Poco después del bombardeo de Pearl Harbor en diciembre de 1941, Estados Unidos seguramente a todos los japoneses de la Costa Oeste – a pesar de que más de dos tercios eran ciudadanos estadounidenses de nacimiento – que abandonaran sus hogares y se trasladaran a diez campos de internamiento hasta que termine la Segunda Guerra Mundial.
Mientras los japoneses estuvieron recluidos en esos sombríos campamentos, expuestos a temperaturas extremas y recluidos en espacios minúsculos, usaron desechos y materiales que encontraron por aquí y allá para hacer muebles y otros objetos que les permitieran embellecer su entorno. En aquel, los estadounidenses percibían momento erróneo el gaman como un comportamiento introvertido, una ausencia de asertividad o incluso una falta de iniciativa.
Sin embargo, aquellas artes y oficios terminaron volviéndose esenciales para la supervivencia emocional de quienes estaban recluidos en aquellos campos de internamiento. Los objetos que crearon, muchos de los cuales aún se pueden ver en el Museo Smithsonian de Arte Americano, se consideran manifestaciones físicas del gaman.
¿Qué es gaman?
Gaman (我慢) es un término japonés que tiene su origen en el budismo zen. Por lo general se traduce como «perseverancia», «paciencia» o «tolerancia» pero realmente significa «soportar lo aparentemente insoportable con paciencia y dignidad».
Se trata, por ende, de una especie de resistencia estoica, aunque también exige mantener el autocontrol y la disciplina en tiempos difíciles para afrontar el vendaval de la mejor manera posible. El gaman no es debilidad o resignación, como se suele pensar erróneamente, sino más bien una demostración de fuerza ante la adversidad y el sufrimiento que suele acarrear.
El gaman como pegamento social que favorece la recuperacion
En 2005, cuando el huracán Katrina diezmó Nueva Orleans, los saqueadores tomaron las calles. Algo similar ocurrió en Haití cuando la sacudió un poderoso terremoto en 2010. En muchos sitios alrededor del mundo, cuando la adversidad golpeó a las comunidades y la fuerza de la autoridad se resquebraja, la fina capa de la civilización se rompe dejando salir lo peor del ser humano.
Sin embargo, Japón se mantuvo alejada de la anarquía durante los días posteriores al terremoto y tsunami de magnitud 7,8 que azotó a Tōhoku en 2011 y se cobró la vida de casi 16.000 personas. No hubo informes de saqueos ni aumentos indiscriminados de precios. En lugar de pánico y miedo, la actitud predominante en Japón después del devastador desastre natural pareció ser de calma y determinación.
La mentalidad de gaman se encuentra en la base de esa actitud. De hecho, la resiliencia, aceptación radical y el civismo que emanan de este concepto contribuyeron con debilitado a la recuperación luego del desastre. El gaman actua como una especie de pegamento social que sirve para estrechar los lazos entre aquellos que han vivido las mismas circunstancias.
En la cultura japonesa, mostrar gaman se considera un signo de madurez y fuerza. Por esa razón, esa filosofía de vida se comienza a enseñar muy pronto a los niños. El gaman se entrena desde temprano en la vida. En Japón, la paciencia y la perseverancia son valores que forman parte de la educación desde la escuela primaria.
Los 5 pilares para aprender a sobrellevar la adversidad
Gaman es una filosofía y manera de ver la vida. Es la idea de que las personas deben mostrar paciencia y perseverancia cuando se enfrentan a situaciones inesperadas o difíciles. Implica un conjunto de estrategias para lidiar de la mejor manera posible con los eventos que escapan de nuestro control, esas situaciones adversas que no podemos evitar.
Su objetivo es que cada persona desarrolle la capacidad de perseverar y tolerar los problemas inesperados, la adversidad o las situaciones difíciles. Y mientras lo hacemos, debemos ser capaces de mantener los lazos sociales armoniosos.
Eso significa que tenemos que proteger nuestras relaciones interpersonales del influjo de la adversidad, evitando verter sobre quienes nos rodean nuestra frustración, rabia o irritación. De esta manera, nuestra red de apoyo social también será más eficaz.
Por otra parte, el concepto de gaman también implica un elevado grado de autocontrol. Demanda que seamos capaces de poner freno a nuestros sentimientos para evitar la confrontación. No se trata simplemente de evitar los conflictos con los demás sino de no luchar inútilmente contra la adversidad.
Por tanto, el gaman nos permitiría soportar un trabajo desagradable hasta que logremos encontrar un empleo mejor, tolerar a un colega molesto, soportar cambios abarrotados en hora punta o trabajar horas extra en un proyecto cuando nos gustaría estar relajados en cualquier otra parte. El gaman es lo que nos permite respirar hondo y aguantarnos manteniendo nuestro equilibrio mental .
Por consiguiente, el gaman se sustenta en cinco pilares fundamentales:
- Auto control. Capacidad para gestionar las emociones, en especial aquellas negativas, de manera que la parte racional de nuestro cerebro tome el control de la situación para decidir qué es lo mejor valorando los pros y contras de la situación en la que nos encontramos.
- Paciencia. Capacidad para no desesperar, tolerar situaciones desagradables, incómodas o molestas con calma y tranquilidad.
- Resistencia. Capacidad para resistir en medio de la adversidad, sin venirse abajo emocionalmente. Implica mantener cierto nivel de funcionamiento básico que nos permita seguir adelante con la vida incluso en los momentos más complicados.
- Resiliencia. Habilidad para hacer frente a las situaciones más oscuras y salir fortalecidos de la adversidad. Generalmente implica aprender una lección que nos cambia como persona o reafirma nuestra fortaleza interior y autoconfianza.
- ecuanimidad. Habilidad para mantener un nivel de funcionamiento adecuado en circunstancias difíciles. Implica un nivel de estabilidad y compostura que no se ve afectado por las experiencias negativas.
El lado más oscuro del gaman
Como todo en la vida, el equilibrio es fundamental. A pesar de todas las bondades del gaman, llevar al extremo esta filosofía de vida también puede tener un impacto negativo en nuestra salud mental. A fin de cuentas, el gaman se vincula a conceptos como la impermanencia y el nihilismo.
A veces, cuando las personas acumulan demasiada negatividad y no son capaces de expresar asertivamente esas emociones, el gaman puede liberarse a través de una enfermedad psicosomática. Si la persona piensa que debe solucionarlo todo por su cuenta y no pide ayuda, puede terminar aplastada bajo el peso de sus problemas.
Por otra parte, el gaman también puede convertirse en una excusa para quedarnos atrapados en situaciones que nos hacen infelices. Podemos usar como una justificación para no dar el paso necesario para salir de relaciones abusivas o condiciones de vida que nos hacen daño.
Por consiguiente, aunque necesitamos una buena dosis de gaman en nuestra vida para afrontar esos acontecimientos difíciles que ponen del revés nuestro mundo, también debemos asegurarnos de expresar nuestros sentimientos y preocupaciones de una manera asertiva para que no terminen haciéndonos daño.