el despertar) y la disolución del ego. El hombre crucificado es una imagen arquetípica. Es cada hombre y cada mujer. Si te resistes al sufrimiento, el proceso es lento, porque la resistencia crea más ego que hay que disolver. Pero cuando aceptas el sufrimiento, hay una aceleración del proceso, provocada por el hecho de que sufres conscientemente. Puedes aceptar el sufrimiento por ti mismo, o aceptarlo por otros, como tu hijo o tus padres. En medio del sufrimiento consciente está ya la transmutación. El fuego del sufrimiento se convierte en la luz de la conciencia.

El ego dice «Yo no tendría que sufrir» y ese pensamiento te hace sufrir mucho más. Es una tergiversación de la verdad, que siempre es paradójica. La verdad es que necesitas decir sí al sufrimiento para poder trascenderlo.

Si el drama egótico terrenal tiene algún propósito, es indirecto: crea más y más sufrimiento en el planeta, y el sufrimiento, aunque en gran medida está creado por el ego, al final también destruye el ego. Es el fuego en el que el ego se quema.

«Algún día me libraré del ego. Me despertaré.» ¿Quién está hablando? El ego. En realidad, librarse del ego no es un trabajo tremendo, sino una tarea muy sencilla. Lo único que tienes que hacer es ser consciente de tus pensamientos y emociones… mientras van ocurriendo. Esto en realidad no es «hacer» sino estar alerta y «ver». En ese sentido, es verdad que no puedes hacer nada para librarte del ego. Cuando se produce ese cambio, que es el cambio del pensamiento a la conciencia, en tu vida empieza a funcionar una inteligencia mucho mayor que la astucia del ego.

No te vuelves bueno a base de intentar ser bueno, sino encontrando la bondad que ya existe dentro de ti y permitiendo que emerja esa bondad. Pero solo puede emerger si cambia algo fundamental en tu estado de conciencia.

En el Zen se dice «No busques la verdad. Solo deja de atesorar opiniones». ¿Qué significa esto? Deja de identificarte con tu mente. Entonces, lo que eres más allá de la mente emergerá por sí mismo.

Una parte esencial del despertar es el reconocimiento de tu yo no despierto, el ego que piensa, habla y actúa. Cuando reconoces en ti la inconsciencia, lo que hace posible ese reconocimiento es la conciencia que emerge, es el despertar. No puedes luchar contra el ego y ganar, igual que no puedes luchar contra la oscuridad. Lo único que necesitas es la luz de la conciencia. Tú eres esa luz.

Una preocupación obsesiva por las cosas consume una gran parte de la vida de mucha gente. Cualquier cosa que el ego desee y por la que sienta apego es un sustituto del Ser que el ego no puede sentir. Puedes valorar las cosas, pueden gustarte, pero cuando te sientes apegado a ellas tienes que saber que es el ego quien lo está. Y en realidad nunca sientes apego por una cosa, sino por un pensamiento que incluye las palabras «yo», «mi» o «mío». Cuando aceptas completamente una pérdida, trasciendes el ego y emerge quien tú eres, el Yo Soy que es la conciencia misma.

Son muchos los que, hasta que están en su lecho de muerte y todo lo de fuera se derrumba, no se dan cuenta de que ninguna cosa ha tenido nunca nada que ver con quiénes son. En la proximidad de la muerte, todo el concepto de propiedad se revela como carente de sentido. Entonces, en los últimos momentos de su vida, comprenden también que, aunque toda su vida estuvieron buscando un sentido del yo más completo, lo que en realidad buscaban, su Ser, siempre había estado ahí, pero estaba casi oculto por su identificación con las cosas, que en último término significa identificación con la mente.

Para algunos, el despertar surge cuando de repente se hacen conscientes de los tipos de pensamientos que suelen pensar, en especial de los pensamientos negativos persistentes con los que pueden haberse identificado toda su vida. De repente, aparece una conciencia que es consciente del pensamiento pero no forma parte de él.

El movimiento de retorno en la vida de una persona, el debilitamiento o disolución de la forma, ya sea por vejez, enfermedad, incapacidad, pérdida o algún tipo de tragedia personal, tiene un gran potencial para el despertar espiritual: la desidentificación de la conciencia con la forma.

En el nuevo mundo, la vejez será universalmente reconocida y muy valorada como una época para el florecimiento de la conciencia. Para quienes aún están perdidos en las circunstancias exteriores de sus vidas, será una época para volver por fin a casa, en la que se harán conscientes de su propósito interior. Para otros muchos, representará una intensificación y culminación del proceso de despertar.

Sin embargo, a medida que la conciencia crece y el ego deja de dirigir tu vida, ya no tienes que esperar a que tu mundo se encoja o se hunda a causa de la vejez o la tragedia personal para despertar a tu propósito interior. A medida que empieza a emerger la nueva conciencia en el planeta, son cada vez más las personas que ya no necesitan una sacudida para despertar. Emprenden el proceso de despertar voluntariamente, aunque aún sigan enfrascados en el ciclo de crecimiento y expansión hacia fuera. Cuando el ego deja de usurpar ese ciclo, la dimensión espiritual viene a este mundo con el movimiento hacia fuera — pensamiento, lenguaje, acción, creación— con tanta fuerza como con el movimiento de retorno: calma, Ser y disolución de la forma.

Amar es reconocerte en otro. Entonces, la «otredad» del otro se revela como una ilusión perteneciente al reino puramente humano, el reino de la forma.

Cuando otro te reconoce, ese reconocimiento hace salir más plenamente a este mundo la dimensión del Ser a través de vosotros dos. Ese es el amor que redime al mundo.

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