Los comentarios del blog, en relación a la política y las elecciones, me han dado la idea de realizar un artículo, que trataría sobre la visión política vivida desde el punto de vista budista.
Todos los aspectos sociales, intelectuales o ideológicos que manejamos como ser, tienen dos vertientes:
La primera en la que nos solemos mover habitualmente, es la que concierne al yo inferior.
El yo inferior es el yo de la necesidad, el deseo. Hacemos aquello que deseamos y que creemos necesitar. La afiliación política viene generada normalmente o bien por el deseo de pertenencia al grupo que consideramos nuestro o, como antagonismo y rechazo al grupo que nos resulta hostil.
Si nos dejamos llevar por el yo inferior, desarrollaremos un sentimiento de pertenencia y consideraremos un ataque personal, todo aquello que no comparta la visión de nuestro bando o color.
Esta afiliación al color ideológico, es propia de un viaje intelectual, que nos lleva a profundizar en las razones por las que nuestro color tiene la razón suprema.
No se trata de pecado, equivocación de bando. No hay bandos buenos o malos, justos o injustos. Se trata de inconsciencia e ignorancia.
Este viaje de la vida, de la experiencia, de la madurez, nos conduce al regreso, al retorno al origen. A medida que crecemos en sabiduría, aprendemos que lo exterior, el color, se desvanece en muchas gamas que no sacian nuestra sed.
Finalmente tenemos que volver a nosotros mismos, pero esta vez no lo hacemos al yo inferior, sino al yo superior. El yo superior está motivado por el crecimiento personal, la trascendencia y la visión con sabiduría de los sucesos que nos alcanzan.
Buscamos la justicia, la honestidad, en nuestro interior no en un color exterior. Y vemos que es ahí donde realmente encontramos la paz interior y atisbamos la felicidad.
Con el retorno iniciamos un nuevo viaje en nosotros mismos, pero no para reafirmarnos, sino para ir decostruyéndonos de todo lo que no es importante ni necesario. Aligerar la mochila con lo fundamental.
Quedarnos ligeros de equipaje, para abordar el final del camino, con la paz necesaria
maestroviejo