PG.- Hace 24 años, el 24 de marzo de 1999, comenzó la agresión de la OTAN contra Serbia, es decir, la República Federal de Yugoslavia.
La orden del ataque fue dada por el socialista español Javier Solana, entonces secretario general de la OTAN, al entonces comandante de las fuerzas aliadas, el general estadounidense Wesley Clark, aunque no contó con la aprobación del Consejo de Seguridad de la ONU. Era un precedente obvio.
Se estima que en julio de 1998, el llamado ELK (Ejército de Liberación de Kosovo) controlaba aproximadamente el 40 por ciento de Kosovo y Metohija. En ese momento, se calcula que lo componían más de 20.000 personas. Durante este período, controlaban las zonas rurales y obstruían las carreteras. Los ataques a la policía, que intentaba vigilar las rutas de tráfico, los puntos importantes, las instalaciones y los entornos urbanos, sucedían a diario. El ejército yugoslavo se vio obligado a ayudar a la policía durante el desbloqueo de Dečani en junio de 1998 y Orahovac en julio de 1998. En octubre, la policía logró liberar varias aldeas en la parte central de la provincia.
Al mismo tiempo, hubo una dura campaña contra Serbia en los medios occidentales; se produjo una avalancha de información falsa sobre los acontecimientos en Kosovo y Metohija. En el libro “Modern Warfare”, Wesley Clark reveló más tarde que la planificación de la agresión de la OTAN contra la República Federal de Yugoslavia “estaba muy avanzada a mediados de junio de 1998” y que todo estaba decidido unos meses después.
El Consejo de la Alianza del Atlántico Norte (OTAN) el 12 de octubre de 1998 tomó una decisión sobre la adopción de la orden de intervención. Un acuerdo entre Slobodan Milošević y Richard Holbrooke siguió al día siguiente. Estaba previsto reducir el número de soldados del ejército yugoslavo en el territorio de Kosovo y Metohija al número de principios de 1998. Se acordó que los observadores de la OSCE supervisarían de cerca la situación, es decir, el proceso de paz en Kosovo y Metohija. El acuerdo también estipulaba que ninguna persona sería procesada en tribunales estatales por delitos relacionados con el conflicto de Kosovo, excepto por delitos contra la humanidad y el derecho internacional.
Después de la reunión del Consejo de la OTAN, el 30 de enero de 1999, se anunció oficialmente que la OTAN estaba lista para lanzar ataques contra Yugoslavia. La agresión de la OTAN estuvo precedida por ofertas poco sinceras de la comunidad internacional, así como por el despliegue de tropas adicionales de la OTAN en Albania y Macedonia. Las negociaciones en Rambouillet se llevaron a cabo del 6 de febrero al 19 de marzo.
La delegación de Federación Yugoslava no firmó el texto final ofrecido. A esto le siguió otra llegada de Richard Holbrooke a Belgrado el 22 de marzo para negociar con Slobodan Milošević. Los medios informaron de que este último intento de paz también fracasó.
El nivel de las exigencias enviadas al gobierno de Belgrado, que fue confirmado incluso por Madeleine Albright, fue subiendo durante todo el tiempo de las llamadas negociaciones, para así poder acabar culpando a Serbia. Según la interpretación de Vladislav Jovanović, los anuncios del bombardeo existían desde hacía diez años, desde el momento en que Bob Dole prometió la independencia en Pristina. Bill Clinton, el entonces presidente de los EE. UU., le dijo a la delegación de serbios que no firmaría lo que se le ofreció a Milosevic. Más tarde, Henry Kissinger expresó una opinión similar.
Yugoslavia acabó siendo atacada, acusada de ser culpable del desastre humanitario en Kosovo y Metohija. La causa inmediata, en realidad la justificación, fueron los acontecimientos de Račak el 15 de enero. En enero de 1999, el diplomático estadounidense William Walker, estrechamente vinculado a la CIA, organizó, junto con los combatientes albaneses, una provocación en el pueblo kosovar de Racak, lo cual serviría de pretexto para iniciar la agresión… Y luego, a los sucesos de Racak se añadió el fracaso de las supuestas negociaciones llevadas a cabo en Rambouillet y París. En realidad, se trataba de un apoyo a la organización terrorista de los albanokosovares, el llamado ELK, Ejército de Liberación de Kosovo (terroristas islamistas), que para entonces ya había cometido numerosos crímenes.
Después de que el parlamento serbio confirmara que no aceptaba la decisión de la OTAN de mantener tropas extranjeras en su territorio y propusiera que las fuerzas de las Naciones Unidas supervisaran el acuerdo de paz en Kosovo y Metohija, la OTAN acaba decidiendo comenzar los ataques aéreos.
Según el primer anuncio del Estado Mayor General del Ejército Yugoslavo, el 24 de marzo alrededor de las 8:45 p. m., más de veinte objetivos fueron atacados. Los primeros misiles cayeron sobre el cuartel de Prokuplje a las 19:53. Esto fue seguido por un ataque a Priština, Kuršumlija y Batajnica.
Esa misma tarde, el presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, anunció la necesidad de “demostrar la seriedad de la OTAN en su oposición a la represión”, subrayando la necesidad de “intimidar a Serbia y Yugoslavia” y “destruir las capacidades militares de Serbia”, para que, como dijo, “impedir que se emprendieran acciones contra los albanokosovares”. Esa misma noche, el primer ministro británico, Tony Blair, dijo que la agresión de la OTAN se llevó a cabo porque “el pueblo de Kosovo” lo pidió. Para aclarar aún más que, por “el pueblo de Kosovo” se refiere a los albanokosovares.
Diecinueve países de la OTAN comenzaron a bombardear desde barcos en el Adriático, así como desde cuatro bases aéreas en Italia. En primer lugar, se atacaron la defensa antiaérea y otras instalaciones del ejército yugoslavo.
Según los datos del Ministerio de Defensa de Serbia, 2.500 civiles murieron durante la agresión aérea de la OTAN, entre ellos 89 niños y 1.031 miembros del Ejército y la policía. Según la misma fuente, alrededor de 6.000 civiles resultaron heridos, de los cuales 2.700 eran niños, así como 5.173 soldados y policías, y 25 personas desaparecidas.
Según la información de los serbios, hasta el 10 de junio se registraron 18.168 despegues aéreos. Según fuentes de la OTAN, hubo 38.004 oleadas aéreas, de las cuales 10.484 fueron acciones de fuego, mientras que el resto fue de reconocimiento, antiaéreos y petroleros. En un principio, en las operaciones participaban diariamente alrededor de 70 aviones de combate, y luego ese número alcanzó la cifra de 400 diarios.
Por supuesto, los países agresores niegan que la OTAN tuviera pérdidas en cuanto a personas y tecnología. Las autoridades de entonces en Belgrado afirmaron que más de una docena de aviones fueron derribados, lo que no fue confirmado. La agencia rusa APN anunció que la OTAN había perdido más de 400 soldados y más de 60 aviones, mientras que el presidente estadounidense Bill Clinton afirmó en un discurso el 10 de junio de 1999 que la OTAN “no había sufrido bajas”. Aviones F-117, F-16, vehículos aéreos no tripulados, misiles de crucero, aviones F 117, los llamados “invisibles” hasta entonces símbolo de la superioridad de la tecnología estadounidense, terminaron en un campo del pueblo de Srem Budjanovci.
La OTAN llevó a cabo 2.300 ataques y lanzó 22.000 toneladas de misiles, incluidas 37.000 bombas de racimo prohibidas y las llenas de uranio enriquecido.
Casi no hay ciudad en Serbia que no haya sido atacada durante las 11 semanas de agresión. La OTAN llevó a cabo 2.300 ataques y lanzó 22.000 toneladas de misiles, incluidas 37.000 bombas de racimo prohibidas y las llenas de uranio enriquecido. Aparte de los ataques desde barcos en el Mar Adriático, así como los ataques procedentes de cuatro bases aéreas en Italia; las operaciones se llevaron a cabo desde bases en los países de Europa Occidental y EE. UU.
La infraestructura, las instalaciones económicas, las escuelas, las instituciones de salud, los medios de comunicación, los monumentos culturales, las iglesias y los monasterios fueron destruidos. Y en lo que respecta a la economía, alrededor del 50 por ciento de la capacidad de producción de Serbia fue destruída.
Los daños materiales causados durante la agresión de la OTAN, según las autoridades de entonces en Belgrado fueron aproximadamente de cien mil millones de dólares. Por el contrario, el grupo de economistas del G17 estimó los daños en 29,6 mil millones de dólares estadounidenses.
En el bombardeo, 25.000 edificios residenciales fueron destruidos y dañados, 470 kilómetros de carreteras y 595 kilómetros de vías férreas quedaron inutilizados. 14 aeropuertos, 19 hospitales, 20 centros de salud, 18 jardines de infancia, 69 escuelas, 176 monumentos culturales y 44 puentes resultaron dañados, mientras que 38 quedaron destruidos.
Se destruyó un tercio de la capacidad eléctrica del país, se bombardearon dos refinerías en Pancevo y Novi Sad y las fuerzas de la OTAN utilizaron por primera vez bombas de grafito para desactivar el sistema eléctrico. Las consecuencias generales para la salud de la población y las consecuencias ambientales son inconmensurables.
La embajada china en Belgrado fue destruida el 7 de mayo de 1999. El edificio de la RadioTelevión de Servia en Belgrado fue destruido el 23 de abril. Murieron 16 personas y otras tantas resultaron heridas. El edificio de Novi Sad Television fue atacado el 3 de mayo de 1999, en el Día Internacional de la Libertad de los Prensa.
La agresión se detuvo con la firma del Acuerdo Técnico-Militar en Kumanovo el 9 de junio de 1999, y la retirada de las fuerzas armadas yugoslavas de Kosovo y Metohija comenzó tres días después. El acuerdo determinó la retirada de las fuerzas de seguridad militar de la RFY de Kosovo y Metohija, y el establecimiento de UNMIK, una misión de las Naciones Unidas.
El 10 de junio de 1999, el Secretario General de la OTAN, el socialista Javier Solana emitió una orden para detener el bombardeo. Los últimos proyectiles cayeron en la zona del pueblo de Kololeč, no lejos de Kosovska Kamenica, a las 13:30 horas, y en el cuartel de Uroševac alrededor de las 19:35 horas. Era el día 79º de la agresión de la OTAN contra Serbia, es decir, la República Federativa de Yugoslavia.
El Consejo de Seguridad de la ONU adoptó entonces la Resolución 1244.
37.200 soldados de 36 países fueron desplegados y enviados por la ONU a la provincia servia como parte de la misión KFOR.
Como resultado de la agresión de la OTAN, Yugoslavia perdió Kosovo y la presencia de las fuerzas de ocupación de la OTAN, provocó la huida de 164.000 serbios y 24.000 gitanos de la región.
Yugoslavia (fundada en 1918 tras el final de la Primera Guerra Mundial por Serbios, Croatas y Eslovenos, que anteriormente habían declarado su independencia del Imperio Austro-Húngaro), acabó “muriendo”: en febrero de 2003 se transformó en la unión estatal de Serbia y Montenegro, que finalmente se disolvió en mayo de 2006.
Hace ya casi un cuarto de siglo, los ejércitos de la OTAN, de la Unión Europea y los EEUU agredieron a un estado soberano sin acuerdo del Consejo de Seguridad de la ONU… ni Kosovo, ni Yugoslavia, ni los miles de civiles asesinados allí, pueden ser resucitados.
Hace 24 años la OTAN agredió a la antigua Yugoslavia y la destruyó