El elixir de la eterna juventud fue la gran quimera perseguida por los alquimistas. Hoy día, nuestros sabios mantienen idéntico empeño en sus laboratorios, aunque han sustituido los aparatosos atanores de antaño por ratones y modernos tubos de ensayo. Sin duda alguna, el envejecimiento es uno de los grandes enigmas que rodean al ser humano. Sus claves permanecen ocultas y la fórmula para retrasar la muerte han sido objeto de búsqueda incesante desde la más remota antigüedad, cuando Gilgamesh pretendió ser inmortal en Mesopotamia, hace miles de años.
Pese al tiempo trascurrido, nadie ha perdido la esperanza y un nuevo peldaño parece haberse subido recientemente según publicó la prestigiosa revista científica Cell. Sus páginas acogieron un estudio firmado por 30 autores, en su mayoría pertenecientes al Departamento de Genética del Center for Biology of Aging Research en el Instituto Blavatnik de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston.
ASÍ ENVEJECEMOS
El fruto de este esfuerzo colectivo ha deparado una nueva manera de entender el proceso por el cual envejecemos. Si anteriormente se consideraba el paso de la edad en nuestro organismo como un deterioro progresivo de nuestro ADN al que paulatinamente le iban afectando pequeñas mutaciones genéticas en cada réplica, generando chatarra en el tejido celular, estos investigadores consideran que lo que en verdad ocurre es una pérdida de acceso a la información original. Una suerte de «olvido» a la manera en que un ordenador se vuelve viejo porque su software se corrompe con el paso de los años. Pero si dispusiera de un punto de restauración o copia de seguridad al que acceder, retornaría al punto inicial, funcionando a pleno rendimiento sin fallos.
La epigenética guarda una copia de seguridad de nuestro cuerpo joven
Trasladada esta analogía a términos biológicos, la clave residiría en la epigenética. Conforme declara a CNN David Sinclair, catedrático de Genética del Instituto Blavatnik, allí es donde nuestros cuerpos guardan una copia de seguridad de nuestra juventud, que puede activarse para la regeneración. La labor de los investigadores es enseñarle a la célula a recorrer el camino que ha «olvidado». «Creemos que se trata de una pérdida de información, una pérdida de la capacidad de la célula para leer su ADN original, de modo que olvida cómo funcionar –asegura Sinclair–. Yo lo llamo la teoría de la información del envejecimiento». Sinclair y su equipo han encontrado cómo pulsar el interruptor epigenético adecuado, gracias al cual «el cuerpo recordará entonces cómo regenerarse y volverá a ser joven, aunque ya sea viejo y padezca una enfermedad».
CÓMO REVERTIR LOS PROCESOS BIOLÓGICOS
Los ensayos realizados con ratones son muy prometedores. Casi a voluntad, lograron que unos roedores viejos y ciegos recuperaran la vista, pese a tener las células dañadas. Igualmente, envejecieron los tejidos del cerebro, los ojos, músculos, piel y riñones de otros ratones. La siguiente etapa, comentaron los científicos a CNN, sería aplicar este cambio genético reversible a todo el organismo del ratón y no únicamente a algunos de sus órganos. Posteriormente, el reinicio genético se intentará con primates, para, superada positivamente esta fase, empezar a experimentar con seres humanos. Una meta todavía muy lejana, aunque quizá más cerca de lo que nunca anhelaron los más legendarios alquimistas.
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