Por Ufo Spain
Los proyectos secretos de modificación climática son populares en la red, y los teóricos no se han cansado de denunciar el uso de antenas que calientan la ionósfera para provocar desastres naturales en determinadas partes del planeta. HAARP de EE.UU. o SURA de Rusia son los dos casos más renombrados.
El caso de los rusos incluso tiene lugar en los medios de ese país, donde se ha reconocido que militares financiaron las investigaciones en busca de desarrollar armas secretas.
Aunque se lo hable muy por lo bajo, la modificación del clima y la ionósfera para intentar mellar a potencias rivales es algo que (aunque moralmente sea reprochable) resulta una práctica válida para los círculos del poder.
El ejemplo más claro de este tipo de acciones fue la noticia de que China decidió usar geoingeniería para asegurar un buen clima el día de la inauguración de las olimpíadas en Beijing en 2008.
A su vez, la existencia del programa HAARP en USA, con un grupo de antenas instaladas en Alaska que tendrían como finalidad estirar la ionosfera y «golpear» enemigos con el efecto rebote que esta causa, sigue siend denunciada por grupos activistas sin mayores respuestas.
En el caso de Rusia, el proyecto SURA habría tenido funciones similares, con un agregado interesante: los medios en Rusia han decidido darle un espacio en sus tabloides, reflejando así un reconocimiento tácito a la guerra climática que tiene lugar en el planeta hoy en día.
Russia Today desarrolló un breve informe en el que se da cuenta de las intenciones del gobierno ruso, la intervención militar en programas de ar,as climáticas y deja la duda en el aire: ¿siguen en marcha este tipo de programas?
El rotativo ruso se hizo eco de las teorías conspiranoicas más belicistas y reconoció las finalidades del SURA ruso como abocado a el calentamiento de la ionósfera:
«Para establecer quien tiene la razón en esta disputa e intentar conocer si las armas climáticas son un mito o una realidad, el equipo de RT realizó un viaje a la ciudad de Vasilsursk en la provincia de Nizhni Nóvgorod.
Allí, en el polígono ruso ‘Sura’ realizan investigaciones de ionósfera, una parte de la atmósfera terrestre. Complejos de este tipo existen también en otros países, como por ejemplo HAARP en EE. UU. o EISCAT en Noruega, pero los dos están en la zona polar donde influir en la ionósfera es más fácil.
Hoy en día, ‘Sura’ es el único polígono donde se hacen pruebas de calentamiento de la ionósfera en latitudes medias. Hace más de 30 años que allí se realizan estos singulares experimentos.
Pero los empleados de la institución afirman que en el polígono nunca han realizado experimentos que tienen que ver con la influencia en el clima. Su principal tarea es estudiar la radiocomunicación de onda corta en la ionósfera.
Sin embargo, señalan que durante la época soviética los militares financiaban ciertos proyectos cerrados.
«Durante la época de la URSS, cuando abrieron este polígono, tuvimos muchos acuerdos con los militares. Ellos incluso ayudaron construirlo», indicó Georgui Komrakov, administrador del laboratorio, aunque evitó especificar qué tipo de acuerdos.
«No, no, no. Aquí no hay nada, solo aparatos físicos. El Gobierno nada más que nos dio este territorio. Y es un lugar muy bonito, con muchos árboles. La naturaleza aquí es tan bella!», agregó.
Sus palabras, al igual que todo lo que se puede leer, ver o conocer sobre las llamadas armas climáticas no eliminan las dudas. Pero lo cierto es que el hombre ya influye en la naturaleza de una manera a veces radical.
Y entonces las catástrofes tecnológicas, como por ejemplo el derramamiento de petróleo en el golfo de México o la avería en la planta nuclear de Fukushima se convierten en un motivo para pensar: ¿no serían estas las “armas deliberadas” que algún día pueden llegar directamente a nuestras propias casas?».
El proyecto SURA: “una máquina secreta para modificar el clima”