El Partido Popular y Vox son las únicas formaciones en la Comunidad Valenciana que al finalizar sus mítines hacen sonar el himno regional y el de España. El PSPV-PSOE, Compromís y Unidas Podemos dan por concluidos sus actos sin que suene ningún tipo de acorde más allá de las sintonías de sus organizaciones o, en todo caso, con alguna canción reivindicativa.
Con esos antecedentes, no resulta extraño que tanto los símbolos nacionales como autonómicos hayan vivido unos años de desprestigio y desprecio durante las dos legislaturas en las que la izquierda ha estado al frente de la Generalitat y de los principales ayuntamientos.
Entre otros motivos, el progresivo intento de catalanización de la sociedad valenciana ha sido clave para que el pasado 28 de mayo los ciudadanos dieran la espalda a sus gestores y optaran por un cambio de rumbo pilotado por el centro-derecha. Ocurrió en numerosos municipios, pero la capital levantina es el caso que mejor lo ejemplifica.
La Señera, sin entrar a lao Catedral
Con la llegada de la popular María José Catalá a la alcaldía, se ha vuelto a tener en consideración los emblemas que representan a la ciudad y la región. Tras dos mandatos en los que dirigentes de Compromís han mostrado en público la bandera independentista catalana y han abogado sin ruborizarse por implantar los ‘Países Catalanes’, la Real Senyera valenciana ha recobrado su lugar. Así, desde el mismo 17 de junio, día en que la alcaldesa tomó posesión, cada noche la fachada del Ayuntamiento luce los colores de la bandera autonómica.
Del mismo modo, la regidora ha iniciado los trámites para que la enseña entre en la Catedral en el Te Deum durante la procesión cívica de la festividad del 9 de Octubre, día de la Comunidad Valenciana. Ese fue un compromiso adquirido durante la campaña electoral con el objetivo de revertir la política de Ribó, que se aferró a que España es un país aconfesional para cortar de raíz una tradición católica.
La defensa de la Señera también incluye no promocionar a asociaciones que promuevan su menosprecio para sustituirla por una que englobe a la región, Cataluña y Baleares, contraviniendo lo establecido en el Estatuto de Autonomía. De este modo, tal como señaló en una entrevista en El Debate, Catalá dejará de aprobar subvenciones a grupos separatistas: «El millón de euros que Compromís y PSOE se han gastado en entidades que no respetan el Estatuto de Autonomía se invertirá en los valencianos. Se acabaron los caprichos ideológicos de la izquierda regados con dinero público», fueron sus palabras.
En esta línea, el nuevo Gobierno municipal ampliará la partida destinada a Lo Rat Penat, una asociación cultural centenaria en la ciudad dedicada a «la promoción, defensa y enseñanza de la lengua y culturas valencianas», según se explica en su página web. Además, es todo un símbolo, ya que es la «decana de las entidades culturales valencianistas».
Una de las medidas que Joan Ribó adoptó como alcalde levantino fue la de reducir de 70.000 a 13.000 euros los fondos públicos que Lo Rat Penat recibía. Ahora, el colectivo recupera la asignación que tenía con anterioridad a 2015 porque, según la primera edil, «es lo mínimo» para que «continúe como proyecto cultural, de señas de identidad en la ciudad».
Respeto institucional en Castellón
Como se ha mencionado al inicio del texto, la simpatía que los partidos de izquierdas muestran hacia el himno de España es casi inexistente y hay ejemplos que lo demuestran. El exalcalde de Valencia es, de nuevo, el protagonista. El acto más solemne del 9 de Octubre es cuando la Señera baja desde el balcón del Ayuntamiento. Desciende por ahí porque al tener la catalogación de Real -es la única-, no se puede inclinar ante nada ni ante nadie.
Lo hace al son del himno nacional, aunque en 2015 el nacionalista quiso estrenarse en el cargo mostrando su impronta ideológica y cambió la Marcha Real por la de la Ciudad, algo insólito hasta el momento. Cabe señalar que desligar a la Comunidad Valenciana de España es ir contra la historia y la tradición regionales y así lo expresa el himno autonómico: «Para ofrendar nuevas glorias a España», comienza la canción y se repite hasta en tres ocasiones.
Fuera de la capital del Turia, el cambio en ayuntamientos también ha ido aparejado a una recuperación de lo valenciano y lo nacional. En Castellón, la recientemente investida alcaldesa, Begoña Carrasco, (PP) salió a la puerta del Ayuntamiento tras jurar el cargo y allí, ofreciendo la vara de mando a sus ciudadanos, sonó el himno de la Comunidad Valenciana y, a continuación, el nacional. Ese hecho ha sido durante años impensable, a pesar de que se trataba de simple respeto institucional.
Por tanto, aunque a lo largo de los distintos mandatos se adopten medidas fiscales, de limpieza o movilidad, el cambio que el centro-derecha prometió en la campaña de las elecciones municipales está comenzando por volver a dotar a los símbolos de España y la región de un significado y un valor del que socialistas, nacionalistas y comunistas quisieron desposeerles. Fin a las subvenciones al independentismo, fin a no defender las banderas constitucionales y fin a no escuchar el himno nacional. En definitiva, fin a los complejos catalanistas.
Normal, estos españoles solo saben inmigrar a tierras Catalanas, porque el pais Valencia es parte de la corona de Aragon y se habla Catalan.
No, no es verdad. Al menos lo que yo conozco.
Yo vivo en Elche y aquí se habla valenciano, no catalán. Yo hablo ambos y se diferenciarlos. Alguien que no los hable los puede confundir, pero tienen bastantes diferencias.
Se habla, sobre todo, en la calle y el campo. En los comercios, enseñanza e instituciones se habla español.
Los valencianos son muy nacionalistas y no se consideran pertenecientes a Cataluña. Además son marcadamente valencianos y españoles, no hay valencianos que no se consideren españoles, como sí ocurre con algunos catalanes.
Independientemente de las veleidades de algunos políticos, el valenciano de a pie se considera orgullosamente valenciano y orgullosamente español. Y se ven señeras en muchos lugares, junto a la bandera española.
Y en Aragón, obviamente, tampoco se habla catalán.
Hace años, grupos catalanistas tenían bastante actividad en la zona, tratando de fusionar los mensajes y atraer hacia el independentismo. Pero no caló en la población y quedaron reducidos a grupos minoritarios sin apenas trascendencia.
Lo que está ocurriendo ahora es lo que la gente considera normal y adecuado. Lo anterior es lo que no se entendía ni se compartía por la mayoría.