Libre Mercado acude a la fiesta del esquileo en Burgos para analizar el desplome de todo un sector castigado por China.
Mantas, jerséis, calcetines, guantes, gorros… todo se hace con lana. Así que cuando llega el verano toca pelar a las ovejas y en Libre Mercado nos hemos acercado hasta Burgos para asistir a la fiesta del esquileo que todos los años celebra la sociedad gastronómica Los Cucos.
«Se hace una demostración de esquilar ovejas a mano (con tijera), como se hacía tradicionalmente y ya no lo hace casi nadie. También habrá esquilado a máquina», explica Juan Montiel, el presidente de Los Cucos, que también se encarga de amenizar la fiesta a los asistentes con bailes regionales, una tapa de queso de oveja y un vino Ribera del Duero.
La primera oveja sube al escenario y el esquilador Melquiades le pasa la maquinilla eléctrica con pericia. Hay que quitar toda la lana de una sola pieza, todo un arte que solo da la experiencia. El esquilado es una labor fundamental porque ayuda a los animales a soportar las altas temperaturas del verano y evitar los parásitos, entre otros beneficios.
China cierra el mercado
Desgraciadamente, la lana española se acumula en los almacenes desde hace dos años porque China, nuestro principal comprador, cerró los mercados cuando se detectó el primer foco de virus ovina en España a finales de 2022. Y aunque ya estamos libres de esta enfermedad, China no reabre los mercados.
Hay que tener en cuenta que, según los últimos datos de Comercio Exterior, España ha exportado en el último año móvil (a marzo) algo más de 9.000 toneladas de lana, con China cerrada, frente a las más de 14.000 toneladas anuales antes de que cerrase el gigante asiático. Algo más de la mitad de ese volumen de ventas al exterior iba destinado a este país asiático.
Además, el mercado está copado por la lana de Australia y Nueva Zelanda. Y por si fuera poco, a esto se suma una caída de la demanda mundial porque el sector textil prefiere otras materias primas como las fibras sintéticas.
Lana convertida en abono
La campaña está a punto de terminar y la lana sigue sin salida. De hecho, ni siquiera cotiza en las lonjas. Hace tres años, cuando los precios ya eran bajos, el kilo de lana merina se compraba 2,40 euros y un año más tarde, en 2020, ese precio se desplomó hasta los 40 céntimos el kilo.
Como no es rentable venderla, la lana almacenada se está convirtiendo en un residuo y en un gasto extra para los ganaderos. La situación es tan complicada que ya hay empresas que se encargan de convertir la lana en abono. Estiércol.
Libres de aditivos químicos, los pellets de lana son un abono natural de liberación lenta, rico en nitrógeno que tarda meses en descomponerse por completo. Se trata de un uso alternativo y ecológico para este subproducto que parece haber perdido su lugar en el mercado textil internacional.
https://www.libremercado.com/2024-06-22/la-crisis-de-la-lana-espanola-la-convierten-en-abono-7139430/