La investigación del ADN antiguo ha revolucionado nuestra comprensión de la evolución humana, desentrañando los intrincados lazos genéticos entre los humanos modernos y sus parientes más cercanos, los neandertales. Un estudio reciente realizado por científicos del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de California, Berkeley, revela cómo la interacción entre ambas especies dejó una huella indeleble en la genética de los humanos modernos no africanos.
Hace aproximadamente 50.000 años, los primeros humanos modernos que emigraron de África encontraron a los neandertales en Eurasia. Este encuentro no solo resultó en un intercambio cultural, sino también genético. Según el análisis de 300 genomas actuales y antiguos, se identificó un evento significativo de flujo genético que tuvo lugar alrededor de hace 47.000 años, dejando entre un uno y dos por ciento de ADN neandertal en los humanos modernos no africanos.
Este evento único, que ocurrió poco después de la salida de África, coincide con evidencia arqueológica que muestra la coexistencia de ambas especies en Europa y Asia durante este período. Los fragmentos de ADN neandertal, cuya longitud disminuye con cada generación, fueron fundamentales para determinar que este intercambio genético se extendió durante unos 7.000 años.
El impacto del ADN neandertal en los humanos modernos no fue uniforme. Algunas variantes heredadas resultaron beneficiosas y ayudaron a los humanos a adaptarse a los entornos fuera de África. Estas variantes incluyen genes relacionados con la pigmentación de la piel, la función inmunitaria y el metabolismo. Estos cambios facilitaron la supervivencia en climas más fríos y expuestos a diferentes patógenos.
Sin embargo, no todas las contribuciones genéticas fueron positivas. Amplias regiones del genoma humano moderno están completamente desprovistas de ADN neandertal. Esto sugiere que muchos de estos segmentos genéticos fueron perjudiciales y rápidamente eliminados por la selección natural.
Curiosamente, estas regiones también están ausentes en los genomas de humanos antiguos de hace entre 30.000 y 45.000 años, lo que refuerza la hipótesis de que ciertas secuencias neandertales eran desfavorables para los humanos modernos.
El análisis de este intercambio genético no solo ayuda a entender la relación entre humanos modernos y neandertales, sino que también proporciona claves sobre la dispersión humana fuera de África. Los datos sugieren que la gran migración hacia Eurasia ocurrió no más tarde de hace 43.500 años, estableciendo un marco temporal para la colonización de nuevas regiones.
Además, la diversidad genética observada entre las poblaciones no africanas podría explicarse por la estructura de las poblaciones durante el evento de flujo genético. Por ejemplo, la diferenciación temprana de grupos humanos fuera de África puede haber comenzado simultáneamente con la mezcla genética con neandertales, lo que explicaría las variaciones en la proporción de ADN neandertal entre distintas poblaciones modernas.
La investigación también señala direcciones futuras: el estudio de más genomas antiguos de Eurasia y Oceanía podría aportar una visión más detallada sobre cómo los humanos modernos se expandieron por el mundo. Este enfoque promete desentrañar los capítulos aún desconocidos de nuestra compleja historia evolutiva.
FUENTES
Max Planck Institute for Evolutionary Anthropology
Leonardo N. M. Iasi, Manjusha Chintalapati, Laurits Skov, et al., Neanderthal ancestry through time: Insights from genomes of ancient and present-day humans. Science, 2024; 386 (6727) DOI: 10.1126/science.adq3010