La multiplicación de pantallas está provocando una descerebración a gran escala

Trastornos de la atención, el sueño y el lenguaje… ” La multiplicación de las pantallas está provocando una descerebración a gran escala.

Entrevista con el neurociéntifico Michedl Desmurget, autor del libro “La fábrica de cretinos digitales”.

Para el neurocientífico Michedl Desmurget, dejar a los niños y adolescentes frente a las pantallas es un abuso. Nos alerta de lo que considera un grave problema de salud pública.

Michel Desmurget dirige un equipo de investigación sobre plasticidad cerebral en el CNRS – Centro Nacional de Investigación Científica de Francia. Publicó en 2019 “La Fabrique du crétin digital. Les dangers des écrans pour nos enfants“, publicado al español por la editorial Planeta, bajo el título “La fábrica de cretinos digitales“.

Basándose en la literatura científica disponible, el neurocientífico detalla los efectos de la omnipresencia de las herramientas digitales en la cognición, el comportamiento y el bienestar de los niños.

P: En su libro, aborda los distintos tipos de pantallas clásicas, videojuegos, etc. ¿Cuál es la más perjudicial para el niño?

Michel Desmurget: Es la convergencia de todas ellas. Numerosos estudios demuestran el impacto de las pantallas, sean cuales sean, en los retrasos en el desarrollo del lenguaje, el sueño y la atención. El cerebro -sobre todo cuando aún está en desarrollo- no está diseñado para soportar este bombardeo sensorial.

¿Qué datos hay sobre el tiempo de pantalla?

Michel Desmurget: El tiempo de pantalla no sólo es excesivo, sino extravagante. En Estados Unidos, es de casi tres horas diarias a los 3 años, de cuatro horas y media entre los 8 y los 12 años y de seis horas y media entre los 13 y los 18 años. En Francia, los niños de 6 a 17 años pasaban una media de cuatro horas y once minutos al día delante de una pantalla en 2015, según el estudio Esteban, realizado por Santé publique France. Otros datos difieren ligeramente, pero todos se sitúan en rangos equivalentes y, en todos los casos, en proporciones muy elevadas. Solo entre el 6% y el 10% de los niños no están afectados.

¿Es tan grave?

Michel Desmurget: Antes de los seis años, se ha demostrado que las pantallas tienen un efecto a partir de quince minutos al día. En los primeros cinco o seis años de vida, cada minuto cuenta: ¡es un periodo de desarrollo, aprendizaje y plasticidad cerebral absolutamente único que no se repetirá!

Más allá de los seis años, hasta media hora o incluso una hora de consumo al día, no hay efectos mensurables, siempre que el contenido consultado sea adecuado y que esta actividad no afecte al sueño. Pero estamos mucho más allá. Lo que está ocurriendo ahora es un experimento sin precedentes de descerebración a gran escala.

¿Es un problema el nivel medio de consumo entre los adolescentes?

Michel Desmurget: Realmente podemos hablar de una epidemia entre los adolescentes; es un importante problema de salud pública. Toda la literatura apunta a los efectos nocivos de las pantallas sobre la concentración. Sea cual sea el contenido, sea cual sea el medio, el cerebro no está diseñado para tales exigencias exógenas. Numerosos estudios muestran un aumento de los riesgos de depresión, ansiedad y suicidio vinculados al tiempo frente a la pantalla.

Por último, las pantallas también contribuyen a la difusión de contenidos de riesgo sobre drogas, tabaco o sexualidad. En el caso de los adolescentes, ocupan entre el 40% y el 50% del tiempo de vigilia; uno de los principales efectos es sobre el sueño.

Según las últimas estadísticas, la mayoría de los adolescentes tienen una deuda de sueño, una actividad fundamental. En gran medida, esta deuda está vinculada al uso digital, que desplaza la hora de acostarse (el tiempo ofrecido a las pantallas tiene que ser ocupado en alguna parte) y retrasa la conciliación del sueño (la luz emitida por las pantallas perturba la secreción de melatonina, la hormona del sueño).

Usted menciona una relación entre el uso de pantallas y un descenso de la capacidad cognitiva, ¿es grave?

Michel Desmurget: Recordemos que existe un fuerte vínculo entre la riqueza del lenguaje y el rendimiento intelectual. ¿No dijo Robert Sternberg, profesor de psicología cognitiva de la Universidad de Yale, que “el vocabulario es probablemente el mejor indicador del nivel de inteligencia general de una persona“?

Las pantallas interfieren en el desarrollo de nuestras habilidades verbales, aunque haya otras causas, ya sean académicas (reducción del número de horas de enseñanza) o ambientales (disruptores endocrinos). Por ejemplo, en un niño de 18 meses, cada media hora adicional que pasa con un dispositivo móvil multiplica por 2,5 la probabilidad de observar retrasos en el lenguaje. Del mismo modo, cuanto más tiempo pasan los niños frente a una pantalla, menos expuestos están a los beneficios de la escritura y la lectura.

Ecoportal.net

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