Mensajes, actualizaciones de estado, correos electrónicos, noticias… A todas horas estamos expuestos a un bombardeo constante de información que se suma a los estímulos del mundo analógico para apartarnos de lo que sea que estamos haciendo y llamar nuestra atención.
Solo en WhatsApp enviamos una media de 145 mensajes al día, según un estudio reciente realizado en la Universidad Bar-Ilan. Y el 30,2% de las personas los revisa en menos de un minuto mientras el 50,3% los lee en algún momento durante los cinco minutos siguientes. Por tanto, no es extraño que nuestra resistencia a la interferencia esté cayendo en picado. Y no es una buena noticia.
¿Qué es la resistencia a la interferencia?
La resistencia a la interferencia es una habilidad cognitiva particularmente valiosa que se encuentra en el centro de nuestra actividad intelectual, aunque a menudo no somos plenamente conscientes de su importancia e incluso la subestimamos.
Básicamente, es la capacidad para ignorar o superar las distracciones, estímulos o datos irrelevantes mientras nos enfocamos en una tarea o resolvemos un problema. De hecho, es lo que nos permite bloquear lo inútil y mantenernos concentrados en lo que estamos haciendo, por lo que es un pilar esencial de la atención, la memoria de trabajo y el pensamiento.
¿Qué sucede cuando no somos capaces de ignorar los estímulos irrelevantes?
Perder la resistencia a la interferencia provoca una serie de problemas que nos impiden funcionar de manera adaptativa en la vida cotidiana:
- Dificultades para concentrarse. Si no eres capaz de ignorar los estímulos irrelevantes del entorno, tu atención divagará y te costará bastante concentrarte en tareas más complejas o que requieran mucho tiempo.
- Fallos de memoria. Los problemas de concentración conducen inevitablemente a despistes y fallos en la memoria. Si no prestas atención, no puedes retener la información y, por ende, no podrás recuperar esos datos cuando los necesites.
- Pensamiento disgregado. Si no logras concentrarte ni retener la información adecuadamente, te costará pensar con claridad. De hecho, la resistencia a la interferencia crea una especie de niebla mental ya que tu mente está en todas partes, menos donde necesitas que esté.
A la larga, estos problemas terminan generando otras dificultades que mermarán tu bienestar y calidad de vida. Cuando no eres capaz de filtrar y bloquear los estímulos irrelevantes, te cuesta más comprender la información y probablemente pases por alto detalles importantes.
Eso puede generar una sobrecarga cognitiva considerable, que se manifiesta como una sensación de fatiga o agotamiento intelectual. Es posible que te sientas abrumado y que el simple hecho de pensar te cueste un esfuerzo enorme.
Ese estado de ofuscación mental terminará empujándote a tomar malas decisiones ya que no prestarás suficiente atención a los factores decisivos. Es posible que también te haga caer en un estado de apatía y desmotivación, generado precisamente por la sobrecarga de estímulos a la que estás sometiendo a tu cerebro.
De hecho, un estudio llevado a cabo en el Leibniz Research Centre for Working Environment and Human Factors comprobó que, efectivamente, la actividad cerebral se resiente tanto por las interrupciones (los estímulos que interfieren en una tarea pero a los que debemos responder) como por las distracciones (los estímulos que podemos ignorar, pero a los que terminamos prestando atención).
Ambas situaciones tienen un impacto negativo en nuestro rendimiento, particularmente en las tareas que requieren la intervención de la memoria a corto plazo, porque obligan a nuestro cerebro a reorganizar continuamente sus recursos para responder a los estímulos que llegan de todas partes. En práctica, es como si tu cerebro estuviera apagando fuegos aquí y allá constantemente.
Si pasas gran parte del día en ese estado mental, es difícil que tengas éxito académico, logres sacar adelante un proyecto profesional o que incluso disfrutes de la vida cotidiana ya que tu mente se encuentra atrapada en una red de estímulos intrascendentes para tus metas vitales o que te impiden disfrutar del momento presente.
¿Cómo conocer tu nivel de resistencia a la interferencia?
En la actualidad, si eres una persona que logras concentrarte en tus tareas durante al menos una hora, sin que los estímulos externos te distraigan, tienes un nivel de resistencia a la interferencia aceptable.
No obstante, existen diferentes pruebas para medir nuestra resistencia a la interferencia, una de las más conocidas y utilizadas es el test de Stroop. También llamado Test de Colores y Palabras, evalúa la capacidad para inhibir una respuesta automática y elegir la información correcta.
Analiza la atención selectiva, el control inhibitorio y la capacidad para detener las interferencias que generan los automatismos. Es una prueba muy sencilla, cuyo meollo consiste en leer palabras que designan un color – pero escritas en un color diferente del que expresan – de manera que hay que inhibir la respuesta automática de la lectura para poder designar correctamente el color con el que están escritas las palabras. O sea, tienes que decir el color de la palabra, no leerla. Por ejemplo, la primera respuesta sería «azul», no rojo, y así sucesivamente.
En esta prueba no solo se analizan los errores cometidos, los cuales se catalogan como un fallo en la resistencia a la interferencia, sino además el tiempo que tardamos en completarla pues cuanto más nos cueste reprimir las respuestas automáticas, más probable es que sucumbamos ante los estímulos irrelevantes en el día a día.
¿Cómo desarrollar la resistencia a la interferencia?
La resistencia a la interferencia es una habilidad que va evolucionando a lo largo de la niñez y se desarrolla por completo en la juventud, como comprobó un estudio llevado a cabo en la Universidad de Granada. Sin embargo, el mundo actual plantea muchos obstáculos en forma de distracciones, por lo que para desarrollar esta capacidad necesitamos asumir un enfoque más proactivo y consciente.
Si no lo hacemos y sucumbimos ante todos los estímulos que llaman nuestra atención, terminaremos perdiendo la habilidad para concentrarnos. La buena noticia es que podemos desarrollar la resistencia a la interferencia con ejercicios muy sencillos:
- Meditación mindfulness. No hay nada como la meditación para desarrollar la resistencia a la interferencia porque no solo tendrás que ignorar los estímulos externos sino también las intrusiones de tu propio pensamiento. Por tanto, actúa como un doble blindaje ante las interrupciones.
- Técnicas de organización. Recurrir a herramientas de productividad personal, como la técnica pomodoro, te ayudará a planificarte mejor. Aprenderás a priorizar y podrás enfocar tu atención en las tareas más relevantes durante periodos de tiempo cada vez más largos.
- Higiene tecnológica. La tecnología es, probablemente, el mayor elemento disruptor al que te enfrentas en tu día a día. Por tanto, conviene establecer normas de uso férreas, como mantener el móvil en silencio cuando quieres concentrarte o bloquear las ventanas emergentes de mensajes en el ordenador.
De esa forma podrás ir recuperando la atención, una de las habilidades más subestimadas, pero también más importantes para el funcionamiento cognitivo. A medida que logres concentrarte durante periodos de tiempo más largos, también desarrollarás la capacidad para ignorar todos los estímulos irrelevantes y lograrás mantener el focus. A la larga, adelantarás más, cometerás menos errores, obtendrás mejores resultados y te agotarás mucho menos, por lo que es un cambio de hábitos que realmente merece la pena.
Referencias Bibliográficas:
Knight, S. (2023) How Many Text Messages Are Sent a Day? En: SellCell.
Zickerick, B. et. Al. (2020) Differential Effects of Interruptions and Distractions on Working Memory Processes in an ERP Study. Front. Hum. Neurosci.; 14: 10.3389.
Rosenfeld, A. et. Al. (2018) WhatsApp usage patterns and prediction of demographic characteristics without access to message content. Demographic Research; 39(1): 647-670.
Gómez, C. J. et. Al. (2003) Resistencia a la interferencia durante la recuperación: un estudio evolutivo. Tesis de Diploma: Universidad de Granada.
Resistencia a la interferencia, la habilidad esencial que la tecnología te está arrebatando