Sánchez pone rumbo a una legislatura incierta mientras Feijóo chapotea /Sánchez será investido, pero gobernará contra el pueblo y sin el pueblo carece de futuro.

Sánchez pone rumbo a una legislatura incierta mientras Feijóo chapotea en una inflamación que puede devorarlo

 
 

De primero de democracia: los ciudadanos votan, eligen a los diputados y estos al presidente del Gobierno. Pedro Sánchez será investido, salvo sorpresa, el próximo jueves con los votos de 179 parlamentarios, tres más de los que otorgan la mayoría absoluta. Y en primera vuelta. Para llegar hasta aquí ha tenido que tejer alianzas con 8 partidos. A izquierda ya derecha. Y, sí, también con el independentismo catalán un cambio de una amnistía para los implicados en el procés y de un compromiso mutuo de reconocer como legítimos los objetivos políticos de cada uno siempre que se defienden dentro del marco de la Constitución. Subrayen lo de dentro del marco de la Constitución porque de la unilateralidad ya no hay rastro alguno. 

Para unos se trata de una oportunidad histórica con la que resolver el conflicto catalán y, para otros, del fin de la democracia y la abolición del Estado de Derecho. No será para tanto cuando el líder del PP no haya dado instrucciones de inmediato de romper en Canarias con su actual socio de gobierno, que también dirá sí a la investidura de Sánchez. Pero Feijóo insiste en que todo esto es tan grave como el 23F o los asesinatos de ETA. Un paso definitivo para entrar en una dictadura, sentencia Ayuso en su habitual espasmo dialéctico. “Hay que pasar de las palabras a los hechos”, arenga Aznar desde la FAES. “Estamos dispuestos a derramar nuestra sangre en defensa de la Constitución”, advierte una asociación de la Guardia Civil. ¡Alzamiento nacional!, gritan los radicales que se manifiestan desde hace días en la sede federal del PSOE con banderas preconstitucionales y saludos fascistas mientras queman contenedores y agreden a la policía. 

El Congreso de los Diputados está preparado con un dispositivo especial de seguridad similar al que se desplegó en la Carrera de San Jerónimo el día de la jura de la Constitución de la princesa de Asturias. Cualquier cosa puede pasar, a tenor de las escenas que se han vivido estos días en el Madrid más inflamado. “En el mundo hay una enfermedad llamada ultraderecha a la que en España han sucumbido ya los conservadores del PP”, lamentan desde La Moncloa, donde están satisfechos con los acuerdos suscritos con tan variada representación parlamentaria y además añaden que la XV legislatura “ha resultado tan difícil de montar como puede resultar su desmontaje”. 

Sánchez se dispone, en cuanto jure el cargo ante Felipe VI, a desplegar una agenda gubernamental con la que confía en sacar del foco la amnistía y los acuerdos con el independentismo. “Hemos venido aquí [defienden] para subir las pensiones, el SMI y mejorar la vida de la gente y si la hiperventilación persiste habrá que decir alto y claro que preferimos a los ultras manifestándose en la calle que recortando derechos a los españoles desde una vicepresidencia. del Gobierno. Por eso, las urnas arrojaron el resultado del 23J porque no querían a Abascal de vicepresidente, aunque parece que Feijóo no se ha entrado aún de ello”. 

Pero más allá de propósitos o valoraciones, el presidente del Gobierno aún en funciones se enfrenta a la legislatura más incierta. De ello son conscientes en La Moncloa y en el PSOE, donde saben bien por la experiencia de los últimos cuatro años que no es lo mismo tener el poder que el gobierno, ya que hay sectores no demasiado evidentes del Estado, alineados con la derecha política. , que son resistentes al cambio y tienen una enorme capacidad para hacer valer sus intereses. Buena muestra de ello han sido los pronunciamientos en esta semana de los inspectores de Hacienda, algunos sindicatos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, las asociaciones de jueces y fiscales y hasta la patronal para alertar, en la misma línea que las derechas políticas. , contra el entierro de la separación de poderes, el fin de la igualdad, la muerte de la Constitución o la abolición del estado de derecho.

Todos contra Pedro Sánchez y contra un gobierno progresista, que es en realidad a lo que temen y no tanto a la amnistía, una medida de gracia a la que ninguna democracia homologable ha renunciado en sus ordenamientos jurídicos y que, en contra lo que se dice. o escribe, no borra el delito igual que no se borraron los amnistiados en España con la ley de 1977.

Si la asociación de Inspectores de Hacienda ha expresado «su rechazo frontal y absoluto a los acuerdos que se derivan de la negociación para una futura investidura del actual presidente del Gobierno de España» porque vislumbra de “una manera clara y evidente la ruptura del régimen constitucional ”, un centenario de policías nacionales y guardias civiles salió a protestar este viernes en la Ciutat de la Justicia de Barcelona contra la ley de amnistía pactada entre el PSOE y los partidos independentistas catalanes. Y la Asociación Pro-Guardia Civil (APROGC) expresó su «profunda preocupación» y dijo que sus agentes estarán «dispuestos a derramar hasta la última gota de sangre en defensa de la soberanía e independencia de España y de su ordenamiento constitucional».

Sin conocer aún el texto de la ley, que se registrará el próximo lunes en el Congreso, las asociaciones judiciales primero y después las de fiscales salieron también en tromba a protestar por el concepto de “lawfare o judicialización de la política” que se incluye en el acuerdo político firmado por el PSOE y Junts. La CEOE ha convocado de urgencia a su Comité Ejecutivo ante su «grave preocupación» por el acuerdo. 

Los socialistas son conscientes de que la presión no cesará hasta que pase la investidura y la manifestación que el domingo ha convocado el PP en distintas ciudades para competir con Vox por la protesta callejera y la capitalización política de la misma. Pero insisten en que “no hay mayor fortaleza en democracia que la de los votos” ni mejor instrumento para la convivencia que “el diálogo y el acuerdo entre diferentes”. Un acuerdo que, en todo caso, en el universo independentista se barrunta que podría ser revisado en poco menos de dos años a tenor de su cumplimiento y en función de la estrategia que le convenga a Junts ante las elecciones catalanas para distinguirse de ERC, que Fue el primero en convertirse en actor principal de la gobernabilidad de España en la anterior legislatura. Ahora, los de Puigdemont siguen su camino, pese a haber denostado el papel que jugaron los republicanos en los últimos años, y nadie sabe si la apuesta durará cuatro años como pretende Sánchez o saltará antes por los aires.

No hay demasiadas certezas ante una legislatura cuya estabilidad se irá viendo semana a semana y en la que el papel que pueda jugar Podemos en su tensa relación con Sumar, es otra incógnita. De momento, este viernes han convocado una consulta a sus bases para decidir si inviste o no a Pedro Sánchez. Los inscritos podrán votar desde este sábado a las 10.00 horas hasta el martes 14 a las 22.00 horas, el día antes de la primera jornada de la sesión de investidura. Belarra ha anunciado su sí a la pregunta. Cuestión distinta será cómo y en qué momentos acentuarán ese perfil propio que pretenden invisibilizar Yolanda Díaz con sus decisiones internas y si se desmarcan poco a poco de la coalición de gobierno en el caso de no lograr representación en el Ejecutivo, como han exigido a la líder de Sumar. 

Así las cosas, el camino a recorrer por Sánchez no será fácil, ya que los intereses son muy diversos. Con todo, con la firma de los acuerdos de PNV y CC -los últimos en sumarse al sí al candidato del PSOE-, los socialistas están satisfechos por lo logrado y no dejan pasar la ocasión de ironizar con lo que el PP entiende ya qué es una dictadura, y qué es una mayoría de 8 partidos y 179 votos frente a un partido que se ha quedado sólo “en la calle y en el Parlamento con Vox”.

De algún modo, cuando pase la investidura le corresponderá a Feijóo gestionar la inflamación desatada al hilo del debate sobre la amnistía dentro y fuera del PP. Con Aznar y Ayuso tratando de marcarle el paso y con un Vox fortalecido por las protestas callejeras, el líder de los populares, de momento, chapotea en la inflamación y apela a un supuesto clamor social contra Sánchez para inundar las calles de manifestaciones. Pero si no quiere ser devorado por la irritación, en algún momento tendrá que elegir entre hacer política con el megáfono y la pancarta junto a los ultras de Abascal o ejercer una oposición responsable dentro del Congreso con una estrategia en la que marque distancias con Vox y construye puentes con el PNV y los ex convergentes para volver a ser algún día alternativa de gobierno. Lo contrario, le condena al aislamiento y quizás también a la muerte (política).

https://www.eldiario.es/politica/sanchez-pone-rumbo-legislatura-incierta-feijoo-chapotea-inflamacion-devorarlo_129_10675408.html

Sánchez será investido, pero gobernará contra el pueblo y sin el pueblo carece de futuro.

LR.- A medida que se conocen los detalles y se desgranan las novedades sobre las maniobras de Pedro Sánchez para atar la investidura y el poder, crece, se multiplica, la certeza de que el inquilino de La Moncloa ha decidido la voladura del régimen constitucional y la democracia que emergió de la gesta que fue la transición, especialmente agitada por un ensañamiento contra la Justicia y la división de poderes.

La verdad es que cada noticia que surge acerca de los cambalaches y los contubernios de los socialistas con sus socios es peor que la anterior y se constata que España ha enfilado un proceso de involución que nos condena a un abismo de arbitrariedad y sectarismo sin vuelta atrás. Como estaba cantado desde la misma noche de las elecciones generales del 23J, el líder socialista se ha garantizado 179 votos a favor de su candidatura tras los acuerdos que los socialistas han cerrado en las últimas horas con el PNV y Coalición Canaria, este último especialmente indecoroso después de ofrecer su apoyo a Núñez Feijóo como si el futuro del país declinara ante las canonjías para el partido y su casta. Las cesiones al soberanismo vasco han seguido la estela de la desconexión y desmembramiento del Estado con el desistimiento expreso del presidente en funciones de atender y defender el interés general frente a los que chantajean con el fin de asegurarse el privilegio, la prosperidad y el bienestar a costa de los ciudadanos del resto de España. Esa avidez por el poder absoluto del aspirante socialistas ha permitido que el PNV haya arrancado al PSOE el reconocimiento de la nación vasca y el traspaso de todas las competencias pendientes, además de la cesión del Régimen Económico de la Seguridad Social en un plazo de dos años de máximo, con lo que Sánchez ha apuntillado la caja única, uno de los ya escasos vínculos vertebradores de la nación.

Aunque somos conscientes del panorama crítico, el peor y más amenazador de la historia de la democracia, y de que Sánchez, la izquierda y su orfeón mediático ya celebran el triunfo, la otra cara de la moneda es que la oposición a este movimiento de subversión del orden constitucional no para de crecer, con colectivos nucleares del Estado empeñados en la defensa de la libertad y la igualdad, con el matiz singular de su transversalidad ideológica: jueces, fiscales, abogados del Estado, miembros de las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado, inspectores de Trabajo, inspectores de Hacienda, empresarios, la gente… Y Europa. Este será un frente complicado. La doctrina comunitaria rechaza ámbitos de impunidad para la corrupción y el terrorismo en los estados miembros, por lo que la ley de amnistía sería contraria al derecho europeo.

Como contraste a la esperanzadora respuesta de la sociedad civil, resulta desalentador la sumisión de lo que fue el PSOE, hoy partido sanchista. La soledad de García-Page, en una rebeldía retórica inane, desnuda a unas siglas sin pulso ni alma en una silente agonía.

Sánchez será investido, pero gobernar contra el pueblo y sin el pueblo carece de futuro

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