El acceso a la tecnología ya ha modificado la educación y el aprendizaje en todo el mundo. Muchos profesores han padecido desde hace algunos años el hecho de que los estudiantes pueden encontrar fácilmente información y con ello plagiar e intentar engañar a sus instructores. Pero esto recientemente ha dado un salto exponencial con el lanzamiento de la herramienta ChatGPT, el chatbot más sofisticado que ha sido dado a conocer hasta la fecha.
ChatGPT es una herramienta de «large language models«, es decir, que toma en cuenta grandes muestras de lenguaje para crear conversaciones optimizadas. ChatGPT hace uso de la información que existe en Internet para producir respuestas a cualquier pregunta que se le haga, pero además emite respuestas que emulan una inteligencia humana, si bien el mismo bot suele confesar que es un bot.
La herramienta ya está valuada en más de 30 mil millones de dólares y algunos creen que será revolucionaria. Por el momento ya es capaz de programar código simple bajo una instrucción y de escribir respuestas e incluso poemas, cuentos y ensayos sobre cualquier tema, con un nivel más o menos de escuela preparatoria y con respuestas similares a lo que se podría encontrar en Wikipedia.
Pero hay una importante diferencia: las respuestas se elaboran en un instante, a preguntas nueva y a la medida. Por ejemplo, el chatbot puede escribir unos párrafos sobre las similitudes y diferencias entre el pensamiento de Nietzsche y de Heidegger en torno al fin de la metafísica en cinco segundos. Y se le puede pedir que rehaga los párrafos para que estén redactados en otro estilo (más académico o literario, por ejemplo), o que se explaye sobre algunos de los puntos de su respuesta. Aunque los resultados no revelan ningún tipo de profundidad de entendimiento –son, sobre todo, lugares comunes–, de cualquier manera suele generar respuestas muy lógicas, precisas en su información y verosímiles en su forma (aunque no en todos los casos).
Esta sería la herramienta perfecta para un estudiante flojo en una escuela que no tiene un alto nivel de exigencia y donde lo «generalmente aceptado», el sentido común o la llamada «inteligencia colectiva», son recibidos de manera positiva. El chatbot es, sobre todo, el promedio de lo que la sociedad acepta como verdadero.
Evidentemente esto puede trastocar las interacciones más básicas en las escuelas, si no es que ya lo está haciendo en algunas partes. Por ello, la junta directiva de las escuelas públicas de la ciudad de Nueva York anunció hace unos días que prohibirá esta herramienta.
“Mientras que esta herramienta de inteligencia artificial puede proporcionar respuestas rápidas y fáciles, no desarrolla habilidades de pensamiento crítico y resolución de problemas, cuestiones esenciales para el éxito académico y de por vida”, expresó un comunicado institucional.
Los maestros ya han visto casos en los que los estudiantes utilizan el programa para hacer tareas o responder exámenes. El problema aquí es que el texto que se genera es único y no se puede encontrar el texto que ha sido plagiado. Existen programas que son utilizados por ciertas instituciones para determinar si un texto ha sido plagiado, pero estos funcionan escaneando el texto existente en Internet. Un programa capaz de detectar el uso de este tipo de bots requiere de mayor sofisticación. Al mismo tiempo los instructores tendrán que volverse más creativos con sus exámenes y asignaturas para que no sean fáciles de resolver por este tipo de robots.
Más allá del gran problema que enfrentan las escuelas con este tipo de programas, en la medida que estos chatbots aprenden más, la sociedad enfrenta el exacerbamiento de la ya existente crisis de los falsos expertos. Actualmente con toda la información rápida, ya es difícil detectar a personas que no son realmente expertos pero que con un buen manejo de la información se hacen pasar por expertos. Pero con este tipo de herramientas, muchos más serán fácilmente engañados.
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