Marcar la frente con líneas, puntos y colores es parte de las tradiciones en el hinduismo. Lejos de ser una gran religión con una jerarquía, una doctrina y una mitología unificadas, se trata más bien de un conjunto de creencias, prácticas rituales, escrúpulos sobre pureza y manifestaciones divinas con algunos mínimos en común, por ejemplo, estas marcas.
Según su tipo, algunas son usadas en días festivos, y otras, en la vida diaria. Estas marcas se imprimen con pasta de sándalo, fresno, cúrcuma o arcilla según el color deseado.
En el pasado, el “bindi” o “bindu” entre los ojos izquierdo y derecho, traducible de manera literal como “punto”, era un privilegio de las casadas, y en la India antigua existía la tradición ceremonial de sellar un matrimonio con una gota de sangre del novio, colocada en el frente de la novia. En la actualidad, las solteras y las niñas también utilizan esta marca como un símbolo de buena fortuna, elegancia y respeto a una identidad colectiva. Se trata de una visualización del “tercer ojo”, la puerta o el sexo entre el ser y el no ser, ese más allá de lo evidente.
Este emblemático punto rojo o negro en el medio de la frente de las mujeres en la India, Nepal, Sri Lanka, y otros lugares de proliferación del hinduismo y las religiones kármicas, durante siglos, ha sido un indicativo de la afiliación a una secta. Sus variaciones, sin embargo, sugieren con frecuencia tendencias regionales y gustos estéticos individuales.
Las tiendas en el subcontinente también suelen vender pegatinas que combinan con el color del sari de las mujeres, hechas de pequeños diamantes, generalmente de bisutería. Esto ha diluido el carácter espiritual del bindi, siendo cada vez más un detalle decorativo.
Un “tilaka”, “tikka”, “tilak” o “pundra”, usado por ambos sexos también sobre la frente, aunque también en el cuello, las manos, el pecho, o los brazos, es una representación de un Deva o también de un Buda. Un símbolo más elaborado del tercer ojo o del “sexto chakra” denominado “Ājñā”, así como de un estado conseguido o propuesto de absoluta concentración, la intuición libre de cualquier obstáculo, la consciencia de la unidad inherente de todo.
Los tilakas muestran la elección de una deidad protectora en función de un deseo de fortuna, salud, estabilidad familiar o longevidad. También se ligan a la estratificación cósmica o a la pertenencia a un “color”, un “varṇa” o una “casta”. Por ejemplo, Shiva es el patrón de los brahmanes, Parvati bendice la unidad en el hogar, y su hijo en común Ganesh cuida de artistas y comerciantes. Los hindúes practicantes pueden dejar ofrendas en un santuario y pintarse con el tilaka que correspondan a una divinidad elegida o “Íshwara”, sirendo devotos de una personificación del Brahman impersonal o la realidad expansiva infinita.
Un tilaka con una luna creciente o un tridente distingue a un “shaiva” o seguidor de Shiva. Un “vaisnava” o seguidor de Vishnu puede dibujar en su frente un dibujo del pie de este dios, similar a la letra “U”. Y un “shakta” o adorador de la diosa madre puede lucir un punto naranja. Se trata de la pertenencia a una orientación religiosa que define un modo de vida.
Sin embargo, las variadas selecciones de bindis y tilakas como pluralidad dentro del universo del hinduismo son también, en su conjunto, una síntesis de la filosofía de la India. De acuerdo con Roger Ferrer, filósofo e historiador del arte de la Universidad de Valladolid:
Una forma visual de representar cierto contexto no dual es el célebre punto del tercer ojo, el chakra ajna y el punto pintado en la frente. En cierta medida, al mostrarse estéticamente esta idea, se representa a los dioses iluminados en el arte de la India o Tibet con el tercer ojo, el de la mente, ya que el tercero pretende superar los dos físicos del pensamiento binario, el sí y el no y el resto de los pares de opuestos.
Fueron decisivas para la evolución del hinduismo las escuelas monistas o sobre la ausencia de realidad propia de las dualidades, por ejemplo, entre yo, mundo y Dios, entre ser y no ser, entre lo masculino y lo femenino, la noche y el día, el pasado, el presente y el futuro, el nacimiento, los instantes de la vida y la muerte. Trascender los contrarios es un leitmotiv de esta espiritualidad presente en el Advaita, el shivaísmo de Cachemira y el tantrismo.
El arte también puede ser un gesto momentáneo y un guillo a la eternidad. Puede marcar el día a día como un patrón hecho de lo irrepetible. Es profundamente individual y no por eso dejar de ser parte de una tradición y un acuerdo cultural. Bindis y tilakas siguen siendo antiguos y contemporáneos. Como escribió el poeta Lansell Taudevin:
Un hombre joven
Un joven que miente
Mirando sin visión más allá del cielo.
Resistencia…
Un viento feroz que sopla…
La amargura atrapada en su aquietado corazón.
Su frente.
una marca redonda, diminuta.
precisa…
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