Hay personas que se ofenden con facilidad. En ocasiones incluso parece que no importa lo que digas o hagas, siempre se van a sentir agraviadas y reaccionarán en consecuencia, tomándoselo todo a la tremenda y agregando una buena dosis de drama. Obviamente, esa sensibilidad extrema termina afectando sus relaciones y produce un gran agotamiento emocional, dejando las emociones a flor de piel y un mal sabor de boca tras cada encontronazo.
Las causas por las que algunas personas se ofenden con facilidad
1. Un ego extremadamente susceptible
El ego es un constructo psicológico que nos permite reconocernos como individuos y ser conscientes de nuestra identidad única. Es una parte de nuestra psiquis que hemos creado para diferenciarnos, por lo que incluye la imagen que nos hemos formado de nosotros mismos. Sin embargo, algunas personas tienen un ego muy frágil.
Cuando el ego es muy delicado, somos más vulnerables y es más probable que percibamos las actitudes, palabras y comportamientos de los demás como hirientes, hostiles o amenazantes. Esa susceptibilidad proviene de nuestras inseguridades, dudas e incertezas y nos convierten en personas extremadamente sensibles a las críticas.
En esos casos, ofenderse por todo se convierte en una especie de mecanismo de defensa. La persona se pone a la defensiva para proteger ese ego frágil porque le cuesta lidiar con las críticas o incluso con opiniones diferentes que pongan en entredicho la imagen que tienen de sí mismas. Eso las lleva a reaccionar excesivamente porque perciben que su honor, creencias o valores están siendo amenazados.
2. Rémoras del pasado
Muchas veces arrastramos el pasado al presente, de manera que termina condicionando nuestras respuestas. Si una persona fue víctima de críticas, burlas o humillaciones constantes durante su infancia o adolescencia, es probable que se haya vuelto más sensible a esas situaciones, de manera que cuando algo las avergüenza mínimamente, se sienten ofendidas.
Vivir circunstancias similares las pone en un estado de alerta máxima, activando un mecanismo involuntario que las hace sentir ofendidas. Por ejemplo, si una persona bromea sobre su forma de vestir o hablar y ese comentario les recuerda una antigua ofensa, es probable que reaccionen de manera exagerada porque sienten que están volviendo a atentar contra su orgullo o que es una falta de respeto.
En esos casos se produce un secuestro emocional en toda regla. Al tocar sus puntos sensibles, esas personas dejan de reaccionar ante la situación actual y se retrotraen al pasado. Las emociones toman el mando y se sienten tan ultrajada como cuando eran niños, respondiendo de manera desadaptativa e incluso infantil.
3. Tomarse las cosas demasiado a pecho
La persona que se ofende con facilidad también suele tomarse las cosas demasiado a pecho. Es probable que manifieste un nivel de egocentrismo más elevado que le hace creer que todo gira a su alrededor. De esa forma, si alguien se ríe, piensa que se están riendo de ella y si alguien hace un comentario, asume que es una indirecta dirigida a ella.
También es común que malinterprete las palabras o actitudes de los demás, asumiendo que hay intenciones ocultas. Al tomarse las cosas demasiado a pecho, añade connotaciones personales a todo, lo cual le lleva a pensar que el mundo conspira en su contra. Por eso termina sintiéndose ofendida.
A eso se le suma que esa persona suele tener dificultades para ver las cosas desde el punto de vista de los otros. Al atrincherarse en su postura egocéntrica, no se detiene a pensar lo que realmente quiere transmitir el otro con su mensaje, lo cual aumenta las probabilidades de caer en interpretaciones sesgadas.
¿Cómo dejar de ser una persona que se ofende con facilidad?
En el fondo, agraviarse fácilmente refleja una inseguridad profunda. Si no tienes una autoestima sólida, es probable que las acciones, palabras o actitudes de los demás se conviertan en una amenaza para ti.
A fin de cuentas, cuando alguien no hace o dice lo que queremos o esperamos que haga, podemos sentirnos incómodos y desconcertados. Sin embargo, si nos sentimos seguros podemos recurrir a nuestros anclajes internos. En cambio, si somos personas inseguras dependeremos en gran medida de las condiciones externas para generar esa confianza. Pero como no podemos controlar las circunstancias externas, a menudo esas “anclas” solo generan más inseguridad, haciendo que nos volvamos más reactivos y nos pongamos a la defensiva.
La clave para no ofenderse con facilidad radica, por ende, en fortalecer tu autoestima. De hecho, un estudio realizado en la Universitá degli Studi Roma Tre comprobó que tener una autoestima sólida actúa como un amortiguador, evitando que te sientas ofendido por todo.
Cuando tienes un ego equilibrado, los comentarios de los demás no afectarán tu orgullo ni generarán vergüenza, por lo que no te sentirás particularmente ofendido por lo que digan o hagan. De hecho, recuerda que ningún comentario puede cambiar tu vida, a menos que lo permitas. La gente puede tener opiniones positivas o negativas sobre ti, pero eso no tiene que influir en la manera en que te percibes o los sentimientos que te profesas.
Por otra parte, cultivar una autoestima sólida también te ayudará a reírte de ti mismo. Así no te tomarás las cosas tan en serio ni verás ataques personales por todas partes. Como resultado, tus relaciones interpersonales mejorarán, vivirás con menos drama y tu equilibrio mental te lo agradecerá. Cuando sueltes lastre y ganes autoconfianza, el mundo fluirá mejor porque te darás cuenta de que no conspira en tu contra.
Referencia Bibliográfica:
Poggi, I. & D’Errico, F. (2018) Feeling Offended: A Blow to Our Image and Our Social Relationships. Front. Psychol.; 8: 10.3389.
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