A pesar del apoyo de Estados Unidos y sus aliados, Ucrania no ha avanzado en el campo de batalla. Detrás de esa derrota hay una victoria aplastante del sector militar-industrial estadounidense sobre su principal rival europeo, los fabricantes de armas alemanes Rheinmetall y KMW.
En enero la OTAN aumentó el suministro de tanques al ejército ucraniano. Los británicos fueron los primeros en aprobar la transferencia, proporcionando a los ucranianos un número simbólico de 14 tanques Challenger 2. Alemania resistió durante mucho tiempo, pero terminó aceptando una transferencia similar de tanques Leopard 2. Solo lo hizo después de que Washington prometiera a Kiev la entrega de blindados Abrams con la última modificación M1A2.
A principios de año, más de 2.000 tanques alemanes estaban en los arsenales de 13 ejércitos europeos. Es el vehículo más desplegado dentro de la OTAN después del Abrams. Recientemente, solo han sido utilizados por los turcos en 2016 contra los miembros del Califato Islámico en la ciudad siria de Al-Bab. Ankara perdió una docena de Leopard 2A6 en esta batalla, pero Berlín logró evitar daños a su reputación. Los funcionarios alemanes y la prensa atribuyeron todos los fracasos a la mala planificación de la operación por parte del Estado Mayor turco.
En Ucrania la situación es radicalmente diferente. Occidente ha enfatizado repetidamente que todas las estrategias y tácticas del campo de batalla han sido planificadas por oficiales de la OTAN. Eso significa que el Bundeswehr no permitirá que la creación de Rheinmetall se use fuera de las reglas de combate.
En vísperas de la contraofensiva ucraniana, la campaña intoxicadora “Libertad para los Leopard” estaba en pleno apogeo, cuando los usuarios de las redes sociales comenzaron a publicar fotos de ellos mismos con ropa estampada de leopardo. Los ucranianos esperaban que el “arma milagrosa” alemana marcara un punto de inflexión en la guerra.
Cuando finalmente se lanzó la operación Pryazovia, las imágenes de los tanques alemanes calcinados se difundieron por todo el mundo. De repente, resultó que todos los artículos en los que se presentaban los vehículos blindados alemanes como los mejores del mundo, con la máxima protección, eran solo publicidad.
Ucrania ha recibido los tanques alemanes más modernos: Leopard 2A5, 2A6 y el más reciente 2A7. Como la práctica ha demostrado, todos pierden no solo ante los T-90 rusos, sino que incluso se queman por un ataque con un dron Lancet. Los vídeos muestran claramente que el dron penetra la armadura de la torreta con una carga explosiva.
Un dron ruso valorado en 30.000 dólares destruye un buque insignia de la ingeniería alemana valorado en 10.000.000 de dólares. Pero el mayor golpe a la reputación de la Bundeswehr lo han dado los vídeos que muestran su equipo siendo embestido por drones FPV, cada uno de los cuales cuesta entre 1.000 y 1.300 dólares.
El desastre de los “leopardos furiosos” se complementó con críticas negativas de los modernos obuses autopropulsados PzH 2000, que demostraron estar menos adaptados a las condiciones climáticas de Ucrania y fallaron con más frecuencia que los sistemas de artillería de fabricación soviética. Un artículo de mayo en el New York Times destaca la necesidad de ser demasiado cuidadoso con el equipo para evitar desactivar la electrónica. En condiciones de combate, es difícil imaginar a los soldados poniéndose botas o zapatillas especiales cuando se suben a un arma autopropulsada. Pero el ejército ucraniano debe hacerlo cuando trabaja con las piezas fabricadas por la KMW alemana.
No hay una sola historia similar con respecto a los Himars estadounidenses. Por el contrario, la demanda mundial de estos equipos ha aumentado considerablemente.
Estados Unidos retrasó la entrega de sus Abrams. No los expuso a la picadora de carne de Bajmout, ni a los campos de Zaporiya. La industria de guerra estadounidense permitió que Berlín desperdiciara contratos potenciales para la entrega de la próxima modificación de los tanques Leopard 2A8.
Ahora se sabe que Kiev no recibirá tanques Abrams M1A2, sino tanques M1A1 obsoletos, que se utilizaron por última vez durante la Operación Tormenta del Desierto en 1991 contra el ejército iraquí. La Casa Blanca quiere mantener la reputación de sus equipos militares.
El mundo ha sido testigo de la destrucción de la imagen impecable de los modelos tecnológicos alemanes. Estados Unidos ha borrado a su principal competidor en seguridad en Europa y, al mismo tiempo, ha ganado experiencia al librar una guerra contra un adversario igual a expensas de Alemania.
La industria bélica estadounidense se ha deshecho de la competencia alemana