Thekchen Chöling, Dharamsala, HP, India – Esta mañana, Su Santidad el Dalái Lama se reunió con catorce jóvenes líderes que participan en el programa Dalai Lama Fellows y un grupo de invitados que lo acompañaban. Los Dalai Lama Fellows son un programa de liderazgo único de un año de duración para creadores de cambios sociales emergentes que está diseñado para integrar el trabajo contemplativo y la transformación personal intencional con esfuerzos para lograr cambios positivos en sus respectivas comunidades.

Tan pronto como Su Santidad tomó asiento en la sala de reuniones, el Canciller de la Universidad de Colorado, Philip P. DiStephano, abrió el debate. Le dijo a Su Santidad que había venido con amigos y colegas para compartir una conversación sobre liderazgo compasivo. Recordó a Su Santidad que la Universidad de Colarado lo había acogido en Boulder en 2016 y que habían entablado otra conversación virtual en octubre de 2021.

«Es un placer estar con usted y con los becarios Dalai Lama de la Universidad de Colorado, la Universidad de Stanford y la Universidad de Virginia», comentó. «Esta es una oportunidad para formar a los líderes del mañana».

Como parte de su introducción, la moderadora Sona Dimidjian dijo a Su Santidad que su consejo había sido una guía para su trabajo en psicología y neurociencia y para su familia.

“Buscamos nuevamente tu guía”, le dijo, “para estos jóvenes que, mirando al mundo, ven competencia y conflicto, guerra y sufrimiento. Y cuando miran hacia adentro, ven sufrimiento, tristeza y desesperación.

“Desde que se lanzó el programa de becarios del Dalai Lama en 2004, han participado más de 200 becarios de 50 países. Quieren poner en práctica sus enseñanzas, combinando un enfoque interno y externo para lograr cambios en el mundo. Sus corazones están abiertos”.

Dimidjian informó que cuando llegó a la puerta de la residencia de Su Santidad esta mañana, encontró al grupo de becarios Dalai Lama cantando juntos mientras esperaban entrar. Esto les sirvió de estímulo para empezar a cantar una vez más mientras cantaban: “Abre mi corazón, abre mi corazón, deja que rebose de amor”. Luego, Dimidjian preguntó a Su Santidad si tenía algunas palabras para ellos sobre cómo podían poner la compasión en acción.

“Primero”, respondió, “quiero decirle lo feliz que estoy de reunirme con usted aquí. Básicamente todos hemos nacido de una madre y hemos recibido de ella el máximo cariño. Es una respuesta natural, vemos que otros animales también hacen lo mismo. Es una experiencia que todos tenemos en común y significa que todos somos esencialmente iguales. Sobrevivimos gracias a la bondad de nuestra madre. Esto es algo muy importante para recordar.

“Cuando todavía somos jóvenes, el sentimiento del afecto de nuestra madre sigue vivo dentro de nosotros, pero a medida que crecemos y vamos a la escuela, comienza a declinar. ¿Cuánto mejor sería si pudiéramos mantener fresco y vivo nuestro aprecio por su bondad hasta que muramos? Una forma de hacerlo es hacer un esfuerzo por fomentar un sentido de compasión y calidez.

“Dondequiera que vaya y con quien me encuentre, sonrío y saludo calurosamente. Así es como todos se vuelven mis amigos. La clave es tener buen corazón con los demás. Creo que la calidez es parte de nuestra propia naturaleza. Genera tranquilidad y atrae amigos. El verdadero regalo de nuestra madre para nosotros es su sonrisa y su afectuosa calidez”.

Sona Dimidjian mencionó que estaba emocionada de presentar a siete becarios Dalai Lama que, en parejas, harían preguntas a Su Santidad. Los becarios fueron Khang Nguyen de Vietnam y Damilola Fasoranti de Nigeria/Ruanda; Mansi Kotak de Kenia y Serene Singh del Reino Unido; Brittanie Richardson de Kenia/EE.UU. y Shrutika Silswal de India, así como Anthony Demauro de EE.UU. Le preguntaron qué podían hacer para promover el reconocimiento de los valores humanos, compartidos y universales. Buscaron su consejo sobre cómo inspirar a otros a elegir el servicio y el cuidado de los demás como forma de vida. Querían saber cómo emplear la compasión como líder cuando se sienten enojados y frustrados y preguntaron cómo resistir la injusticia manteniendo la compasión incluso hacia los opresores.

“Si mantuviéramos vivo el sentimiento básico de afecto que recibimos de nuestra madre”, respondió Su Santidad, “no habría razón para pelear con nadie. Sin embargo, en lugar de pensar en lo que tenemos en común con otras personas, tendemos a centrarnos en las diferencias entre nosotros.

“Dondequiera que voy, me considero un ser humano más y sonrío. No me considero el Dalai Lama y de alguna manera me separo. Y cada vez que conozco a alguien nuevo, siento que es como yo. Podemos tener nombres diferentes y nuestra piel o cabello puede ser de un color diferente, pero estas son sólo diferencias secundarias.

“Simplemente veo a otras personas que conozco como seres humanos, como hermanos y hermanas. No me detengo en las diferencias entre nosotros, pienso en las formas en que somos iguales. Cuando era muy joven y vivía en el noreste del Tíbet, jugaba con los niños vecinos. Les respondí como a niños como yo. Sólo más tarde me di cuenta de que muchos de ellos procedían de familias musulmanas y que mi familia era budista.

“Lo esencial que debemos recordar es que, en definitiva, todos somos iguales como seres humanos. A veces olvidamos nuestros valores humanos básicos, nuestra generosidad y sentido de bondad, porque dejamos que los prejuicios o la discriminación negativa se apoderen de nosotros. Cualquiera que sea nuestra religión, cultura u origen étnico, en un nivel fundamental somos iguales en cuanto a ser humanos. Pensar demasiado en ser el ‘Dalai Lama’ me diferencia de los demás, cuando estoy mucho más preocupado por nuestra humanidad común.

“Como ya dije, los niños pequeños son simplemente abiertos y amigables. No discriminan entre ellos y los demás. Sólo cuando crecen se dan cuenta de las formas en que somos diferentes. Y el riesgo es que esto lleve al conflicto. La forma de equilibrar esto es pensar en que todos somos iguales. Esto es lo que debemos recordarnos. En un nivel fundamental tenemos que reconocer la unidad de la humanidad, que al ser humanos somos iguales unos a otros. Nuestras caras tienen dos ojos, una nariz y una boca.

“El hecho de que personas de diferente color, nacionalidad, etc. puedan procrear y dar a luz niños viables, fértiles y sanos confirma que, como seres humanos, somos fundamentalmente iguales.

“Tenemos identidades diferentes y complementarias, por ejemplo soy tibetano, soy monje y tengo el nombre de Dalai Lama, pero lo más importante es que soy un ser humano.

“Somos seres sociales, establecemos conexiones entre nosotros, pero eso no parece ser suficiente para impedir que se desarrollen conflictos. Sin embargo, uno de los beneficios de internalizar el sentido de unidad de la humanidad, la convicción de que como seres humanos somos todos iguales, es que nos hace sentir más relajados”.

Sona Dimidjian agradeció a Su Santidad por dar la bienvenida al grupo y compartir su sabiduría con ellos. Invitó a Vijay Khatri a pronunciar algunas palabras de clausura.

“Esta semana ha sido transformadora”, comenzó. “Como dice el refrán, ‘La mente no es sólo un recipiente que hay que llenar, sino un fuego que hay que encender’. Nos hemos comprometido con usted y hemos aprendido de usted sobre la compasión y la calidez y le agradecemos este amable regalo”.

“Como mencioné antes”, respondió Su Santidad, “cuando somos muy pequeños jugamos con otros niños sin ningún prejuicio o sospecha entre nosotros. Este tipo de actitud abierta e imparcial es lo que debemos preservar. Nos vemos unos a otros en términos de «nosotros» y «ellos» y esto puede generar conflictos. Por eso es útil recordarnos periódicamente cuánto tenemos en común y que aquellos a quienes consideramos ‘ellos’, no ‘nosotros’, también son seres humanos”.

Sona Dimidjian deseó a Su Santidad un día tranquilo y alegre y le dijo que el grupo esperaba verlo nuevamente mañana.

https://www.dalailama.com/news/2024/compassion-in-action-a-conversation-about-leadership