El ser humano típico interactúa con un mundo ilusorio a través de un cuerpo ilusorio.   En otras palabras, lo primario se ha apegado más o menos a lo secundario (es decir, la ilusión) de modo que nunca parece cumplirse.   Sin embargo, el mero hecho de la ilusión señala su misma trascendencia de la que en nuestra ignorancia no somos conscientes.

Este desconocimiento conduce al sufrimiento.   La búsqueda de la vida comienza entonces a ser una especie de deseo inconsciente de liberarse de la ilusión y, al mismo tiempo, estar hipnotizado por las ilusiones como niños en una tienda de juguetes. Esto se debe a que la apariencia, es decir, las ilusiones parecen reales.

Aquí es donde el místico o un muni ( मुनि ) como Siddhartha entra en escena.   Siddhartha despertó a la verdad de lo trascendente en lugar de analizar las ilusiones (lo que ha sido trascendido) en busca de pistas sobre la realidad última. Pero no hay verdad en lo ilusorio que es completamente vacío, hueco e insustancial .

Sin embargo, para alcanzar el estado despierto ( buddhatā ), el adepto debe liberarse tanto de lo que recibe (el perceptor) como de lo que puede ser percibido, es decir, tanto del sujeto como del objeto de la percepción. (ambos son ilusorios). 

La ilusión más preocupante para la humanidad es la conciencia, que en sánscrito es vijñāna , que significa, literalmente, saber en dos partes.   Esto es evidente en La ṅ kāvatāra Sūtra .

“Mi Nirvana no tiene nada que ver con la Sustancia (bhāva), ni con la Acción (k ṛ iyā), ni con la Apariencia (lak ṣ a ṇ a). Con la cesación de Vijñāna que es causada por la discriminación, está mi cesación [es decir, Nirvana]”.

Una vez que se ha trascendido la conciencia en la que el absoluto se revela repentinamente ante el asombro del adepto (sí, siempre estuvo allí), se vuelve evidente para el adepto cómo se realiza el truco de magia, mientras que el mundo está continuamente desconcertado por el truco debido a vijñāna. .

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