El astrofísico Fred Hoyle introdujo el término “Big Bang” para intentar reducir hasta el ridículo a la teoría y a la persona de Georges Lemaître, matemático, astrónomo y, para colmo, sacerdote.
A Hoyle le parecía absurda y un remanente del pensamiento religioso creacionista afirmar que el universo habría nacido hace cerca de catorce billones de años. Desde su punto de vista, todo está o todo es como un río que va corriendo son fin. En sus propias palabras:
Las cosas son como son porque eran como eran.
Sin embargo, el peso de una repentinamente acumulada cantidad de evidencias, por ejemplo, la radiación cósmica de fondo, pronto hicieron imposible para la comunidad científica no rendirse a la idea de un universo surgido de un único punto infinitamente denso, un Génesis físico visto y medido gracias a la metafísica de las matemáticas. Está tan bien consolidada la teoría de Lemaître que en la actualidad ha dado vida a universos ficticios como el de Sheldon Cooper.
Esto no quiere decir que los problemas conceptuales del Big Bang no sigan siendo esencialmente los mismos que en sus inicios: ¿cómo ocurrió realmente?, ¿qué hubo antes, si es que hubo algo? y, más importante aún para la filosofía, ¿qué es lo que se está entendiendo por “inicio” del universo? Robert Branderberger, cosmólogo teórico de la McGill University, Canadá:
Decir del universo que “comienza con una singularidad” carece de fundamentos.
Como explica Ahmed Farag Ali, investigador de la Universidad Benha, Egipto, esto es así porque:
…la singularidad del Big Bang sigue siendo el problema más grave de la relatividad general de Albert Einstein porque las leyes de la física parecieran no funcionar allí.
El Big Bang se basa en dos supuestos, el primero, la mencionada teoría general de la relatividad que describe la interacción gravitatoria de toda la materia, y el segundo, el así llamado “principio cosmológico”, la implicación de que el universo no tiene bordes, de modo que su origen no se habría producido en un punto particular, sino en todo el espacio al mismo tiempo.
Dicho esto, el comportamiento cuántico de las partículas subatómicas, siendo incierto, resulta inabarcable para el determinismo de la teoría de la relatividad einsteiniana, leyes inteligibles que describen un universo completamente predeterminado por su pasado.
Ali es importante en esta historia metafísica sobre los límites del Big Bang como inicio universal y abarcable en el pensamiento. En un trabajo conjunto con Saurya Das, investigador de la Universidad de Lethbridge, Canadá, publicado por primera vez en la revista académica Physics Letters B, ambos físicos proponen una serie de ecuaciones que describen un universo mucho más parecido al de Hoyle, sin un principio y sin un fin, un universo que es su propio “mandala”.
El objetivo declarado y el sentido implícito del trabajo de Ali y Das no parten de eliminar el Big Bang de Lemaître. Son, más bien, una posible resoluciones de las incompatibilidades entre la mecánica cuántica y la relatividad general, partiendo de Nieles Bohm para corregir de manera cuántica la ecuación de Amal Kumar Raychaudhuri sobre la formación de singularidades.
Las ecuaciones de Ali y Das tienen la constante de la persecución de una unidad deseada de las dos grandes teorías de la física, su propuesta unidad en la denominada “gravedad cuántica”, el ambicioso proyecto de algunas de las mentes más brillantes de las últimas décadas de la historia de la ciencia. Aunque esta visión resolvería una serie de problemas evidentes con los modelos cosmológicos dominantes en el siglo XXI, carece, sin embargo, de un planteamiento comprobatorio sobre sí misma y para advertir si adolece de problemas ulteriores complejos.
Dicho esto, Ali y Das no han afirmado algo semejante a haber desarrollado, por fin, una teoría completa de la gravedad cuántica. Desde una humildad moral y científicamente bienvenida, se conforman con estar ayudando a la elaboración colectiva de un paradigma científico futuro.
Das y Ali teorizan que el universo está lleno de un “superfluido” o “fluido cuántico” compuesto de “gravitones”, partículas que, según se piensa, carecerían de masa propia, aunque sean transmisoras de la gravedad del mismo modo en que los fotones transmiten el electromagnetismo. Junto al investigador de la Universidad de Manchester, Canadá, Amal Kumar Raychaudhuri, sugieren que en estos gravitones formaron un “condensado de Bose-Einstein” en el universo primitivo, una colección de partículas con una conducta cuántica de escala macroscópica.
Raychaudhuri, Ali, Das están resucitando la descartada “mecánica bohmiana”. En entrevista para el sitio web Live Science, este último asegura que se podría probar su propuesta:
…si se revisa cómo la materia oscura se distribuye en el universo y si coincide con las propiedades de este supuesto superfluido. De coincidir nuestros resultados con estas propiedades, aunque fuera solo de manera aproximada, sería algo magnífico.
Este condensado podría hacer que la expansión del universo se acelerara, algo que explicaría, tanto a la antes mencionada materia oscura, también conocida como “masa faltante” ya que no interactúa con el campo electromagnético, por lo que no se puede ver, ni absorber ni reflejar, como a la “energía oscura” presente en todo el universo, acelerando la expansión del “todo” a través de una supuesta “fuerza gravitacional repulsiva”. Las ecuaciones de Ali y Das interpretan el termino de corrección de la mecánica cuántica respecto a la densidad de la materia oscura.
De ser verdad que el universo está ocupado por este hipotético superfluido, compuesto por gravitones arrastrados por la gravedad, así como por partículas fantasma y ultrafrías con el nombre de “axiones”, esto descartaría un Big Bang entendido como inicio absoluto y singular de un universo, en realidad, “infinitamente” antiguo. Esto confronta evidencias y nociones. Desde una conclusión más filosófica, lo que siempre será interesante es cómo estos lenguajes científicos, con palabras como “inicio” o “infinitamente”, reinician una y otra vez lo enigmático.
Imagen de portada: estrellas y Vía Láctea, Europa Press.
https://pijamasurf.com/2024/10/ecuaciones_cuanticas_sugieren_que_el_big_bang_nunca_ocurrio/
Estaros atentos, y gracias, por vuestros esfuerzos difusivos, como os comento, estaros atentos, por favor, porque si se filtra que este trabajo de investigación cuántico, puede haber abierto una comprensión, que si se logra descifrar estamos ante el descubrimiento del siglo XXI, en física. Mirad EL BIG BANG, claro que existe, en lo plausible, pero no es la creación… sino el concepto metafísico, por este motivo os lo comento, de haber descubierto, el origen de la recreación, es decir, puede ser EL BIG BANG, su partícula de Dios, cómo se ha hecho el metaverso inmersivo del holograma virtual, que es la materia mortal, y el campo de fuerza cuántico… Veremos. Pero gracias por vuestra labor. De corazón.