No preguntes por qué te siempre las mismas cosas, sino por qué eliges siempre el mismo camino

Por qué me pasan siempre las mismas cosas

Locura es hacer lo mismo una y otra vez, esperando resultados diferentes”, escribió Rita Mae Brown. Y, sin embargo, muchas veces tropezamos con la misma piedra simplemente porque no nos percatamos de que estamos recorriendo el mismo camino, por extraño que parezca. Por esa razón, en vez de preguntarnos desesperados o perplejos por qué nos pasan siempre las mismas cosas, deberíamos preguntarnos por qué elegimos siempre el mismo camino.

No aprendemos tanto de los errores como suponemos

Podemos aprender de nuestros errores. Por supuesto. Pero todo parece indicar que no aprendemos tanto como suponemos o como deberíamos, tanto de las buenas como de las malas decisiones. Curiosamente, el simple hecho de recordar los errores pasados podría condenarnos a repetirlos.

En una serie de experimentos realizados en el Boston College, los psicólogos pidieron a algunas personas que recordaran momentos en los que pudieron controlar con éxito su tentación de comprar por impulso, y a otros que recordaran momentos en que fracasaron. Curiosamente, quienes recordaron sus fracasos estaban más dispuestos a gastar para comprar el producto codiciado. Aparentemente, la sensación de fracaso desactiva el autocontrol e incita a la autoindulgencia.

No ha sido el único experimento que ha puesto en entredicho nuestra capacidad para aprender de los errores. Investigadores de la Universidad McMaster en Canadá crearon situaciones “en la punta de la lengua” mientras las personas intentaban encontrar la palabra adecuada. Cuando la persona no lograba hallar la respuesta y cometía errores, le pedían que siguiera intentándolo durante 10 o 30 segundos.

Unos días después, repitieron las mismas pruebas. Los psicólogos descubrieron que cuanto más tiempo se habían enfocado los participantes en el problema en la ronda anterior, más probable era que volvieran a tener un problema, lo que sugiere que más que encontrar la solución, su cerebro aprendió a equivocarse.

Lo que sucede es que, después de cometer un error, la próxima vez que surja un problema similar, nuestro cerebro suele ralentizar el proceso de toma de decisiones, un fenómeno que se conoce como “ralentización posterior al error”. Sin embargo, eso no siempre contribuye a que la próxima decisión sea mejor.

Lo más probable es que nuestro cerebro esté tan preocupado por descubrir el error, que nunca llegue a la solución, el paso esencial para aprender la lección. En práctica, nos enfocamos tanto en intentar comprender por qué se produjo el error, que nos distraemos con el flujo de información y no buscamos una solución mejor.

En otras palabras, seguimos un camino propenso a errores precisamente por el valor que les atribuimos. Consideramos los errores como anomalías que debemos diseccionar en nuestros “laboratorios mentales”, pero podemos perdemos en ese proceso, sin llegar a vislumbrar otra salida.

Nuestros patrones mentales dictan el camino

Aquellos que no aprenden nada de los hechos desagradables de la vida fuerzan a la conciencia cósmica a que los reproduzca tantas veces como sea necesario para aprender lo que enseña el drama de lo sucedido”, escribió Carl Jung.

En realidad, no es que exista una conciencia cósmica dispuesta a “castigarnos” sino que nuestras actitudes, resistencias, patrones mentales y formas de ver el mundo nos conducen a tomar las mismas decisiones, de manera que replicamos los errores.

En gran parte, la tendencia a tropezar dos veces con la misma piedra se debe a la manera en que está configurado nuestro cerebro. Las vías neuronales se van creando a medida que hacemos cosas. Cuando hacemos algo bien, se forma una conexión neural. Desafortunadamente, cuando hacemos algo mal, también se forma. Básicamente, así construimos nuestros hábitos, tanto los beneficiosos como los dañinos.

Esa es una de las razones por la que seguimos cometiendo los mismos errores una y otra vez. Recurrimos, por defecto, a las vías neuronales existentes, lo cual significa activar determinados patrones de pensamiento, estilos de afrontamiento o sistema de valores. Así no tenemos que afrontar la ardua tarea del cambio.

Sin embargo, repetir los mismos errores y revivir nuestro propio Día de la Marmota se convierte en un problema cuando se trata de patrones de comportamiento y formas de pensar tóxicas que arruinan nuestra vida, porque una cosa es olvidar las llaves al salir de casa y otra muy diferente es caer continuamente en relaciones abusivas, alimentar ciclos de deuda o aferrarse a hábitos tóxicos.

¿Cómo romper el bucle de las malas decisiones?

Para evitar cometer los mismos errores, quizá deberíamos dejar de prestar tanta atención a los fallos y enfocarnos más en la solución. En vez de recriminarnos y obsesionarnos con el momento en que elegimos mal, deberíamos trazar una estrategia de cara al futuro.

Analizar los errores está bien. Pero obsesionarnos con ellos puede ser un boomerang y nos mantiene atados al pasado. En cambio, podemos enfocarnos en el futuro y replantearnos nuestro camino con la vista puesta en la solución.

Debemos recordar que si sufrimos una compulsión de repetición, como llamó Freud a la tendencia a cometer los mismos errores una y otra vez, el problema no se encuentra fuera sino dentro. La explicación se halla en nuestros patrones mentales, expectativas y formas de ver el mundo. Por tanto, no sirve de nada que nos preguntemos por qué nos pasan siempre las mismas cosas, sino más bien por qué elegimos siempre el mismo camino.

Fuentes:

Nikolova, H. et. Al. (2016) Haunts or helps from the past: Understanding the effect of recall on current self-control. Journal of Consumer Psychology; 26(2): 245-256.

Warriner, A. B. & Humphreys, K. R. (2008) Learning to fail: Reoccurring tip-of-the-tongue states. The Quarterly Journal of Experimental Psychology; 61(4): 535-542.

No preguntes por qué te pasan siempre las mismas cosas, sino por qué eliges siempre el mismo camino

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