Miguel Fernández Chavarino.- Que nuestro porvenir y destino estuviera ya impreso en los anales de la Historia puede parecer inverosímil, o a lo sumo pretencioso, pero en los anales de la Humanidad hay episodios que cuanto menos son curiosos sino asombrosos. Cuando Europa se despojaba de los ropajes de la Edad Media, nació en una cueva cerca de Yorkshire (Inglaterra) Ursula Southeil, que fue entregada en adopción por su madre biológica a los dos años. Desde muy pequeña, comenzó a manifestar los dones psíquicos de la adivinación y la profecía. A los 24 años, Ursula se casó con el carpintero Toby Shipton y por eso es conocida como la Madre Shipton. La primera publicación de sus profecías no apareció hasta 1641, ochenta años después de su muerte en la ciudad de Londres.
El cardenal Thomas Wolsey la visitó y le advirtió de que la podían procesar por brujería y por otras conductas inapropiadas para su tiempo y ella le advirtió que nunca regresaría él a la ciudad, donde ostentaba la sede cardenalicia. En efecto , cuando regresaba el Cardenal fue detenido por asuntos pendientes que mantenía con la justicia. Posteriormente anunció la prematura muerte del hijo de Enrique VIII, Eduardo VI de Inglaterra, el sangriento reinado de “Bloody” María I de Inglaterra, el ascenso de la reina Isabel I en el trono, la llegada de la terrible plaga a Londres en 1665 (“la muerte triunfante cabalga a través de Londres”, escribió la Madre Shipton en un verso), y el dantesco incendio del año siguiente en la misma ciudad; y la llegada al trono inglés de la reina Victoria del Reino Unido.
La profetisa anticipó el nacimiento de los automóviles y el auge de algunas actuales aplicaciones de Internet: “Los carruajes andarán sin caballos y los accidentes llenarán al mundo de dolor. Los pensamientos volarán alrededor de la tierra en un abrir y cerrar de ojos. Qué extraño y, sin embargo, se harán realidad”.
Otro vaticinio de la vidente inglesa hizo en el siglo XVI parece anticipar el nacimiento del cine, la incorporación de los aviones y los submarinos a la guerra moderna y la que podía ser la la II Guerra Mundial:
“Cuando las pinturas parezcan ser vivas y libremente movibles, cuando los barcos como peces naden bajo el mar, cuando los hombres como las aves crucen los cielos, entonces la mitad del mundo bañado en sangre perecerá”.
La madre Shipton también anticipó en sus profecías el nuevo rol que jugaría la mujer en el tiempo presente, además de referirse al auge de la convivencia entre parejas, el aumento de los divorcios y la disminución demográfica:
“En esos asombrosos y lejanos días, las mujeres adoptarán el deseo de vestir como hombres, y usarán pantalones y cortarán sus melenas y cabellos. Cabalgarán a horcajadas con la frente de bronce, como lo hacen las brujas en nuestros tiempos, El amor cesará y ya no se casarán y los pueblos disminuirán al disminuir los nacimientos”.
Los vaticinios de la Madre Shipton, a la luz de los recientes acontecimientos mundiales, parecen tener varias connotaciones proféticas que parecen referirse a nuestro tiempo. En los siguientes versos, la vidente parece referirse al creciente poder actual que ostentan las dos grandes potencias del lado oriental: China y Rusia, además de la llegada de una especie de plaga o enfermedad.
“Los hombres amarillos ganarán el gran poder del oso poderoso, a quien ellos ayudarán. Estos tiranos no tendrán éxito en dividir el mundo en dos, más de estos actos nacerá un gran peligro. Y una fiebre intermitente dejará muchos muertos”.
El oso, aunque no está representado en el escudo oficial de Rusia, se considera emblema y símbolo del país desde que las primeras tribus eslavas radicas allí lo adoptaron como símbolo totémico.
Sin embargo, una de las profecías más aterradoras formuladas por la Madre Shipton tienen que ver con el desencadenamiento de la Tercera Guerra Mundial, un conflicto que, supuestamente, estallaría en el Oriente Medio entre unas pocas naciones, y que, posteriormente degeneraría en una guerra de alcances planetarios. Esa profecía dice lo siguiente:
“Ay, ay, La guerra vendrá de donde mora el turco y el pagano que en feroz riña se enfrascarán buscando como aniquilar sus vidas. Cuando el norte divida al sur y en las fauces del león el águila anide, entonces el impuesto, la sangre y la guerra vendrá a cada humilde hogar”.
En lo que coincide con el resto de profecías como la del Apocalipsis, Juan de Jerusalén o Paraviccini es en el advenimiento de una nueva era de paz y prosperidad después de los desastres y guerras con las que hay que cerrar este ciclo. La diferencia de esta profetiza es que el motivo de tal cambio es por un contacto exterior…
“Una serpiente plateada se verá y arrojará hombres de extraño semblante, mezclándose con la nueva tierra… estos extraños hombres aclararán las mentes del hombre futuro. Estos se mezclarán y mostrarán cómo vivir. Y La edad de oro se iniciará de nuevo”.