Robert Epstein.- Las grandes empresas tecnológicas están manipulando deliberadamente los resultados de nuestras elecciones y el pensamiento y las creencias de nuestros hijos. Y están teniendo un enorme impacto.
Si lo duda, considere estos últimos datos de mi laboratorio, el American Institute for Behavioral Research and Technology (AIBRT).
Pensemos en esto: el Partido Republicano tiene actualmente una escasa mayoría de 10 escaños en la Cámara de Representantes. Sin la interferencia de Google en 2022, probablemente ahora tendría una mayoría de más del triple de ese tamaño.
Las elecciones de mitad de mandato de 2022 que dieron a los demócratas una mayoría de dos votos en el Senado de Estados Unidos contaron con bastante ayuda de Google y, en menor medida, de un par de otras grandes empresas tecnológicas.
Si Google no hubiera interferido en las elecciones de mitad de mandato de 2022, el Partido Republicano probablemente hubiera acabado con una mayoría de al menos dos escaños.
Las grandes tecnológicas que han irrumpido en los últimos 20 años -como han declarado algunos de sus miembros más destacados- han socavado nuestra democracia, adoctrinado a nuestros hijos y convertido cada vez más nuestra libertad en una ilusión.
Tristan Harris antiguo “diseñador ético” de Google, afirma que formaba parte de un equipo de la empresa cuyo trabajo consistía en influir sobre “la atención y los pensamientos de mil millones de personas cada día”. Jaron Lanier científico informático y uno de los primeros inversores en Google y Facebook, afirma que los contenidos de Big Tech “se han transformado en una modificación continua del comportamiento de forma masiva”. Otro de los primeros inversores en estas empresas, el destacado escritor y capitalista de riesgo Roger McNamee, ha declarado que ahora se arrepiente de haberlas financiado y afirma que constituyen “una amenaza para la salud pública y la democracia”.
Investigación rigurosa
Estas preocupaciones son válidas y las cifras del Senado son correctas: llevamos más de 10 años utilizando métodos rigurosos y científicos para estudiar tanto a Google como a otras empresas tecnológicas. Durante este tiempo, hemos descubierto y cuantificado una docena de nuevas y poderosas formas de influencia que internet ha hecho posibles. También hemos desarrollado y desplegado sistemas de vigilancia que rastrean, registran y analizan los contenidos personalizados que Google y otras empresas tecnológicas envían a votantes y niños las 24 horas del día; en otras palabras, estamos vigilando sus sistemas y haciendo con ellos lo que ellos hacen con nosotros.
Nuestros estudios científicos básicos, revisados por pares, muestran claramente el poder que tienen Google y otras compañías para alterar pensamientos y comportamientos. Nuestros sistemas de monitoreo confirman que estas empresas utilizan estas técnicas, como confirman los informantes de las tecnológicas, así como las filtraciones de documentos, correos electrónicos, vídeos y otros materiales de Google, Facebook y Twitter.
Las técnicas que hemos descubierto -el Efecto de Manipulación en Buscadores, el Efecto Bot de Respuesta, el Efecto Mensajes Dirigidos y otros- pueden cambiar fácilmente las opiniones y preferencias de voto de los indecisos entre un 20% y un 80% tras una sola manipulación. Pero Google puede repetir estas manipulaciones muchas veces durante un periodo de meses antes de unas elecciones.
Suponiendo que los efectos de estas técnicas sean aditivos, es probable que Google pueda producir cambios aún mayores en las opiniones y preferencias de voto que los de una sola manipulación utilizada una sola vez.
Google también sabe exactamente quién es vulnerable a estas manipulaciones -quién permanece indeciso antes del día de las elecciones, por ejemplo-, por lo que puede dirigirse y bombardear de forma masiva a las personas adecuadas las 24 horas del día.
Nuestras investigaciones han demostrado repetidamente que las manipulaciones pueden resultar invisibles para la gente, y a menudo pueden producir cambios del 40% o más en las preferencias de voto de los electores indecisos. Se sienten libres, aunque estén fuertemente controlados. Como escribió un periodista: “Es realmente el crimen perfecto”.
Por último, nuestra investigación mide la influencia de las “experiencias efímeras” -término usado por las tecnológicas-, es decir, contenidos que se ven brevemente, afectan al usuario y luego desaparecen para siempre, sin dejar rastro que las autoridades puedan seguir. La mayoría de los contenidos en línea -resultados de búsqueda, noticias, secuencias de vídeo, etc.- son efímeros.
¿Puede Google utilizar deliberadamente contenidos efímeros para manipular a la gente? Por supuesto. Si lo duda, lea este artículo de 2018 del Wall Street Journal sobre algunos correos electrónicos filtrados. En ese intercambio, los googlers están discutiendo cómo podrían utilizar “experiencias efímeras” para cambiar la opinión de la gente sobre la prohibición temporal de viajar impuesta por Trump en 2017 a los visitantes de siete países de mayoría musulmana.
Capacidades de vigilancia en rápido crecimiento
En los días previos a las elecciones legislativas de 2022, el American Institute for Behavioral Research and Technology supervisó los contenidos de las Big Tech a través de 2.742 computadoras de votantes registrados en 10 estados indecisos, y conservó más de 2,5 millones de experiencias efímeras – datos que normalmente se pierden para siempre – en Google y otras plataformas.
Conservamos pruebas abrumadoras de las manipulaciones de Google en su motor de búsqueda, en sus recomendaciones de videos en YouTube (propiedad de Google) e incluso en su página de inicio el día de las elecciones. Ese día en Florida, por ejemplo, el 100% de los liberales recibieron recordatorios de voto en su versión de la página principal de Google (Figura 1), pero sólo el 59% de los conservadores (Figura 2).
La solución probada: un sistema de vigilancia permanente y autosuficiente
En general, Google puede cambiar fácilmente los votos de entre el 20% y el 80% de los votantes indecisos; ahora mismo, eso supone alrededor del 40% del electorado. Esto podría tener enormes consecuencias. A mediados de 2024, es probable que el 20% de los votantes aún no haya decidido a quién apoyar. En ese momento, Google aún podrá influir en hasta el 80% de los votos de esas personas, es decir, hasta el 16% del electorado.
Si 158 millones de personas votan en 2024, como lo hicieron en 2020, significa que Google probablemente podría cambiar los votos de entre 6,4 y 25,5 millones de personas, controlando así fácilmente el resultado de cualquier elección en la que el margen de victoria proyectado sea inferior al 4%. No hay leyes ni reglamentos que puedan detenerlos, pero nuestra vigilancia sí. Monitoreamos sus sistemas y les hacemos lo que ellos nos hacen a nosotros. Cuando las grandes tecnológicas saben que sus manipulaciones están siendo vigiladas, retroceden. Ya ha servido para acabar con las manipulaciones en unas elecciones importantes.
El 5 de noviembre de 2020, tres senadores estadounidenses enviaron un carta de advertencia al consejero delegado de Google expresando su preocupación por el sesgo político extremo que nuestro sistema de vigilancia había detectado en los días previos a las elecciones presidenciales, sesgo suficiente para haber decantado al menos 6 millones de votos hacia Joe Biden.
Como resultado, Google acabó inmediatamente con sus manipulaciones electorales en las dos próximas elecciones al Senado en Georgia.
Supervisábamos el contenido de Google a través de los ordenadores de un grupo políticamente equilibrado de más de 1.000 votantes registrados en ese estado. Los recordatorios de ir a votar cesaron, y también el sesgo en los resultados de búsqueda de Google.
En otras palabras, la vigilancia, combinada con la presión política de nuestros dirigentes y nuestro público, puede obligar y obligará a Google y a otras tecnológicas a mantenerse alejadas de nuestras elecciones y de nuestros hijos. También dará a los legisladores, reguladores y litigantes la munición que necesitan para desafiar tanto a la empresa como a sus ejecutivos en los tribunales.
Desde 2016, establecimos seis sistemas de supervisión electoral, sólo durante las semanas previas a cada elección. Después de las elecciones legislativas de 2022 -con unos resultados tan flagrantes e inquietantes-, decidimos que por fin había llegado el momento de crear una sistema de vigilancia permanente en los 50 estados: un proyecto de 50 millones de dólares, que pudimos poner en marcha con 3 millones de dólares en donaciones de algunos estadounidenses patriotas.
Sin un sistema permanente como este, nunca sabremos hasta qué punto Google y su banda están jugando con nuestras elecciones, nuestros hijos o incluso con nuestras propias cabezas.
Sí, se meten con nosotros. Como se explica en “How Google Stopped the Red Wave” (Cómo Google detuvo la oleada roja), cada vez que vea contenido en línea gritando sobre los demócratas que han perpetrado la recolección generalizada de votos o el relleno de urnas, está siendo manipulado por ‘Google-y-la-Pandilla’. Son sus algoritmos -controlados con gran precisión por sus empleados- los que deciden qué contenidos se hacen virales y cuáles se suprimen. Si las historias sobre irregularidades en otras elecciones se extienden como la pólvora en internet y luego se hacen eco en las noticias, es porque Google-y-la-Pandilla quieren que lo hagan. ¿Por qué?
Así que no se fija en ellos, es decir en las propias empresas tecnológicas.
En el momento de escribir estas líneas, estamos conservando y analizando los contenidos de algunas Big Tech a través de los ordenadores de un grupo políticamente equilibrado de 9.838 votantes registrados en los 50 estados, y hemos alcanzado nuestros umbrales mínimos de “muestra representativa” en 5 estados. Ahora también vigilamos y conservamos contenidos -algunos bastante alarmantes- a través de los teléfonos y dispositivos móviles de niños y adolescentes.
Lo mejor de todo es que ya hemos conservado más de 25 millones de experiencias efímeras en Google y otras plataformas, contenidos que normalmente se pierden para siempre. Nuestro objetivo es poner nuestras conclusiones a disposición del público en tiempo real, las 24 horas del día, a través de paneles como America’s Digital Shield.
El problema es que, a menos que encontremos financiación adicional pronto, tendremos que empezar a reducir nuestros esfuerzos en agosto y es posible que tengamos que interrumpirlos por completo poco después.
Si este tipo de injerencia electoral continúa sin ser vigilada ni cuestionada, ¿podría el propio Partido Republicano -y, en última instancia, toda la democracia estadounidense- convertirse en experiencias efímeras?