La Fiscalía abre una investigación por el vertido de pellets en las costas gallegas
La Xunta de Galicia rebajaba este lunes el nivel de alerta sobre los pellets de plástico que desde hace unas semanas están llegando a las playas de su territorio y también a las de Asturias. El Ejecutivo gallego descarta que estos sean “tóxicos” o “peligrosos”, pero lo cierto es que desde Bruselas ya se delimitó hace unos meses que son perjudiciales para el medio ambiente, especialmente para peces y moluscos, aunque también advierten de los riesgos que entrañan para los seres humanos al final de la cadena alimentaria. Por ello, tanto la Unión Europea como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) trabajan desde hace meses en regulaciones para establecer el peligro de estos microplásticos. Todo ello mientras el Gobierno central monitorea la situación de las playas gallegas y asturianas por si se tratara de un riesgo de “gran magnitud” y, en ese caso, elevar la alarma a nivel 3.
La Comisión Europea puso la lupa sobre el vertido involuntario de microplásticos como estos pellets el pasado 16 de octubre. Se estudió en Bruselas una propuesta para que los operadores que los transporten extremasen la precaución para evitar pérdidas que conllevaran a potenciales vertidos. Entonces se explicó que el motivo para reducir las fugas de estos gránulos de plásticos es que son perjudiciales para el medio ambiente, donde permanecen indefinidamente e incluso se precisó el riesgo que contrae para el ser humano. Se estima, tal y como se expuso entonces, que se pierden involuntariamente entre 52 y 184 mil toneladas de estos pellets cada año durante toda la cadena de distribución.
Contra las tesis de la Xunta
En una nota anexa, la Comisión Europea explicó que toda vez que estos granos se esparcen por el medio ambiente, las partículas “no se biodegradan y no pueden eliminarse”. De este modo, “se acumulan también en animales, incluidos los peces y los moluscos, y, por consiguiente, también son consumidos por los seres humanos en los alimentos”. El intento por delimitar la pérdida de pellets se orienta a una materia prima que se utiliza para su producción. Si bien una parte podría ser de mayor tamaño, la gran mayoría de los granos son microplásticos de hasta 5 milímetros, como los que estos días están inundando las playas asturianas y gallegas.
Se pierden involuntariamente entre 52 y 184 mil toneladas de estos pellets cada año durante toda la cadena de distribución
De hecho, Bruselas estima que cuando se detecta en ecosistemas marinos y terrestres o en alimentos y agua potable “contribuyen a la contaminación por microplásticos”. “Su liberación contaminación permanente de nuestros ecosistemas y cadenas alimentarias. La exposición a los microplásticos en estudios de laboratorio se ha vinculado a una serie de efectos negativos tóxicos y físicos en los organismos vivos. También es probable que los microplásticos sean tóxicos para los seres humanos”, explicaron a modo de justificación de su propuesta.
La futura regulación
Las tesis que maneja la Unión Europea, por tanto, contradicen la versión ofrecida desde la Xunta de Galicia estos últimos días. Su consejera de Medio Ambiente, Ángeles Vázquez, subrayó este lunes que los pellets de plástico no comportaban un peligro especial, pues no son “ni tóxicas ni peligrosas”, sin profundizar en detalles sobre la composición concreta de estos microgránulos. No obstante, sus declaraciones, enmarcadas en un contexto de pugna dialéctica con el Gobierno central para subir o mantener el nivel de alerta, confrontan con los informes que manejan tanto en Bruselas como en la ONU.
Europa advierte de que las partículas «no se biodegradan y no pueden eliminarse», por lo que se acumulan en los animales y pueden ser consumidos por los humanos
Sendas instituciones trabajan desde hace tiempo en el control a estos vertidos involuntarios para atajar el peligró que comportan para el medio ambiente y el potencial riesgo para los seres humanos en último término. El borrador que se perfila en las entrañas de la UE para prevenir estas pérdidas detalla que ya en 2018 se conocían los riesgos de estos microplásticos. De hecho, un año después, el Consejo Científico Asesor de la Comisión Europea reclamó “la adopción de medidas preventivas”.
Por ello, el objetivo de la reglamentación comunitaria es recortar los vertidos entre un 54 y un 74% para “reducir la contaminación por microplásticos, preservar los ecosistemas y la biodiversidad”, así como constituir una “medida preventiva frente al riesgo potencial para la salud humana”. A ello se le añade la propuesta desarrollada por la Organización Marítima Internacional (OMI), que aboga por la inclusión de los pellets de plástico entre el catálogo de materiales peligrosos o dañinos, así como líquidos inflamables o explosivos.
Una propuesta que hunde sus raíces en Sri Lanka y que tiene el apoyo de Noruega, después de que en 2021 un vertido de 1.700 toneladas llegara a las cosas del país y el Programa de Medio Ambiente de la ONU (PNUMA) lo calificara como “el mayor desastre ambiental del país”. Por ende, la inclusión de estos gránulos en el mencionado listado comportaría un endurecimiento de las medidas de seguridad en el momento de su transporte, como una mayor resistencia a los golpes propios de este momento. No obstante, se espera que en abril de 2024 se adopte una decisión final sobre esta regulación.
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