Robert Sapolsky concluye que el ser humano no tiene libre albedrío

En un desafío audaz a las creencias fundamentales que sostienen la percepción humana de la moralidad y la autonomía, Robert M. Sapolsky, profesor de neurología y biología en la Universidad de Stanford, argumenta con convicción que el libre albedrío es una ilusión. Su nuevo libro, «Determined: A Science of Life Without Free Will», presenta una tesis que podría sacudir los cimientos éticos y filosóficos de nuestra sociedad.

Sapolsky no es ajeno a la controversia. A lo largo de su distinguida carrera, ha incursionado repetidamente en las profundidades del comportamiento humano, arrojando luz sobre los matices biológicos y ambientales que informan nuestras decisiones cotidianas. “Determined” va un paso más allá, afirmando que cada acción, cada elección, está inexorablemente moldeada por factores fuera de nuestro control. “No cambiamos nuestras mentes”, escribe Sapolsky. “Nuestras mentes, que son el producto final de todos los momentos biológicos anteriores, son cambiadas por las circunstancias que nos rodean”.

Este neurobiólogo afirma que atributos como la historia personal, la ecología humana y la comunidad, se entretejen intrincadamente para dictar cada movimiento, cada pensamiento. Nuestra creencia en la autonomía personal, según Sapolsky, es una ilusión persistente, una que nos impide ver la realidad de nuestra propia existencia como productos de una serie compleja de variables predestinadas.

¿Cómo impactaría esta visión radical en nuestro sistema judicial y nuestra percepción de la justicia? Sapolsky visualiza un mundo donde la culpa y el castigo son conceptos obsoletos, reemplazados por un sistema que reconoce la intrincada red de factores que conducen al crimen y busca «cuarentenar» a los criminales solo mientras representen una amenaza. Su visión desafía no solo la estructura de la justicia penal, sino también la narrativa personal que cada individuo construye sobre méritos, logros y fallas.

En el corazón de “Determined” yace un llamado a la empatía y la tolerancia, una invitación a reexaminar nuestra necesidad de retribución a la luz de una comprensión más profunda de la condición humana. Aunque sus conclusiones puedan parecer radicalmente desconcertantes, Sapolsky cree que entender las falencias humanas pueden ayudar a crear un mundo más compasivo y comprensivo.

Pese a que las ideas de Sapolsky están bien sustentadas en una admirable vida científica, algunos cuestionan que se puedan tomar estas conclusiones. Particularmente dese la filosofía de la ciencia, algunos autores podrían argumentar que su postura parte de ciertas asunciones que no toman en cuenta la posibilidad de que la conciencia no sea un resultado del cerebro, sino que sea primordial.  Y este argumento no sería una mera idea mística pues, hasta el momento la misma ciencia no ha logrado explicar la conciencia. Así que al menos podría haber una grieta en el edificio científico sobre el cual Sapolsky construye sus ideas.

La humanidad se encuentra en una encrucijada filosófica. Las implicaciones de aceptar la ausencia del libre albedrío son vastas y profundas. Mientras los lectores navegan por los argumentos meticulosamente presentados en «Determined», se ven obligados a confrontar no solo la validez de sus creencias más arraigadas, sino también la naturaleza misma de la humanidad

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