Hoy se cumplen 229 años del nacimiento de John Keats, el poeta inglés que vivió una existencia breve y marcada por la tragedia, pero cuya vida y obra son unos de los más profundo símbolos del romanticismo. Junto con Hölderlin, Keats encarna al poeta puro, llamado a la poesía por las musas y destinado a solo encontrar sosiego en la poesía -su verdadera religión- pero no en el mundo, bajo el adagio de que a «quien los dioses aman también destruyen».
Keats nació en Londres en 1795, y sus primeras experiencias con la enfermedad y la muerte, como el fallecimiento de su madre y su hermano Tom, ambos a causa de la tuberculosis, moldearon profundamente su perspectiva. Él mismo sucumbiría a esta enfermedad a los 25 años, tras haber dejado la carrera de medicina para dedicarse por completo a la poesía, persiguiendo la gloria literaria y un amor no consumado con su prometida, Fanny Brawne.
Keats fue un poeta que entendió el mundo como «el valle de la elaboración de almas» y esto la razón de la vida en la tierra. Esta visión expresa su idea de que existir requiere una transformación a través del desarrollo de la percepción y la sensibilidad, que se «forja» a través de las experiencias intensas y, a menudo, dolorosas, las cuales construyen alma. La poesía no solo era un refugio, sino un medio de capturar «partículas de luz en medio de una gran oscuridad,» de hallar una verdad trascendente e inmanente.
La famosa frase «Aquí yace alguien cuyo nombre fue escrito en agua», grabada en su epitafio, refleja el sentimiento de fragilidad y transitoriedad que experimentó a lo largo de su vida. Pese a que se percibía a sí mismo como alguien que dejaría poco tras su paso por el mundo, su amigo y poeta Percy Bysshe Shelley reconoció la grandeza de su obra, comparándolo con Adonis, el arquetipo de la juventud y belleza que sucumbe temprano. Shelley describió a Keats como un ser amado por Urania, la musa celestial, como una figura arquetípica que, a través de su arte, otorgaría «ecos y luces en la eternidad».
Otro concepto esencial en la poesía de Keats es la «capacidad negativa» o negative capability, su idea de que un verdadero poeta debe poder aceptar la incertidumbre y el misterio sin imponerles una explicación lógica o racional. Para Keats, esta «capacidad negativa» era la esencia de la experiencia estética, una aceptación de la duda que permite al poeta habitar plenamente las paradojas de la vida. En su poesía, esta habilidad se manifiesta como una compatibilidad entre belleza y verdad, o como él mismo expresó, «belleza es verdad; verdad, belleza». Así, Keats rige su vida por un ideal platónico como el propio Dante y hace de la poesía un sendero de comunión.
Sobre la muerte
I
¿Puede la Muerte estar dormida, si la vida es solo un sueño,
Y las escenas de dicha pasan como un fantasma?
Los efímeros placeres a visiones se asemejan,
Y aun creemos que el dolor más grande es morir.
II
Cuán extraño es que el hombre deba errar sobre la tierra,
Y llevar una vida de tristeza, pero que no abandone
Su escabroso sendero, ni se atreva a contemplar solo
Su destino funesto, que no es sino despertar.