EL YO

Si alguien me dijera que el yo no existe, pensaría que esa persona tiene un trastorno de personalidad.

YO NO SOY YO

Yo no soy yo

Soy este

que va a mi lado sin yo verlo,

que, a veces, voy a ver

y que a veces olvido

El que calla, sereno cuando hablo.

El que perdona, dulce, cuando odio,

el que pasea por donde no estoy,

el que quedara en pie cuando yo muera.

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ

Para disfrutar de este artículo invito a los lectores a dejarse llevar. Esto no es una tesis, o un paradigma científico ni un debate. Es una invitación para tener otra mirada, de nosotros mismos. Los que decidan seguirla, serán bienvenidos, los que no, no están obligados a leer el artículo.

Nuestro yo esta formado de muchas capas mentales y desentrañar cada una de ellas nos llevará tiempo, sin embargo prometo que el viaje será interesante.

Cuando alguien nos pregunta la edad, sin dudar contestamos: yo tengo… Con esta respuesta estamos asociando nuestro cuerpo con nuestro yo.

¿Pero qué es el yo?.

Una definición fácil sería la que engloba el conjunto de ideas que una persona tiene sobre si misma.

Existen diferentes capas del yo, el yo biográfico que entraría en la definición que hemos dado anteriormente. este yo nos proporciona un sentido de continuidad, identificación con el cuerpo, con un sujeto que siente piensa y quiere.

Dentro de este yo biográfico estarían: Un Yo material, un yo social y un yo psicológico, iremos desentrañando estos yos en otros artículos.

Hoy nos ocuparemos del yo material. Y nos centraremos en nuestro cuerpo. Para ello invito a los lectores a realizar una meditación.

Para ello, es preciso un lugar tranquilo, si fuera posible el sonido de agua corriendo sería perfecto, esto es opcional. Podemos sentarnos en una silla, con los pies descalzos (si es posible) apoyados en el suelo. La espalda recta pero no tensa, la mano derecha sobre la izda en el regazo con los pulgares tocándose. La lengua entre los dientes superiores, y los ojos cerrados o entornados.

1º  Primero nos tranquilizamos apartando de nuestra mente cualquier preocupación que tengamos. Prestamos atención a los sonidos del entorno y luego centramos la atención en nuestra respiración. Permanecemos un rato así, centrados en nuestra respiración. Si aparecen pensamientos los dejamos y volvemos a centrarnos en la respiración. El sonido del agua ayudaría a lograr esa relajación mental. Es entonces cuando debemos tener un pensamiento positivo, por ejemplo voy a dejar que mi mente recorra por senderos nuevos, voy a permitir, sin oponer obstáculos, que fluyan las sensaciones inducidas libremente.

2º Cuando percibamos que estamos relajados iniciamos la siguiente fase de la meditación, la analítica.

  • Contemplamos el aire de nuestra respiración, que sale y entra. Ese aire lo compartimos con el resto de seres. Imaginamos a lo largo de nuestra vida, el gran volumen de aire que habrá formado parte de nosotros, de nuestro cuerpo y que ahora se encuentra en otros seres o libre en la naturaleza. Cada átomo de aire, ha recorrido un sin fin de seres, plantas y ha viajado a lo largo de todo el planeta y ahora lo hacemos parte de nuestro cuerpo cada vez que tomamos aire.
  • El agua que escuchamos (o que imaginamos escuchar), en su ciclo ha formado parte de nuestro cuerpo. A lo largo de nuestra vida hemos utilizado una cantidad enorme de agua, que ha formado parte de nosotros, de nuestro cuerpo. Ese agua está ahora presente en otros seres o libre en las nubes, en los ríos…
  • El sonido que hace el agua al rebotar sobre la tierra nos hace imaginar, como la materia orgánica que forma nuestros cuerpos y que renovamos al comer, constituye la base de nuestra piel y órganos. A lo largo de nuestra vida hemos incorporado a nuestro cuerpo una  gran cantidad de materia orgánica (plantas, animales…). Toda esa materia orgánica que utilizamos en el pasado forma ahora parte de otros seres (plantas-herbívoros-carnívoros).

3º Entramos ahora en una fase de la meditación  en la que nos centramos en el objeto de meditación.

  • Parece que los límites del aire, el agua y la materia orgánica que componen el cuerpo son difusos.
  • Comparto los elementos de mi cuerpo con todos los seres del planeta, con el entorno natural, La biosfera. Tan sólo en el instante del aquí y el ahora, tengo a mi cuerpo definido, luego, sus elementos pasaran a formar parte del cuerpo de otros seres.
  • El objeto de meditación es el sentimiento en nuestro corazón, que nos produce la idea que todo el aire, el agua y la materia que forman nuestro cuerpo, pertenece en realidad a todos los seres. No hay nada que sea exclusivo de ninguno.
  • Focalizamos nuestra atención en ese objeto de meditación e intentamos retenerlo lo máximo posible sin distraernos. Si perdiéramos el objeto deberíamos volver a la parte analítica para poder construirlo de nuevo.
  • Pasado un tiempo que consideremos adecuado. (Seria interesante que la meditación durara al menos veinte minutos). Pasado este tiempo, dedicamos los logros obtenidos a la paz interior de todos los seres.

4º Finalmente entramos en la etapa pos-meditación, en ella y en el trascurso de nuestra jornada, dedicaremos varias veces a pensar, en los cuerpos de todos los seres que vemos y en lo que compartimos con todos ellos.

No deberíamos plantearnos nada. Sólo las sensaciones. Ver dónde nos conducen.

Al estar inmersos en un proceso que se acaba de iniciar, es necesario prescindir de las valoraciones, positivas o negativas hasta el final del mismo. Es por eso que ruego a los lectores no realizar comentarios, para no influenciar en los lectores que desean seguir la experiencia.

La parte psicológica de este artículo está basada en el libro Vacuidad y no dualidad del Psiquiatra D. Javier García Campayo. Cuya lectura aconsejo.

maestroviejo

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