A lo largo de los años nos han enseñado la importancia de reciclar. «Recicla, sigue reciclando y así contribuirás al medio ambiente». El mensaje es claro. Pero ahora los científicos explican en un nuevo estudio publicado que la sociedad se ha equivocado con la obsesión de reciclar que nos han metido en el cuerpo. ¿Qué es lo que hemos hecho mal?
Pasan los años y hay científicos que aguantan el paso del tiempo sabiendo que la sociedad no lo está haciendo bien. Y eso les tiene que quemar por dentro. Ha llegado un punto en el cual las acciones de reciclaje que se han instaurado entre las personas están activando alarmas, puesto que no son, ni mucho menos, tan eficientes como se podría haber imaginado.
Es una cortina de humo
Dicen los científicos encargados de este estudio publicado en The Conversation, que el problema es que la estrategia de reciclaje que se ha extendido en el mundo entero se está usando, ya sea voluntaria o involuntariamente, como una cortina de humo. Sabemos que tenemos que reciclar y lo hacemos, pero al mismo tiempo la industria no pone control sobre el exceso de producción de residuos y tampoco se esfuerza de ninguna manera en probar otras alternativas de reciclaje.
Las personas, sin darnos cuenta, nos refugiamos en la idea de que estamos reciclando para continuar con hábitos de consumo que son muy poco beneficiosos para el medio ambiente. Y dentro de nosotros quizá pensamos «no importa, porque luego lo reciclo», pero lo cierto es que sí importa. Tanto por el volumen de residuos generales que se producen como porque, en general, no tenemos claro qué es aquello que se recicla y lo que no tiene vuelta de hoja.
Distintos experimentos lo demuestran
Estos investigadores de la Universidad de Virginia han llevado a cabo multitud de pruebas y experimentos con la intención de comprobar lo que, por adelantado, ya se estaban temiendo. Por ejemplo, en una prueba pusieron a un grupo de voluntarios ante una pregunta sencilla: ordenar por nivel de eficacia las tres acciones que utilizamos cuando reciclamos: reducir el consumo, reutilizar y reciclar. Dicen que un 78% de los encuestados no acertó con la respuesta correcta.
Otro de los estudios que llevaron a cabo fue práctico. Se colocó a los participantes ante un software en el que tenían que decidir dónde tenían que ir los distintos residuos que aparecían en pantalla. ¿Cuáles terminarían siendo reciclados? Las otras dos opciones eran residuos que acabarían en el basurero y aquellos que se transformarían en compost. Lo que descubrieron en este caso fue que los resultados fueron todavía más alarmantes que los de la primera prueba. Hubo personas que dejaron claro que no tenían un conocimiento adecuado sobre qué se tiene que reciclar y qué no. Por ejemplo, algunas personas decidieron poner las bombillas en el grupo de productos que servirían para ser reciclados, algo que es bastante obvio que se trata de un error.
Y, extrapolando este tipo de resultados a la sociedad en general, se puede entender que no estamos reciclando como deberíamos por mucho que así lo pensemos. No obstante, como ya puedes imaginarte, tampoco se nos está intentando enseñar, corregir o dar más indicaciones. Atrás quedaron aquellos panfletos que se repartieron por las casas cuando España comenzó a reciclar y que, muy posiblemente, también acabaron en la basura. Hoy día, lo que critican los científicos es que ni las empresas ni los gobiernos se están esforzando de ninguna manera en solucionar el problema.
Van más allá y mencionan que hay empresas a las que no les preocupa para nada y que incluso están moviendo hilos para generar más residuos debido a que, en cierta manera, les puede convenir. Por ello quieren que estos resultados se analicen a fondo y que se vea todo aquello que estamos haciendo mal y que deberíamos remediar. No se trata de obsesionarnos con reciclar y de pensar que puedes comprar artículos con envases de plástico interminables porque pienses que se van a reciclar. Como dicen en el estudio, que reciclemos no es como si tuviéramos una carta para librarse de la cárcel que nos quite responsabilidad.
Pero el problema, como ya se puede ver, va más allá de lo que puedan hacer únicamente los ciudadanos. Es una situación mayor y más preocupante a la que se debería poner freno cuanto antes. Por desgracia, no parece que sea una prioridad para nadie.