Encontramos una conexión histórica en el Anillo de la mítica obra de Tolkien y la historia de los Nibelungos
La obra universal de Tolkien está repleta de referencias históricas. Quizás la más evidente sería la Primera Guerra Mundial, en la que el propio autor participó. Pero existe otra fuente principal de inspiración. Sin duda, esta obra universal de la literatura fantástica toma muchos conceptos del Cantar de los Nibelungos. Este cantar inspiró al profesor británico, MJRR Tolkien, para crear el objeto alrededor del cual girarían las novelas. «Un Anillo para gobernarlos a todos. Un Anillo para encontrarlos, un Anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas en la Tierra de Mordor, donde se extienden las Sombras». ¿Qué hay de cierto en esas leyendas? ¿Realmente existió esa joya poderosa?
Pues, aunque cualquier persona razonable contestaría que no, que todo aquello es pura ficción, quizás existió ese objeto. Solo los más audaces se aventurarán en su búsqueda.
El Cantar de los Nibelungos es una epopeya de origen germánico, escrita alrededor del siglo XIII, en plena Edad Media. Sin embargo, esta epopeya se basa en una tradición oral mucho más antigua. El término «Nibelungos» se refiere al pueblo de los burgundios, un grupo étnico germánico de la zona oriental que, desde su tierra natal en Escandinavia, se estableció en las orillas del Rin, probablemente en el siglo III d.C.
Entre los pueblos de origen germánico, era habitual que los líderes dieran regalos a sus vasallos en forma de objetos de metales preciosos, como joyas o anillos, y otras piezas. Así, fruto de esta costumbre, parece que se formó esta tradición. Pero, en aquellos tesoros, había un anillo especial. La única manera de encontrarlo es acercándonos a la historia real del pueblo burgundio para poder vislumbrar a qué se referían en sus relatos.
El malvado rey de los Nibelungos, Etzel, ha sido relacionado con Atila, el temible rey de los hunos
En su viaje hacia el oeste, los burgundios llegaron a ser «federati» o federados de los romanos, quienes intentaban aplacar su furia y sus saqueos en los territorios del debilitado imperio. Así se establecieron al oeste del río Rin en el territorio del emperador. Pero una gran sombra crecía en el lejano este. Una horda estaba conquistando pueblo tras pueblo. Este ejército se presentaba como capaz de acabar con toda la civilización occidental.
En el Cantar de los Nibelungos, se ha identificado al malvado rey Etzel con Atila, el rey de los temibles hunos. Es aquí donde parece surgir gran parte de esa tradición oral.
El Imperio Romano se encontraba en disputas internas. Por un lado, estaba Valentiniano III, y por otro, su hermana la poderosa Honoria. La aparición de esa fuerza de salvajes fue motivo para profundizar la crisis del imperio.
En la primavera del 450, la hermana del emperador de Occidente, Valentiniano, envió al rey huno una demanda de ayuda, junto con su anillo. En esta alianza de compromiso viajaba una propuesta de matrimonio. Como dote, Atila pidió la mitad del imperio occidental.
Se había forjado un anillo para gobernar a todos y sumirlos en las tinieblas
Se había forjado un anillo para gobernarlos a todos y sumirlos en las tinieblas. Esta fue la excusa que usaría «el azote de Dios» para llamar a sus ejércitos a la conquista de Occidente.
Así, se crearon dos bandos en los que participaban muchos pueblos diferentes. Liderada por el general romano Flavio Aecio, una coalición formada por sus antiguos enemigos, los visigodos liderados por Teodorico, se enfrentó a Atila. Junto a Aecio, lucharon también los burgundios.
Atila tenía una horda compuesta, además de los hunos, por muchas otras tribus, como los godos y los francos.
Es fácil imaginar que Atila portaba colgado el anillo que le servía de excusa para reclamar lo que le había sido otorgado. En la batalla de los Campos Cataláunicos se enfrentaron los dos ejércitos por el dominio de esas tierras. En la encarnizada lucha, falleció el rey Teodorico.
Para encontrar fuentes en la obra de Tolkien, los estudiosos han comparado la batalla de los Campos de Pelennor con el relato histórico de la Batalla de los Campos Cataláunicos, en la que el rey Teodorico I murió aplastado por sus propios hombres tras caer de su caballo. También el personaje de Téhodred, de la saga de Tolkien, parece estar basado en Teodorico.
Gracias a esa batalla que tuvo lugar en el año 451, se detuvo el avance de esas hordas. El caballo del poderoso Atila, del cual se decía que por donde pisaba no volvía a crecer la tierra, fue frenado en ese combate.
Por si esto fuera poco, las crónicas nos cuentan que hubo un famoso enano llamado Zerco que sirvió, en cierto modo, de diplomático entre la corte del rey de los Hunos y el general Flavio Aecio. Como en la leyenda, la presencia de un enano parece fundamental en esta historia.
De alguna manera, la tradición oral de los burgundios recogió estos hechos históricos y los utilizó para su epopeya. Esta a su vez, sirvió de inspiración al genial autor británico en sus novelas.
El paradero de la tumba de Atila se desconoce, es uno de los enigmas de la historia
No sabemos dónde acabó aquel famoso anillo. Es probable que lo acompañara a Atila hasta su muerte. El indómito caudillo bárbaro falleció allá por el año 453. El lugar de su tumba es uno de los enigmas de la historia. Nadie sabe dónde está enterrado, pero hay algunas pistas nuevas. Los investigadores creen que la tumba de Atila se encuentra en la gran llanura húngara. Tanto científicos como investigadores aficionados buscan pistas ocultas, incluso bajo el agua; no en vano, según la leyenda, el rey de los hunos está enterrado bajo un río. Ahí está el anillo, esperando a ser encontrado, para continuar su viaje en este mundo, a caballo entre la historia y el mito.
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