LR.- Feijóo ha elegido Madrid para el ensayo de su sesión de investidura y mañana avanzará las líneas fundamentales de su discurso. El candidato popular se someterá al debate y votación de su candidatura a la Presidencia del Gobierno dos días después de la masiva movilización que se espera en la capital.
La formación en Madrid augura un éxito rotundo en la protesta convocada por Génova para denunciar las funestas intenciones de Sánchez. La elección de la Plaza de Felipe II para el llamamiento no es casual. La organización cambió de escenario tras elegir en un principio la Plaza de España, con una capacidad ligeramente superior. Por un lado, la gestión de expectativas jugó a favor del segundo movimiento. No se podía fallar en las previsiones y el lugar elegido en el distrito de Salamanca ofrecía unas posibilidades más realistas, de en torno a 10.000 personas, frente a casi el doble de la primera opción.
Por otra parte, la Plaza de Felipe II permitía acercar la protesta a los de Vox. El partido de Abascal cuenta con un nutrido grupo de militantes y simpatizantes en el distrito madrileño, donde mañana muchos podrían acudir para expresar su descontento con el pretendido pago de Sánchez a los independentistas a cambio de su permanencia en Moncloa.
La estrategia del PP pasa también por aglutinar a los socialistas descontentos con la deriva independentista e ilusionar a los suyos en el nuevo escenario de oposición que se presenta si Alberto Núñez Feijóo no logra la investidura.
El poder territorial de los populares servirá de reclamo en el nuevo período de sesiones donde el PP cuenta con mayoría en el Senado. A ello se suma la presidencia de la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) que hoy está previsto que controle también el partido de Feijóo.
El actual presidente, el socialista Abel Caballero, dejará pasó a un representante del PP, probablemente una mujer, al frente de la organización.
Las once comunidades autónomas de color azul estarán mañana representadas en Madrid en un despliegue multitudinario en el que los expresidentes Aznar y Rajoy arroparán al presidente nacional.
La líder madrileña, Isabel Díaz Ayuso, también tomará la palabra para lanzar un breve saludo, en el que se espera diseccione el camino de putrefacción por el que entiende que Sánchez está llevando al sistema. El alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, como regidor de la ciudad anfitriona, tendrá un hueco entre los ex presidentes y la presidenta del PP regional con un saludo a todos los que «abarroten» la zona de la concentración. El Ayuntamiento es prudente en cuanto a las previsiones pero trabaja en la puesta en marcha de medidas en calles aledañas por si el acto llegara a desbordarse.
En el triple objetivo de la dirección nacional ha trabajado la organización madrileña comandada por Ayuso. Si la presidenta inauguró el curso en la Asamblea marcando discurso nacional, el jueves volvió a hablar de la amnistía. En la semana de los pinganillos en el Congreso, Ayuso se convirtió en la señal de aviso en el trayecto entre Moncloa y Waterloo. «Escuchen. Se lo digo en español», espetó a los portavoces de la oposición ante sus andanadas dialécticas por lo que consideran la «imposición» del PP en el debate madrileño, «alejado de lo que interesa a los ciudadanos».
El rifirrafe se circunscribía al problema de la vivienda en la región y Ayuso tiró a dar. «Estamos viendo como trece capitales de provincia están en una situación muy parecida mientras otras se están vaciando para venir a Madrid huyendo de sus políticas liberticidas», afirmó, para culminar con la amnistía y sus consecuencias «negativas» para la economía madrileña. «Se ha comportado como una auténtica corrupción, pervirtiendo el sistema», dijo sobre el independentismo. «Y, ¿quién lo paga?», se preguntó dos días antes del mitin de mañana organizado por su partido. Munición para el debate que Génova quiere exprimir ante el clamor por la amputación de la nación, la «venta de España».
Los siete escaños que Sánchez necesita para pasar una legislatura más en el Palacio de la Moncloa le costarán caro a los españoles y así lo expuso la presidenta regional, aludiendo, sin citarlos, a los 450.000 millones que Puigdemont ha presupuestado como deuda histórica a cambio de su apoyo al «otro», como Felipe González y Alfonso Guerra se refirieron a Sánchez.
En el acto en el Ateneo de esta semana, ambos criticaron duramente al actual secretario general del PSOE por sus convulsiones para dinamitar la convivencia.
Sus opiniones, junto con las de otros destacados socialistas descontentos con las decisiones de su jefe, fueron desacreditadas por los ungidos en Ferraz y Moncloa, a quienes en el PP ven como un acicate para consolidar su discurso.
En la semana en la que se conoce que la mitad de los madrileños no quiere más restricciones en las Zonas de Bajas Emisiones; en la que el alcalde recibe a los portavoces de la oposición, como ya hiciera Ayuso; en los días en que el Consistorio da luz verde a la construcción de 443 pisos antiguos y la Comunidad anuncia medidas para contribuir al acceso de los jóvenes a la vivienda, Madrid vuelve a poner el foco en las vergüenzas de Sánchez y el fugitivo Puigdemont. Mañana tiene la ocasión de demostrarlo también la calle.
De Waterloo a Estrasburgo, ¿es justa una amnistía?
No desviemos el debate. La cuestión que nos ocupa en estos días no es tanto técnica –es constitucional, no lo es; se puede o no se puede– cuanto de justicia material. ¿Es justo amnistiar a los catalanes implicados en el procés? Si uno se ha sumergido en el relato instalado por la práctica totalidad de los partidos políticos durante los últimos siete años contestaría que no, que no lo es. Este es el problema que tiene el PSOE, que consideró la relación de que se trataba de delincuentes y de la defensa de la Razón de Estado casi desde el principio y ahora tiene que virar con una inercia demasiado grande. En el pecado llevan la penitencia, porque si hubieran sido coherentes, si hubieran mantenido al menos un prudente escepticismo respecto a la respuesta penal a un problema que ya había sido resuelto con la aplicación del 155,
No voy a entrar en la posición de los partidos de derecha y de extrema derecha. España se rompe. Fue Rajoy, con su Fiscalía, quien derivó a la represión penal su ineficacia. Voy al papelón de los socialistas. Todavía en noviembre de 2018, más de 300 juristas, encabezados por los catedráticos de Derecho Penal de 35 universidades españolas, expusieron el grave «error» que suponía el intento de aplicar los delitos de rebelión y sedición a los acontecimientos vividos en Catalunya en 2017. Entre esas firmas las había de expertos próximos al socialismo. Si el PSOE en aquel momento no se hubiera posicionado totalmente a favor del relato que triunfaba en la opinión pública –las banderas, los balcones, los votos– los juristas no se hubieran retirado a sus grutas, los jueces que vieron el desastre no se hubieran llamado para no enfrentarse al Supremo ni perjudicar su carrera, el debate público hubiera tenido constancia de los problemas jurídicos que existían y ahora no parecería tan descabellado dar marcha atrás. Permítanme recordar que cabemos en un taxi los que a contracorriente seguimos contando cada paso anómalo del procedimiento. Por todas aporto las siguientes columnas de 2017: ‘Es un escándalo’, ‘El Supremo se hace bola’, ‘Un auto que sonroja’, ‘No hace maldita falta’, ‘Puigdemont sorpassa a Maza’… y eso sólo de principio. Se puede hacer un librito con mis textos en este medio denunciando la espuria utilización del derecho penal. el debate público hubiera tenido constancia de los problemas jurídicos que existían y ahora no parecería tan descabellado dar marcha atrás. Permítanme recordar que cabemos en un taxi los que a contracorriente seguimos contando cada paso anómalo del procedimiento. Por todas aporto las siguientes columnas de 2017: ‘Es un escándalo’, ‘El Supremo se hace bola’, ‘Un auto que sonroja’, ‘No hace maldita falta’, ‘Puigdemont sorpassa a Maza’… y eso sólo de principio. Se puede hacer un librito con mis textos en este medio denunciando la espuria utilización del derecho penal. el debate público hubiera tenido constancia de los problemas jurídicos que existían y ahora no parecería tan descabellado dar marcha atrás. Permítanme recordar que cabemos en un taxi los que a contracorriente seguimos contando cada paso anómalo del procedimiento. Por todas aporto las siguientes columnas de 2017: ‘Es un escándalo’, ‘El Supremo se hace bola’, ‘Un auto que sonroja’, ‘No hace maldita falta’, ‘Puigdemont sorpassa a Maza’… y eso sólo de principio. Se puede hacer un librito con mis textos en este medio denunciando la espuria utilización del derecho penal. ‘El Supremo se hace bola’, ‘Un auto que sonroja’, ‘No hace maldita falta’, ‘Puigdemont sorpassa a Maza’… y eso sólo de principio. Se puede hacer un librito con mis textos en este medio denunciando la espuria utilización del derecho penal. ‘El Supremo se hace bola’, ‘Un auto que sonroja’, ‘No hace maldita falta’, ‘Puigdemont sorpassa a Maza’… y eso sólo de principio. Se puede hacer un librito con mis textos en este medio denunciando la espuria utilización del derecho penal.
La cuestión es que la impostura, llevada a cabo con aplausos durante siete años, topa ahora con la realidad tanto en Waterloo como en Estrasburgo. El Tribunal Europeo de Derechos Humanos acaba de admisión ni más ni menos que nueve recursos contra la sentencia del procés. Europa va a revisar la actuación del Tribunal Supremo del Reino de España. Ya les adelanto que hay cuestiones en las que la justicia española lo tiene mal, como las referidas al juez predeterminado por la ley, la falta de certeza de la norma, la vulneración del derecho de defensa entre otras decisiones jurisdiccionales. No es que sea adivina, es que ya lo denunciamos y lo hubieran hecho también en voz más alta muchos juristas si no hubieran sido devorados por la espiral del silencio impuesta por los políticos.
El nudo gordiano de la eventual ley de amnistía, que ya se negocia pero que no se conoce ni se reconoce, es que, frente al indulto, la amnistía supone admisión que el sistema obró mal, es decir, que la actuación de la justicia española con los catalanes fue represiva e injusta. Yo creo que fue así, pero insisto en que esa no ha sido la apariencia de verdad que el relato político ha instalado. Bien mirado, si la amnistía no reconoce esa injusticia lo acabará haciendo el TEDH. Perdonen, pero llegados a este momento hay togas con nombres y apellidos que acabarán puestas en evidencia. No queda otra. O bien se da la amnistía –que es una enmienda total a su actuación– o bien Estrasburgo se lo frota por la cara. Pensándolo bien, la amnistía podría incluso evitar que fuera Europa la que nos aireara las vergüenzas.
Hacer virar a un barco muy cargado demasiado rápido es una maniobra peligrosa. Eso exactamente es lo que tienen que hacer desde el PSOE. De hecho, las prisas se acumulan. El próximo día 6 de octubre expira el plazo para que el Reino de España informe al TEDH a través de la Abogacía del Estado sobre el recurso de Jordi Turull, que fue enviado a prisión preventiva entre la primera votación de su investidura como presidente de la Generalitat y la segunda, en la que había probabilidad de que saliera. Aquí se olvidan muy pronto las cosas, pero ese acto fue de una gravedad terrible. ¿Qué va a encargar el gobierno a la Abogacía del Estado que diga antes de que se haya llevado a efecto al investidura de Sánchez? ¿Van a respaldar la postura coherente con la amnistía que negocian o van a insistir en que estaba bien enviado a prisión cuando planean amnistiarlo?
Ahora sabemos bien que Azaña fue detenido y procesado espuriamente. Fue también un octubre de 1934 cuando el fiscal general de la República, a las órdenes de Lerroux, presentó querella contra él en el Tribunal Supremo por un inexistente delito de rebelión en Cataluña. Pareciera que en este país no han pasado ciertas cosas. Los tiempos no son los mismos. Ahora las trampas salen a la luz antes. Ahora estamos en los organismos internacionales y en el club de democracias occidentales. La respuesta constitucional al intento catalán de soslayar la ley era y fue la aplicación del artículo 155 que suponía la grave decisión en democracia de anular la voluntad popular disolviendo sus instituciones. Pareció poco. La cárcel en términos punitivistas y populistas mola más pero, amigos, tiene consecuencias a la larga. Así andamos.
Otra pregunta pertinente, llegados a este punto, consiste en analizar si una amnistía que es justa debe producirse un cambio de unos votos o debe regalarse para restablecer el orden. Cabe preguntarse también si una amnistía justa no debería ser asumida también por el gran partido conservador, cuyos líderes fueron en realidad los causantes del entuerto. ¡Ay, los relatos! Un relato es una forma corta de ficción. De hecho uno de los escollos de la negociación de ese proyecto de ley de amnistía reside en la exposición de motivos. En una exposición de motivos no caben dos relaciones contrapuestas y eso es lo que sucede exactamente con los negociadores. Otro problema de no haber sido fríos, coherentes y serios desde el principio. Ir siempre con la lengua fuera detrás de las encuestas y la opinión pública es lo que tiene.
En un lugar o en otro, negociando en Waterloo o sentenciando en Estrasburgo, la verdad florecerá. Ya verán entonces cuántas gente se apunta a ella, cuando sea mainstream. Esos que no saben que ser valiente no es cuestión de suerte.
https://www.eldiario.es/opinion/zona-critica/waterloo-estrasburgo-justa-amnistia_129_10539191.html