Estudio no encuentra evidencia genómica de «ecocidio» en la Isla de Pascua

Una nueva investigación genómica rechaza la teoría controvertida de que los antiguos habitantes de Rapa Nui (Isla de Pascua) experimentaron declives poblacionales debido a la sobreexplotación de los recursos naturales de la isla, conocida como la teoría del «ecocidio».

Según el ecólogo y geógrafo Jared Diamond (Colapso, 2005), la construcción y transporte de los moáis pudo haber exacerbado el daño ambiental. Los rapanui, en su afán de erigir estas monumentales estatuas, habrían talado grandes cantidades de árboles para construir trineos o rodillos con los cuales mover los moáis desde las canteras hasta sus plataformas ceremoniales (ahu). Esto habría provocado la deforestación total de la isla, que para el siglo XVII ya estaba completamente desprovista de grandes árboles. Crédito: Abdul Dremali.

Un equipo de investigadores internacionales reconstruyó la historia genómica de 15 antiguos rapanui que vivieron en la isla en los últimos 500 años, sin encontrar evidencia de un «cuello de botella» genético que pudiera vincularse a un colapso en el siglo XVII.

Su análisis sugiere que la isla albergaba una población pequeña que creció de manera constante hasta que las incursiones de esclavos peruanos en la década de 1860 redujeron a un tercio de la población. Asimismo, encontraron aproximadamente un 10 % de ADN nativo americano en los rapanui antiguos así como en los actuales, lo que respalda la idea de que los polinesios podrían haber cruzado el Pacífico hacia las Américas y regresar mucho antes de la llegada de Colón.

«Sabemos que los primeros navegantes polinesios que descubrieron y se asentaron en Rapa Nui hace al menos 800 años fueron algunos de los más grandes navegantes del mundo. Sus antepasados habían pasado al menos 3000 años viviendo en un entorno oceánico. Navegaron hacia el este a través de miles de kilómetros de océano abierto y encontraron casi todas las islas habitables en el vasto Pacífico. Sería más sorprendente si no hubieran llegado a la costa de América del Sur. Estos resultados proporcionan evidencia intrigante sobre el momento de ese contacto», dijo la Dra. Lisa Matisoo-Smith, profesora de antropología biológica en la Universidad de Otago en Nueva Zelanda.

«Todo el modelo de ecocidio y colapso social también ha sido cuestionado por académicos del Pacífico, basado en una variedad de evidencias arqueológicas. Pero ahora, finalmente, tenemos evidencia genética antigua que aborda directamente estas dos preguntas y quizás nos permitirá centrarnos en una narrativa más realista de la historia de esta intrigante, aunque en realidad bastante típica, isla polinesia», añadió.

Deriva genética compartida e identidad por descendencia entre los antiguos rapanui y las poblaciones actuales. Crédito: J. V. Moreno-Mayar et al., Nature, 2024.

Sin embargo, algunos académicos remarcan algunas limitaciones inherentes a la investigación al utilizar tecnologías científicas modernas para abordar eventos hipotéticos y desafiar puntos de vista contemporáneos.

«Una limitación de este estudio es que la generación de información parece basarse únicamente en tecnologías de la ciencia moderna, sin una inclusión sustantiva del conocimiento tradicional de los polinesios orientales. No se menciona ningún esfuerzo por obtener historias orales sobre el supuesto colapso poblacional de los propios rapanui, a pesar de las prácticas generalizadas de transmisión de purukau (historias) a lo largo de generaciones en las culturas polinesias orientales», comentó el Dr. Phillip Wilcox, profesor asociado en genética cuantitativa de la Universidad de Otago, quien no participó en la actual investigación.

«Además, estoy al tanto de que dentro de algunas historias orales se encuentran nombres de ancestros nativos americanos junto con purukau sobre ellos y dónde vivieron, lo que indica que fueron los navegantes polinesios orientales quienes viajaron a Sudamérica y Centroamérica, en lugar de viceversa. Esto es consistente con otras opiniones que proporcionan una fuerte justificación para el contacto entre los nativos americanos y los polinesios orientales en Centroamérica y/o Sudamérica», continuó.

«Este estudio, junto con investigaciones previas basadas en ciencias genéticas que muestran evidencia de ascendencia nativa americana en los polinesios, podría haberse fortalecido con la inclusión de conocimientos indígenas y una comprensión más completa de las historias de los pueblos polinesios orientales. Al ignorar tal conocimiento tradicional, los investigadores y otros actores como las revistas científicas perpetúan desafortunadamente la suposición de que el conocimiento indígena tiene poco o ningún valor en la resolución de preguntas clave sobre las poblaciones que en realidad están estudiando», concluyó Wilcox.

El estudio ha sido publicado en Nature.

Fuente: Scimex. Edición: MP.

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