Tal como sucede en quienes cuestionan sus logros al llegar a la mediana edad, entre los 20 y los 30 años suele presentarse un dilema conocido como crisis del cuarto de vida. Se trata del conflicto que sufren algunas personas en dicha década, en la cual la ansiedad, la angustia y la frustración tiñen un período que debería ser (según los cánones) de autodescubrimiento y éxito.
¿Qué caracteriza a este proceso? ¿Afecta a todos los individuos de esa edad? Y, lo más importante, ¿es posible evitarlo o sobrellevarlo sin demasiado malestar? Vamos a contestar a todas estas preguntas de forma concisa.
¿En qué consiste la crisis del cuarto de vida?
Si bien no se trata de un síndrome o enfermedad, este trance personal, también conocido como crisis del cuarto de siglo, es un fenómeno descrito y estudiado en jóvenes de 20 a 30 años. Como sucede con quienes experimentan la crisis de los 40, estos manifiestan gran insatisfacción con sus logros vitales y sienten aprensión por el futuro, en especial cuando se comparan con generaciones anteriores, como los baby boomers o la generación X.
Este periodo de estrés, confusión y ansiedad tiene sus raíces en la incertidumbre, alimentada por la crisis económica, laboral, ambiental y geopolítica. Se trata de muchachos que, aproximándose a su tercera década de vida, hacen grandes esfuerzos por prosperar y encontrar su lugar en el mundo, pero con escaso o nulo éxito.
A todo esto se le suman nuevas presiones, necesidades y obligaciones para las que, generacionalmente, no estaban preparados: redes sociales, productividad salvaje, nuevas formas de relacionarse y un largo etcétera. Dichas presiones llegan en formas nuevas y la concepción del trabajo y las relaciones interpersonales han cambiado, pero no venían con un manual cultural de instrucciones.
¿Qué puedo hacer para superar la crisis del cuarto de vida?
Las probabilidades de sufrir una crisis vital aumentan en un mundo que se prometía brillante y ha resultado ser ominoso. No obstante, en momentos de necesidad también es posible empoderarse y lograr una reconciliación con uno mismo. Veamos algunos consejos para conseguirlo.
1. Acepta y valida tus emociones
El primer paso, antes de poner en marcha cualquier otro tipo de estrategia, es validarte. Las emociones no se pueden controlar y tienen una utilidad muy grande: la de responder al medio para sobrevivir.
Cuando el futuro se tiñe de catástrofe y el presente no es como queremos, es lógico que las emociones más habituales sean la ansiedad y la frustración. No eres débil ni debes esconder tu malestar, sino abrazarlo, aceptarlo y dejar que te guíe hacia las acciones necesarias para mejorar tu situación.
2. Analiza tu realidad y no te dejes llevar por prejuicios
Seguro que has oído las expresiones «generación de cristal» y «cultura del esfuerzo». Sí, es cierto que todos debemos entrenarnos en ser más resilientes y trabajar duro por nuestros sueños, pero desde una perspectiva más amable que la exigencia y los juicios de valor.
Tú sabes cuánto te has esforzado en alcanzar tus metas. Es importante que no te dejes llevar por las expectativas que han puesto en ti y analices qué es aquello que puedes controlar y qué no.
3. No te compares con los demás
Es fácil caer en comparaciones teniendo las redes sociales disponibles las 24 horas y bajo el peso de las expectativas de generaciones anteriores. Internet está inundado de vidas perfectas, cuerpos canónicos, positividad tóxica y personas que dicen sentirse realizadas dentro de un sistema de productividad insana.
Una de las acciones que favorece tu salud mental es limitar la exposición a estos mensajes de presión social. Para superar la crisis de los 20, céntrate en tus logros y en aquello que quieres mejorar, premiándote cada vez que cumplas un objetivo y criticando de forma constructiva tus fallos.
4. Persigue tus objetivos en pequeños pasos
Otro efecto de las altas expectativas que se han puesto en los millenials y la generación Z es caer en la grandiosidad y la inmediatez. Claro que te ves lejos de ese trabajo exitoso con un gran sueldo, porque hasta llegar a ese punto hay muchas pequeñas victorias y también desaciertos.
Como estrategia contra la frustración, escribe una meta y los pasos necesarios para lograrla. Desgrana estos objetivos todo lo que necesites y refuérzate cada vez que taches uno de ellos. Así, el ejemplo del trabajo soñado será el descanso del guerrero después de disfrutar el viaje hasta él.
5. Ajusta tus expectativas
Muchas de las personas que hoy viven la crisis del cuarto de vida se enfrentan al desengaño de una serie de ideas que los engrandecían: sacarse una carrera para tener un gran trabajo, casa propia antes de los 30, mantener una relación amorosa durante muchos años, etcétera.
No obstante, aunque sea doloroso al principio, es pertinente analizar el presente y ajustar hasta dónde se quiere llegar. Aún hay mucho futuro por delante a los 25 años, pero más vale aprender a aceptarse que flagelarse toda la vida por algo irrealizable.
6. No abandones tus autocuidados
Otra de las crudas realidades de la crisis del cuarto de vida es que la salud se sacrifica demasiado a menudo. Esa «cultura del esfuerzo» en la que se han criado las últimas generaciones dicta que los grandes sacrificios tienen enormes recompensas; pero ya se ha comprobado que esto no es así.
Aunque es difícil en un modelo económico donde abundan la explotación laboral y la falta de tiempo, es muy importante encontrar huecos para el autocuidado: alimentarse bien, hacer ejercicio, descansar durante el sueño, tener un ocio consciente y relaciones sanas.
Cuando el futuro no trae garantías de bienestar, los cuidados en el presente serán el seguro para mantener la calidad de vida con el paso de los años.
7. Crea lazos de calidad
Nadie es una isla. La creencia cultural de que un individuo puede ser independiente es una falacia, pues somos animales gregarios que aportan a la sociedad y beben de ella al mismo tiempo.
Rodéate de personas que te apoyen y a quienes merezca la pena cuidar. Organízate y absorbe los beneficios de lo colectivo, pues lo peor que puede pasarle a alguien que carga con un gran peso es hacerlo en soledad.
8. Abraza tu identidad actual
No serás la misma persona dentro de un año, o puede que incluso dentro de un mes. Lo ideal no es quedarse estático, sino encontrar el núcleo de tu identidad dentro de los cambios que experimentas. Abraza tus aficiones, lucha por tus ideales, reflexiona con espíritu crítico y no tengas miedo a cambiar si eso te hace mejor. Siempre serás tú.
9. Busca ayuda profesional
Todos estos consejos pueden no ser suficientes cuando tu salud mental está deteriorada. Si tienes la posibilidad de contar con la ayuda de un profesional de la psicología, no dudes en acudir a consulta, pues allí desarrollarás a plenitud estas indicaciones y adquirirás herramientas para sentirte mejor.
Tanto a nivel institucional como en agrupaciones populares, hallas recursos a bajo coste o gratuitos. Infórmate de cuáles hay en tu zona, si no puedes permitirte pagar un servicio privado.
Consecuencias de este trance sobre la salud mental
Las personas que atraviesan la crisis del cuarto de vida suelen ser víctimas de sus circunstancias. Muchos no logran independizarse de casa de sus padres o les resulta imposible mejorar sus condiciones. La ausencia de oportunidades laborales y, en general, de apoyo del sistema, es típica de esta generación. Y son varias las consecuencias que derivan de este contexto. Aquí tienes las más comunes:
- Frustración generalizada.
- Crisis de identidad personal.
- Inseguridad respecto al futuro.
- Sentimientos de aislamiento y soledad.
- Replanteamiento de amistades y relaciones amorosas.
- Tendencia a la radicalización de ideas de carácter ideológico.
- Comparación con el resto de pares («al resto le va mejor que a mí»).
- Baja autoestima («no soy lo suficientemente bueno/a para lograr mis metas»).
- Dificultades para adaptarse a la vida posterior a los estudios y al mercado laboral.
Empoderarse en tiempos de crisis
Los trastornos de ansiedad tienen una prevalencia del 35-40 % en hombres y 60-80 % en mujeres, cuando se habla de personas de 20 a 30 años. Esta pandemia, que afecta sobre todo a colectivos desfavorecidos, también ha despertado una ola de resistencia ante la opresión de los tiempos que corren.
La cultura del individualismo, el consumismo inacabable y la presión social han tratado de aislar a los individuos, haciéndoles olvidar que lo colectivo da resultados mayores que la suma de sus partes. Por eso, en el contexto de esta crisis etaria, no dudes en asociarte con otras personas, en ayudar y pedir ayuda, pues ya no es tiempo de héroes, sino de tribus.
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