Nunca llega porque siempre está

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(Extractos 2)
Por Javier Olza

Lo buscado ha sido encontrado

Algo empieza a cambiar. Descubro que a quien estaba buscando ya lo encontré.

Lo buscado era yo.

Lo encontré en mi expansión. El buscador desaparece en lo buscado. Todo cambia. La realidad es otra. Está en mí lo que ando buscando.

El Ser no puede estar ausente de mí y ahora caminaré con el Ser, hasta darme cuenta que también Yo soy el Ser. No me queda más remedio que aceptar que el Ser está en todos los humanos y también en el cosmos. Nada fuera del Ser.

Lo que en un principio parecía un refuerzo venido de fuera resulta que era el propio Yo Soy, que siempre fue. Estaba y está. No podía llegar, ya estaba allí.

Desaparece la búsqueda y aparece el descubrimiento

Empieza a desaparecer el velo que cubría aparentemente al Ser. Ese velo se quita ¿desde dentro o desde afuera? Esa es la pregunta del yo separado ante su inminente desaparición. Le gustaría decir que ha sido él y que hay que agradecérselo, pero no tiene chance de ejercer su falso poderío.

Simplemente se ha encontrando el SER con el SER. El Ser empieza a manifestarse por sí mismo. No necesita muletas. Ahora se ha enseñoreado de sí mismo, sin que nadie haya hecho nada. Todo sucede como tenía que suceder y donde se tenía que hacer. El Uno sin segundo extiende su manifestación y continúa su desvelarse.

Nunca podré decir que fui yo quien busqué y encontré al Ser. Él «me absorbió». No hice nada. El que nunca llegó porque siempre estaba.

«Usted vuelve al lugar que nunca abandonó» (D. Harding).

Vuelve al original en perfecta sintonía con la naturaleza, la Consciencia y el Ser. El Ahora no puede ser estático; tiene una dinámica desconocida en lo temporal.

W. Jáger dice con gran acierto: «El cambio constante es el verdadero milagro de la vida».

Algo que puede resumir al zen es esta frase: «El zen es la visión de la naturaleza propia».

La naturaleza propia siempre nos sorprende desde lo desconocido. No puedo acercarme al Ser con los pensamientos que tengo hoy, porque siempre veré lo mismo, pensaré lo mismo y viviré lo mismo.

Indagación ¿nace de la palabra?

«La indagación es el Amor del Ser» (Papaji)
«Con la indagación se aviva a las serpientes, haciéndolas salir» (Papaji)

La verdadera percepción solo puede tener lugar en la completa aniquilación de la seudoidentidad. La verdadera función de las palabras es ser indicadores del silencio de donde emanan.

«Las verdaderas palabras son ventanas del vacío al vacío».

Las palabras ya no salen de una persona, de un personaje, de un yo separado, salen del vacío de donde estaban. No necesariamente son mías… No existe el yo. Cuando la palabra es Verdad, se queda ahí, no tiene más que hablar, no hay que dar más vueltas. Simplemente es, sin explicación. La realidad se asienta en su sitio. Lo que nosotros llamamos futuro no es más que un pasado modificado.

En la aceptación plena no hay apego. El proceso que me permite limpiar mis programas inconscientes es la integración en la Consciencia.

¡Limpiar «mis» programas inconscientes! ¿El «mis» es el que mancha «mis» programas inconscientes? Desaparece el «mis» y ya no hay programas. Obvio lo que sucede. Las palabras que nacen no como un recuerdo de pensamiento o un ejercicio de memoria son fecundas.

Cuando una palabra o frase tiene ese vigor es un hecho fresco, es nueva, no se puede tener como reminiscencia.

Tanto la atención plena como la indagación tienen su fuerza para producir como un parto de esa palabra, o de esa expresión. Cuando eso no se da se ralentiza la didáctica. Está dando a luz una expresión única. Aunque ya se conozca, es nueva: está recién parida. Quiero instalarme en la Consciencia. Será cuando desaparezca el «quiero».

¿Lo que hay a tu alrededor es algo que viene a ti? ¿Por ti? ¿O a través de ti? Empecemos la indagación. «A ti», felizmente no tiene sentido la pregunta: ¿por qué a mí? Porque te puede suceder cualquier cosa, como a cualquier ser humano. Tengo que sentir que está en mí y esta indagación es la primera: ¿viene a ti o descubres que está en ti? Se descubre que está en uno, y desde antiguo. Aparece y sorprende. No pasa mucho rato y te das cuenta de que es demasiado obvio lo que te sucede. Ya estaba ahí. No te conocía y por eso haces la pregunta.

Empleo la palabra rato y no tiempo porque la indagación es demasiado rápida. No se necesita «una investigación» que dure mucho tiempo. No hay que andar buscando datos, ni dando vueltas para cerciorarse de lo encontrado. No hay que confirmar hipótesis, simplemente yastá. La faena se remata sola y completa. Es algo venido del todo, que ya eras. No sabías que te faltaba. Te creías completo y repentinamente te das cuenta que nada faltaba. La evolución sigue y casi (sin notarlo) estás abierto a lo que viene, y a lo que venga.

El segundo término de la indagación es «por ti». Lo descubierto no viene por ningún cartero que traiga el mensaje. El mensaje ya estaba en ti. Pero como el ego no tiene mucho que hacer, no cuentas con él. Aquí no hay dualidad. Soy cosmos y esto que sucede también es cosmos. El «por ti» es porque yo también soy tú. Eres el Todo y de ahí no puedes salir. No buscarás al otro que también es el Todo. Ese hallazgo de la indagación puede ser interior o exterior. Estando en el Todo no hay ni adentro ni afuera. Muy fácil aceptar que es por ti.

El ego no llega ahí, se habrá ido con el rabo entre las piernas, para buscar a otro y tentarlo, novedosa y sutilmente. El ego se caracteriza por hacer ver las cosas como llamativas y novedosas.

La indagación te lleva a algo nuevo y silencioso. Simplemente yastá. Estoy aquí, donde antes no me veía. Cuando desaparece la ignorancia, llega la sabiduría y la inteligencia. La sabiduría siempre te invita a encontrarte con ella. Por eso la indagación desemboca en un encuentro con la sabiduría. La indagación sin dejar de lado lo científico se encamina siempre a la sabiduría, que siempre está abierta a todos, «se comunica sin envidia alguna».

A través de ti es una alerta. No puede venir a través de nadie más. Aunque eres uno con el otro y tienes la misma identidad, también hay una individualidad en la manifestación y tú te manifiestas a través de esa «manifestación individual». No puedes pedir a otro que te preste su manifestación para expresarte, quedarías anulado, y el cosmos quedaría «rayado», lo cual no es posible. Aquí no es posible «colarse».

La indagación avanza hasta el hallazgo del Ser en ti mismo, y su manifestación a través tuyo, también. Es el único camino. Si no es a través de ese «ti individual» (que no es el yo) queda anulado en la falsedad y tendrá que seguir la indagación hasta descubrir lo falso, que se descubre al llegar la luz. En la indagación no es posible mirar atrás para ver cómo era antes. No hay, ni nunca hubo nada, ni siquiera residuos. Es el final de la evolución.

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