Lawrence Kadish.- Según informaciones publicadas, George Soros imparte estos días cursos universitarios a miles de estudiantes.
Para que quede claro, en realidad no está en el campus, delante de la clase. Más bien, las exhaustivas investigaciones de los periodistas revelan cómo su alcance, influencia y, sobre todo, dinero están reajustando los planes de estudio para reflejar su ideología política dónde y cuando puede.
El autor de la investigación, Matt Palumbo, escribió en el New York Post el mes pasado:
“Sólo en 2020, la Open Society Foundations de Soros destinó más de 63 millones de dólares, algo más del 5% de su presupuesto, a influir en la educación superior aquí y en el extranjero.
“Más de 19 universidades habían recibido (…) al menos un millón de dólares de Soros, incluidas la Harvard, Columbia, Indiana y Georgetown, entre otras”.
Una institución en particular, revela Palumbo, se ha beneficiado significativamente de la campaña de influencia de Soros en los campus: Bard College.
“Bard College había recibido casi 80 millones de dólares en total de Soros cuando anunció en 2020 que le concedería otros 100 millones en la próxima década.”
¿Con qué fin?
Parece que Soros está tratando de aprovechar su enorme riqueza para crear un nuevo cuadro político a partir de una generación emergente que perseguirá sus objetivos hoy, y mucho después de que él se haya ido. Lo que se cuestiona es cuáles son esos objetivos.
Soros fue alumno de Karl Popper (autor de La sociedad abierta y sus enemigos) en Londres. Más tarde, para promover la libertad y derrotar al totalitarismo, donó millones a causas como la del sindicato Solidaridad de Lech Walesa, que libró a Polonia de las garras del Imperio Soviético, y a movimientos democráticos en Yugoslavia que trabajaban para derrocar a Slobodan Milosevic.
Más recientemente, sin embargo, surgen preguntas, como –en 2016–: “¿Está financiando Soros un movimiento de agitprop para desestabilizar al nuevo Gobierno democráticamente electo de Polonia?”.
En Estados Unidos, se le acusa de financiar el movimiento marxista Black Lives Matter, así como los esfuerzos para desfinanciar a la Policía.
El mes pasado, el comentarista Joe Rogan arremetió contra él:
“Eso es lo que da miedo, es que parece que financia la corrosión; es como si quisiera que estas ciudades se desmoronaran, que floreciera el crimen; es casi como si fuera un malvado en una película de Batman”
Palumbo nos recuerda que los dólares de Soros no están destinados a la banda de música universitaria.
“Soros financia a estudiantes activistas a través del programa Trustee Leader-Scholar en Bard”. Estos proyectos incluyen esfuerzos como la Bard Palestinian Youth Initiative, que en 2018 publicó en Facebook:
“Querida comunidad de Bard, la Iniciativa Juvenil Palestina de Bard organiza un ciclo de cine en Preston esta noche de 6 a 8.
Las películas están dedicadas a la memoria de la catástrofe ocurrida el 15 de mayo de 1948, muestran la injusticia, la discriminación y las duras condiciones de vida del pueblo palestino en la Palestina ocupada. Por favor, únase a nosotros en la conmemoración de la Nakba, especialmente a la luz del reciente ambiente político. La embajada se trasladó de Tel Aviv a Jerusalén en el aniversario de la Nakba. Ayúdenos a recaudar fondos para apoyar la causa de los cientos de miles de palestinos desplazados. Se agradecerán las donaciones. Después de las películas se celebrará un breve debate”.
Sí, los palestinos tienen “situaciones de vida difíciles”, pero éstas son causadas básicamente por sus propios gobernantes corruptos, Hamás y la Autoridad Palestina, y se originaron en 1948, cuando cinco ejércitos árabes atacaron Israel en una guerra que luego perdieron. La moraleja probablemente sea: no empieces una guerra a menos que sepas que puedes perderla.
Otros también se han beneficiado, como Georgetown, que según Palumbo “recibió 1,8 millones de dólares para la campaña Justice at Stake, un grupo que cree no hay suficientes personas de color, mujeres, lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, y personas con discapacidad en la Magistratura”. El deseo no excluir a personas por su aspecto o preferencia sexual es ciertamente encomiable, pero ¿es realmente así como queremos que se elija a nuestros jueces; por estas cualidades extrínsecas y posiblemente inmateriales en lugar de por sus méritos, o, como el reverendo Martin Luther King Jr. dijo, “una nación donde no se les juzgue por el color de su piel, sino por el contenido de su carácter”?
Para cientos de miles de padres que empiezan a ahorrar para la educación universitaria de sus hijos antes incluso de salir de la sala de partos del hospital, todo esto puede resultar sorprendente. La mayoría de nosotros apenas somos conscientes de cómo los campus universitarios se han convertido en incubadoras de antisemitismo, desfinanciación de la policía y agendas políticas similares.
Basándonos en la información de Palumbo, debemos asumir que la intención de Soros es crear un cambio político global que refleje sus valores a través de sus hijos, estimado lector, incluso si esas creencias son antitéticas a la mayoría de los ciudadanos que viven en nuestra democracia.
Al final, Soros puede estar sirviendo a un propósito importante. Le está recordando de la forma más contundente posible que si no inculca a sus hijos sus valores, otros les inculcarán los suyos.