Una filosofía y práctica espiritual que ha existido durante más de 2500 años llegó a Occidente con gran fuerza en las últimas décadas. Se trata del budismo; aunque muchos se sienten atraídos por sus enseñanzas de compasión, autoconocimiento y liberación, es fácil cometer errores al aplicar sus principios, debido a supuestos o preconceptos culturales.
Originaria del subcontinente indio, esta tradición rica y profunda influye en una multitud de culturas y sociedades a lo largo de los milenios. A medida que estas enseñanzas se aproximan al mundo occidental, muchos se benefician de ellas; pero pueden surgir malentendidos. Ahondemos en ellos.
Errores frecuentes al aplicar el budismo
No es raro que los principiantes y, a veces, aquellos con años de experiencia se equivoquen en la interpretación o aplicación de las enseñanzas budistas. Sin embargo, advertirlos es una oportunidad de aprendizaje. En este artículo exploraremos cinco de estos errores comunes y ofreceremos perspectivas para evitarlos o corregirlos. ¡Toma nota!
1. Superficialidad de la práctica
En un mundo globalizado y de fácil acceso a la información es usual adoptar elementos de diversas culturas, desde símbolos hasta platos gastronómicos. Muchos entran en contacto con elementos budistas, así que no es extraño ver estatuas de Buda en varios sitios o usar japa malas (cuentas de oración).
Pero es distinto adoptar el budismo como una moda pasajera y comprometerse con sus enseñanzas. La práctica budista está centrada en la meditación y ciertos principios éticos. No obstante, para obtener verdaderos beneficios, es necesario comprometerse de modo genuino y constante.
Esto no significa renunciar a la vida cotidiana y retirarse a las montañas. Lo que implica es estudiar las enseñanzas con sinceridad, practicar la meditación regular y esforzarse por vivir de acuerdo con principios como los cinco preceptos.
2. Confundir paz interior con pasividad
La imagen del Buda sentado en meditación, con una expresión serena y pacífica, se asocia con la idea de quietud mental. Sin embargo, en la búsqueda de emular esta serenidad, muchos practicantes confunden la idea de paz interior con la pasividad o la inercia. El budismo no promueve la pasividad, sino la acción consciente y compasiva.
Hay una profunda diferencia entre permanecer pasivo ante las injusticias o desafíos y actuar con conciencia plena y comprensión. La búsqueda de la serenidad no es una invitación a retirarnos del mundo y sus problemas, sino de enfrentarlos con una mente clara y ecuánime. Que nuestras emociones no se agiten con facilidad no quiere decir que seamos indiferentes.
3. Buscar experiencias especiales en la meditación
Muchos se acercan a la meditación creyendo que encontrarán experiencias místicas y trascendentales. Si bien es cierto que la meditación conduce a estados mentales profundos y éxtasis, la práctica intenta evitar la búsqueda de cualquier experiencia particular.
Desde el budismo, la meditación se centra en observar la realidad tal y como es, no como quisiéramos que fuera. Es probable que durante las horas de meditación también experimentemos dolores, incomodidad y todo tipo de distracciones mentales.
Negar dicha realidad es alejarse del verdadero sentido de la meditación. Si comenzamos a generar aversión por las sensaciones desagradables y deseo por las experiencias especiales, estaremos caminando en sentido contrario a las enseñanzas budistas.
4. Malentendidos en torno al «no-ser»
Una de las enseñanzas fundamentales del budismo es el concepto de anatta (en pali) o anātman (en sánscrito), que se traduce como ‘no-yo’ o ‘no-ser’, y el concepto relacionado de śūnyatā o vacuidad. Estos términos no suponen que nada exista o que todo carezca de relevancia, como podría sugerir el nihilismo.
Más bien, su enseñanza se centra en que el «no-ser» se refiere a la ausencia de un yo fijo, permanente e independiente en todos los seres y fenómenos, reconociendo la compleja red de interdependencia que subyace en todo lo que experimentamos.
En lugar de negar la existencia, nos invita a comprender que todo está en constante cambio y que nuestra percepción de una identidad sólida y duradera es una ilusión.
En otras palabras, se trata de reconocer la naturaleza impermanente de todo lo que nos rodea, lo que nos ayuda a liberarnos del sufrimiento que surge, de aferrarnos a conceptos erróneos de la realidad.
5. Hacer demasiado énfasis en la teoría
Una de las principales características del budismo es la importancia que da a la práctica, centrándose en la búsqueda de una vivencia personal y directa del conocimiento. Si uno se enfoca demasiado en la teoría, puede perder de vista la importancia de la experiencia y quedarse atrapado en debates intelectuales, en lugar de experimentar la transformación real.
En el culamalunkya sutta el Buda explica a través de la historia del hombre herido por la flecha por qué no debe preocuparnos aquello que no lleva a la liberación. Dicho hombre, al ser herido por una flecha, afirma que no se la quitará hasta no saber quién se la lanzó, desde dónde, de qué material está hecha la flecha, qué tipo de pluma llevaba, etc.
Allí se hace una analogía que busca desestimar las preguntas sin respuestas. De la misma manera, muchos se cuestionan si el universo es infinito o si el alma y el cuerpo son una misma cosa y no se concentran en la práctica. Lo importante es lograr el equilibrio de la mente y la ecuanimidad con el fin de salir del sufrimiento.
Superar los malentendidos del budismo
Comprender estos y otros errores al practicar budismo acerca a la esencia real de su doctrina filosófica y espiritual. Es muy fácil malinterpretar sus ideas si se desconoce su origen, también cuando se hace desde la lupa occidental.
Unificar la teoría con la práctica, al término que estudiar y revisar las fuentes primarias, resulta imprescindible cuando se desea recibir las enseñanzas del budismo sin cometer errores.
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