La semana pasada, el jefe de la oficina ovni del Pentágono reveló durante una audiencia que la forma más reportada para los fenómenos aéreos no identificados (UAPs) es la de una esfera u orbe. ¿Pero qué tan posible es —desde el punto de vista de la aerodinámica— que un objeto de estas características vuele y maniobre en nuestra atmósfera? Un ingeniero aeroespacial de alto nivel lo analiza a continuación.
Crédito: MysteryPlanet.com.ar.
NOTA: El ingeniero aeroespacial desea permanecer en el anonimato bajo el pseudónimo de «Condorman». Según ha dado a conocer el Liberation Times, ha trabajado en la industria de la defensa durante más de 30 años diseñando tecnología avanzada.
El problema del aerodinamismo
Una esfera no es en absoluto una forma aerodinámica eficaz. A velocidades subsónicas no genera sustentación y genera grandes cantidades de arrastre a medida que la capa límite se separa de la superficie una vez que alcanza el diámetro máximo.
Y a velocidades supersónicas forma una fuerte onda de choque de proa y actúa como un freno de velocidad. La URSS utilizó una forma esférica para su vehículo de reingreso Vostok 1 por este motivo. Así que la aerodinámica no es la respuesta.
Hace unos meses, un colega propuso la hipótesis de que una esfera construida con materiales superconductores exóticos podría volar usando levitación magnética cuántica, también conocida como efecto Meissner.
Más de la mitad de los UAPs reportados son esféricos, según un análisis de AARO.
Cuando estos materiales se enfrían a su temperatura crítica o por debajo de ella, expulsan campos magnéticos. Este efecto se aplicaría al campo magnético de la Tierra, por lo tanto, al encender secciones de la superficie de la esfera para expulsar el campo magnético y apagarlas para detener el efecto, se podría hacer que una esfera levitara e incluso se moviera en cualquier dirección.
La forma redonda es la forma perfecta para lograr dicho movimiento, dependiendo de la granularidad de las secciones del superconductor.
Inicialmente descartamos esta hipótesis porque el campo magnético de la Tierra es débil y una esfera de 5 a 10 pies de diámetro no tendría forma de generar la energía necesaria.
Pero nuestro pensamiento ha evolucionado y ahora creemos que esta es una solución viable cuando se combina con otra tecnología emergente, la transmisión de energía.
El efecto Meissner y cómo funcionaría
Suponiendo que la esfera pueda generar suficiente energía de enfriamiento, o que el campo magnético de la Tierra pueda amplificarse, una esfera construida con materiales superconductores exóticos podría levitar, mantenerse en el aire e incluso moverse en cualquier dirección. Esto podría lograrse colocando las placas superconductoras en forma de rejilla.
Las placas serían independientes entre sí y podrían «encenderse» y ajustarse para expulsar el campo magnético o «apagarse» para no expulsarlo mediante un algoritmo, según la maniobra que intentara realizar.
Imán levitando sobre un material superconductor. Para experimentar los efectos de la superconductividad es necesario enfriar el superconductor a muy bajas temperaturas.
Para levitar, la esfera se «apagaría» o reduciría la potencia de las placas en la mitad superior y se «encendería» y ajustaría la potencia de las placas en la mitad inferior para expulsar el campo magnético. Demasiada potencia y la esfera sale disparada hacia arriba o demasiado poca y cae al suelo.
Lo mismo se aplica a permanecer en el aire con vientos fuertes. Las placas sobre la superficie se encenderían para expulsar el campo magnético y empujar contra el viento. El movimiento multieje también se puede lograr de esta manera aumentando la potencia de algunas de las placas y bajando o apagando otras. Con el aumento de la granularidad de la cuadrícula —que da como resultado placas cada vez más pequeñas—, la capacidad de maniobra se vuelve cada vez más aguda.
Esta tecnología podría detenerse, flotar y acelerar en una dirección diferente, imitando algunas de las descripciones de los UAPs.
Lo que esta tecnología no puede explicar es la velocidad supersónica.
Asumiendo la combinación de una potencia de enfriamiento muy alta, un campo magnético mejorado y una computadora ultrarrápida para controlar las placas superconductoras, este sistema puede pasar de flotar a altas velocidades subsónicas y detenerse y girar en ángulos de 90 grados. Pero cruzar la barrera transónica y lidiar con una onda de choque en arco requiere un tipo de tecnología muy diferente —como los propulsores de plasma, que dejaremos para otro momento—.
Campo magnético terrestre
El campo magnético de la Tierra es muy débil, oscilando entre 0,3 y 0,6 Gauss —a modo de comparación, un imán cuelga en la puerta de su refrigerador con una fuerza de 100 Gauss—. Para que esto funcione, necesitaríamos un superconductor extremadamente enfriado combinado con alguna forma de amplificar el campo magnético.
Esta es la razón original por la que rechazamos esta idea antes. Pero eso fue solo hasta que nos dimos cuenta de que podía lograrse con transmisión de energía.
La transmisión de energía se define como una transferencia de energía eléctrica punto a punto mediante un haz electromagnético dirigido. Fue una creación de Nikola Tesla, pero solo ahora finalmente se está convirtiendo en una realidad.
Se especula que Nikola Tesla ideó un sistema de transmisión de electricidad inalámbrico, de tal suerte que la energía podría ser llevada de un lugar a otro mediante ondas de naturaleza no hertzianas. Dicho sistema se basaría en la capacidad de la ionosfera para conducir electricidad, la potencia se transmitiría a una frecuencia de 6 Hz con una enorme torre llamada Wardenclyffe Tower, para valerse de la resonancia Schumann como medio de transporte. Crédito: MysteryPlanet.com.ar.
Los conceptos básicos involucran una gran nave o satélite —llamémoslo la nave nodriza— que transmite energía a vehículos dependientes más pequeños —llamémosles «naves ligeras»— a través de haces electromagnéticos como láseres, microondas o métodos similares.
Incluso hemos probado esta tecnología en el avión espacial X-37B de la Fuerza Espacial. Es casi seguro que la mayoría de los futuros drones y satélites serán naves ligeras propulsadas por una nave nodriza de algún tipo (tal como fue sugerido hace poco por el Dr. Avi Loeb y el Dr. Sean Kirkpatrick).
Si nuestra esfera hipotética es una nave ligera y tiene una poderosa nave nodriza, entonces los obstáculos comienzan a desaparecer.
Existe la posibilidad de que naves nodrizas extraterrestres y sondas más pequeñas visiten planetas de nuestro sistema solar. Crédito: MysteryPlanet.com.ar.
Una poderosa nave nodriza con tecnología avanzada sin duda puede transmitir suficiente energía a nuestra esfera para alcanzar temperaturas extremas sobreenfriadas.
Y con tecnología lo suficientemente avanzada, tal nave nodriza podría incluso aumentar la fuerza del campo magnético alrededor de la esfera.
Entonces, el concepto, aunque todavía descabellado, ya no parece imposible.
Fuente: LT. Edición: MP.