La sandía es una fruta típica del verano e ideal por su gran cantidad de agua
Este verano ha llegado con varias alertas alimentarias en productos de gran consumo por los ciudadanos españoles. Tras el brote de botulismo generado por la ingesta de tortillas prefabricadas por el Grupo Palacios, que ya ha llevado a la UCI a cerca de una decena de personas en nuestro país, llega el aviso por otro de los productos estrella del verano: la sandía.
Concretamente, la alerta alimentaria, lanzada por el sistema europeo de alerta rápida para alimentos y piensos (RASFF), se centra en un lote de sandías de origen marroquí que fue detectado en un control fronterizo. El riesgo para la salud está ocasionado por un alto nivel de metomilo, un pesticida no autorizado.
Desde la asociación FACUA-Consumidores en acción han recogido esta información, detallando, además, las cifras de las que hablamos y que comprometen la salud en caso de ingesta: “Las sandías marroquíes interceptadas contenían restos de un insecticida en una proporción superior a la permitida en el mercado europeo, en concreto en una proporción de 0,38+/-0,19 mg/kg-ppm, cuando su Límite Máximo de Residuos (LMR), está establecido en 0,015 mg/kg-ppm”, explican en su página web.
No son los únicos detalles que aporta esta asociación de consumidores. El metomilo, detallan, “es una sustancia que se usa como pesticida y que puede tener consecuencias graves en algunos casos”. ¿Cómo detectarlo? ¿Qué síntomas puede causar? “Los síntomas de intoxicación por esta sustancia son dolor de cabeza, mareos, náuseas, vómitos, sudoración excesiva, temblores, debilidad muscular y visión borrosa2, prosiguen.
Además, el metomilo puede ser especialmente dañino si su consumo se produce a la par que la ingesta de alcohol, algo habitual en periodo vacacional o estival debido a las vacaciones. Desde FACUA-Consumidores en Acción explican que esta mezcla puede causar fallos renales y problemas en el sistema nervioso central y periférico.
¿Dónde han llegado estas sandías?
Esto es la gran incógnita. El sistema europeo de alerta rápida para alimentos y piensos, el primero en detectar esta alerta alimentaria, reconoce su desconocimiento sobre los lugares en los que se ha realizado la distribución de estas sandías afectadas.
Justo después del brote por botulismo
Esta alerta, como advertíamos, se produce poco después de que los españoles recibiesen con emergencia el brote de botulismo derivado de comer tortillas prefabricadas y envasadas comercializadas en buena parte de los supermercados españoles. El aviso del Grupo Palacios, uno de los grandes suministradores de este producto, provocó la rápida respuesta de los supermercados; no obstante, cerca de una decena de personas ya han tenido que acudir al hospital contagiados de esta enfermedad.
Pero ¿qué es el botulismo? El botulismo es una enfermedad rara pero grave, que se provoca por una toxina que ataca el sistema nervioso, y puede causar dificultad para respirar, parálisis muscular y hasta la muerte. Los síntomas del botulismo provocado por alimentos en mal estado incluyen visión borrosa o doble, debilidad general, reflejos pobres, dificultad para tragar o respirar y, a veces, la muerte. Sin embargo, en niños es más grave. El botulismo infantil cuenta con una gran variedad de síntomas que incluyen dificultad respiratoria, alteraciones visuales, alimentación pobre y reflejos pobres.
Los síntomas del botulismo provocado por alimentos aparecen, en general, entre 12 y 36 horas después de la ingestión, aunque muchas veces no surgen hasta varios días después. No se conoce el período de incubación del botulismo infantil.
Los alimentos que pueden estar contaminados en nuestras casas incluyen verduras enlatadas en el hogar, carne de cerdo y jamón curados, pescado crudo o ahumado, miel o el jarabe de maíz, patatas al horno cocinadas en papel aluminio, el jugo de la zanahoria y el ajo picado conservado en aceite.
Además, la hospitalización es casi obligada. Las bacterias producen esporas de protección que les ayudan a sobrevivir. En ciertas condiciones, tales como alimentos mal conservados o mal enlatados, estas esporas pueden crecer y producen la mencionada toxina. Al ingerirla, incluso cantidades pequeñísimas de esta toxina, pueden provocar intoxicación grave.
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