Entrar en los jhanas no es fácil: cuanto más lo intentas, más difícil resulta, pero puedes prepararte para que se abran ante ti.
Tal vez ningún aspecto de las enseñanzas del Buda haya sido tan incomprendido y descuidado como la concentración correcta. Sin embargo, la concentración correcta es obviamente una parte integral del camino del Buda hacia el despertar: el último elemento del noble óctuple sendero se ejemplifica, y a veces incluso se define, como los jhanas. Antes del despertar, el Buda recordó un incidente de su infancia en el que había experimentado el primer jhana; tras reflexionar más, concluyó: “Ése es, en efecto, el camino hacia el despertar.”
La palabra “jhana” significa, literalmente, “meditación”; procede del verbo jhayati, que significa “meditar”. Muchas veces, el Buda daba una enseñanza de dhamma y la cerraba diciendo: “Ahí están estas raíces de árboles, estas cabañas vacías: vayan a meditar (jhayati)”. A partir de este uso de “jhayati”, parece seguro que lo que el Buda entendía por meditación era la práctica del jhana.
El Buda deja claro que este examen de la realidad debe hacerse con la mente concentrada, y los jhanas son el método que enseñó una y otra vez.
Las enseñanzas del Buda pueden dividirse en tres partes: sila, samadhi y panna (conducta ética, concentración y sabiduría). O dicho en lenguaje vernáculo: cuida tus acciones, concentra tu mente y utiliza tu mente concentrada para investigar la realidad. Cada práctica que el Buda enseñó encaja perfectamente en una de las tres categorías. Los preceptos y las prácticas brahmavihara de bondad amorosa, compasión, alegría apreciativa y ecuanimidad son prácticas éticas. Las prácticas brahmavihara, especialmente la práctica de la bondad amorosa (metta), también pueden generar concentración, al igual que las prácticas de mantras y visualización. Pero, casi todo lo demás en lo que uno piensa cuando escucha la palabra “meditación” es una práctica de sabiduría, encaminada a ayudar a “ver las cosas como son” (o, quizá más precisamente, “ver lo que realmente está sucediendo”). El Buda deja claro que este examen de la realidad debe hacerse con la mente concentrada, y los jhanas son el método que enseñó, una y otra vez.
Los jhanas son ocho estados alterados de conciencia que se producen mediante la concentración, cada uno de los cuales produce más concentración que el anterior. A medida que pasas por los jhanas, vas alcanzando niveles de concentración cada vez más profundos, es decir, se vuelve cada vez menos probable que te distraigas. Al emerger de los jhanas —preferiblemente del cuarto u otro superior— comienzas a realizar una práctica de introspección con una mente “jhánicamente” concentrada e imposible de distraer. Éste es el corazón del método que descubrió el Buda. Estos estados no son un fin en sí mismos, a diferencia de lo que los dos maestros del Buda le habían enseñado poco después de abandonar su hogar para iniciar su búsqueda espiritual. Son simplemente una forma de preparar tu mente para que puedas examinar más eficazmente la realidad y descubrir las verdades más profundas que conducen a la liberación.
El camino para entrar en los jhanas comienza con lo que se denomina “concentración de acceso”: estar plenamente con el objeto de meditación y no distraerse aunque haya pensamientos difusos de fondo. Si tu práctica es anapanasati —consciencia plena de la respiración— puedes reconocer la concentración de acceso cuando la respiración se vuelve muy sutil: en lugar de una respiración normal, notas que tu respiración se ha vuelto muy superficial. Incluso puede parecer que has dejado de respirar por completo. Son señales de que, probablemente, has llegado a la concentración de acceso. Si la respiración es muy superficial, y sobre todo si parece que has dejado de respirar, lo natural es inhalar hondo y volver a respirar con normalidad: ¡error! Esto tenderá a debilitar tu concentración. Al respirar profundamente, disminuye la fuerza de tu concentración. Simplemente quédate con esa respiración superficial. Está bien. No necesitas mucho oxígeno cuando estás muy tranquilo tanto física como mentalmente.
Observa cualquier estatua del Buda: tiene una ligera sonrisa en la cara. No es sólo con fines artísticos, sino también didácticos.
Si la respiración se vuelve muy, muy sutil, en lugar de respirar profundamente, desplaza tu atención de la respiración a una sensación agradable. Esto es clave. Notas la respiración hasta que alcanzas y mantienes la concentración de acceso, luego sueltas la respiración y cambias tu atención a una sensación agradable, preferiblemente física. No tiene mucho sentido intentar notar una respiración que se ha vuelto extremadamente sutil o que ha desaparecido por completo: ya no queda nada que notar.
La primera pregunta que puede surgir cuando digo: “Desplaza tu atención hacia una sensación placentera” puede ser: “¿Qué sensación placentera?”. Pues bien, resulta que cuando llegas a acceder a la concentración, las probabilidades son bastante altas de que, en algún lugar de tu ser físico, se produzca una sensación agradable. Observa cualquier estatua del Buda: tiene una ligera sonrisa en la cara. No es sólo con fines artísticos, sino también didácticos. Sonríe cuando medites, porque una vez alcanzada la concentración de acceso, sólo tienes que desplazar tu atención un centímetro para encontrar una sensación agradable.
Las sensaciones placenteras pueden producirse prácticamente en cualquier lugar. El lugar más común donde la gente encuentra sensaciones agradables cuando ha establecido la concentración de acceso es en las manos. Cuando meditas, quieres poner las manos en una posición cómoda en la que puedas dejarlas. La postura tradicional es una mano sosteniendo la otra, con los pulgares tocándose ligeramente. Pero también puedes colocar las manos en cualquier otra posición que te agrade. Después de haber estado en concentración de acceso “el tiempo suficiente”, si notas que hay una sensación agradable en las manos, deja de prestar atención a la respiración y concéntrate por completo en lo agradable de esa sensación.
Otro lugar común donde las personas encuentran una sensación placentera es en el centro del corazón, particularmente si practicas la meditación metta, o de bondad amorosa, como método de acceso. Simplemente desplaza tu atención hacia lo placentero de esa sensación. Otros lugares donde la gente encuentra sensaciones agradables pueden ser el tercer ojo, la parte superior de la cabeza o los hombros. No importa dónde se manifieste la sensación placentera; lo que importa es que hay una y eres capaz de poner tu atención en ella y —ahora viene la parte realmente difícil— no hacer nada más.
Es importante soltar la respiración cuando pases a la sensación placentera. La respiración (u otro objeto de meditación) es la clave para entrar. «Entrar» es sinónimo de establecer una concentración de acceso lo suficientemente fuerte. Cuando llegas a casa del trabajo, sacas la llave, abres la puerta de tu casa y entras. Luego no te paseas con la llave en la mano, sino que la guardas en el bolsillo, en el bolso o la colocas en alguna mesa. No preparas la cena o ves la televisión con la llave aún en la mano. La llave ha cumplido su función, y la sueltas. Ocurre exactamente lo mismo con la respiración u otro objeto de meditación. Despréndete totalmente de ella y concéntrate por completo en la sensación placentera. Por supuesto, esto es más fácil de decir que de hacer: has luchado durante mucho tiempo para mantener tu concentración en la respiración, y ahora que por fin lo has conseguido, lo primero que te dicen es que dejes de hacerlo, pero así es la cosa. Si quieres experimentar los jhanas, va a ser necesario que te entregues a disfrutar plenamente de lo agradable de la sensación placentera.
Una vez que hayas encontrado la sensación agradable, desplaza totalmente tu atención hacia ella. Si puedes hacerlo, la sensación empezará a crecer en intensidad; se hará más fuerte. Esto no ocurrirá de forma lineal. Al inicio, nada sucederá. Entonces crecerá un poco y luego se soltará y crecerá un poco más. Y luego, de repente, despegará y te llevará a lo que obviamente es un estado alterado de conciencia.
En este estado alterado de conciencia, te invadirá el arrebato, la euforia, el éxtasis, el deleite. Todas estas son palabras españolas que se utilizan para traducir la palabra pali “piti”. Quizá la mejor palabra inglesa para piti sea «glee» (júbilo). Piti es una sensación, principalmente física, que te transporta poderosamente a un estado alterado. Pero la piti no es únicamente física; como dicen los suttas: “A causa de la presencia de la piti, hay regocijo mental.” Además de la energía física y el regocijo mental, la piti irá acompañada de una sensación emocional de alegría y felicidad. La palabra pali para esta alegría o felicidad es “sukha”, lo contrario de “dukkha” (dolor, sufrimiento). Y si puedes permanecer en concentración sin distracciones en esta experiencia de piti y sukha, ese es el primer jhana.
Así que, para resumir el método para entrar en el primer jhana: te sientas en una posición erguida cómoda y generas concentración de acceso colocando, y eventualmente manteniendo, tu atención en un único objeto de meditación. Cuando la concentración de acceso esté firmemente establecida, desplazas tu atención de la respiración (o cualquiera que sea tu objeto de meditación) a una sensación agradable, preferiblemente una sensación física. Coloca tu atención en esa sensación, mantén tu atención en ella y no hagas nada más.
Lo difícil es la parte de “no hacer nada más”. Colocas tu atención en la sensación placentera y no ocurre nada, así que podrías pensar: “Dijo que tenía que ocurrir algo”. No, yo no he dicho que hagas comentarios sobre experimentar la sensación placentera. O puede que coloques tu atención en la sensación placentera y ésta empiece a aumentar, y entonces pienses: “¡Oh! ¡Oh! ¡Algo está pasando!” No, no hagas eso, sólo conseguirás que desaparezca. O quizá emerja sólo un poco, y luego se detenga, y tú intentes ayudarle. No, nada de eso funciona. Simplemente observa la sensación placentera.
Debes sumergirte por completo en lo agradable de la sensación placentera. Con esto me refiero a la cualidad de la sensación que te permite determinar que es agradable, en lugar de desagradable o ninguna de las dos cosas. No se trata de la localización de la sensación placentera ni de su intensidad o duración. No se trata de si la sensación placentera aumenta, disminuye o permanece igual. Concéntrate por completo en el aspecto placentero de la sensación agradable, y el jhana surgirá por sí solo. Ahora bien, hay que reconocer que la sensación se localizará en una zona concreta, y tu atención se dirigirá a esa zona. Eso está bien. Simplemente no te quedes atrapado en el lugar; limítate a disfrutar de lo agradable de la sensación placentera.
Lo único que puedes hacer es crear las condiciones para que surja el jhana cultivando una mente tranquila y en calma, centrada en lo agradable. Y luego, simplemente déjate llevar —sé esa mente calmada, tranquila, centrada en lo agradable, y disfrútalo— y aparecerá el jhana. Cualquier intento de hacer algo más no funcionará. Tienes que convertirte en un ser humano, no en un hacer humano. Tienes que convertirte en un ser que simplemente se concentra en una sensación placentera, y entonces el jhana llega por sí solo.
Imagina que tu mente es como un estanque inmóvil; inmóvil debido a la concentración de acceso. Ahora, deja caer un guijarro de placer. Las ondas salen a los lados de tu cráneo, rebotan y vuelven a juntarse. Cuando se juntan, se refuerzan mutuamente, generando ondas más altas. Pero, como no se trata de un sistema físico real, si no perturbas el sistema, las ondas siguen siendo más altas y no se extinguen; siguen rebotando en los lados y se refuerzan cada vez más. Esto es lo que buscamos. Pero requiere que no agites el agua del estanque; hacerlo estropearía el efecto de rebote y refuerzo, y el sistema no seguiría generando olas más altas.
Hay una cualidad inconfundible en el surgimiento de piti y sukha que te permite saber con certeza que algo muy diferente está sucediendo.
Los suttas describen el primer jhana como “acompañado por el pensamiento y el examen” y “lleno del arrobamiento y la felicidad que nacen de la reclusión”. Estas cuatro cualidades suelen identificarse como factores del primer jhana: pensar y examinar, arrobamiento y felicidad. “Pensar” y “examinar” son traducciones de las palabras pali “vitakka” y “vicara”. Los comentarios interpretan que estas palabras significan atención inicial y sostenida en el objeto de meditación. Ahora bien, es cierto que, para hacer cualquier tipo de meditación concentrada, se necesita una atención inicial y sostenida en el objeto de meditación. Sin embargo, no parece que sea esto a lo que se refiere el Buda: en los suttas, vitakka y vicara se refieren siempre y únicamente al pensamiento. Cuando se genera la concentración de acceso y se mantiene, todavía puede haber un poco de pensamiento en segundo plano, que básicamente se puede ignorar. Este pensamiento de fondo persiste en el primer jhana y es a lo que se refieren las palabras vitakka y vicara.
Como se ha dicho antes, cuando pasas de la concentración de acceso al primer jhana, estás desplazando tu atención hacia una sensación placentera y permaneciendo con ella como objeto de atención, ignorando cualquier pensamiento de fondo. Si puedes permanecer con tu atención no distraída en la sensación placentera, entonces surgirá la piti. La piti, que es la liberación física de una energía agradable y estimulante, puede ser desde leve hasta muy intensa. Puede ser intensa como la sensación de tener un dedo en una toma de corriente; tan intensa que ni siquiera resulte placentera. Y es de esperar que la piti vaya acompañada de sukha, que es un estado emocional de alegría y felicidad. Tanto piti como sukha son necesarias para que la experiencia sea clasificada como el primer jhana. Y lo más probable es que la experiencia te haga sonreír. El primer jhana es un estado lo suficientemente alterado como para que, si crees que alguna experiencia podría ser el primer jhana, probablemente no lo sea; hay una cualidad inconfundible en el surgimiento de piti y sukha que te permite saber con certeza que algo muy diferente está sucediendo.
Al principio, no es fácil distinguir entre piti y sukha. Esta experiencia, esta energía, este estado se apodera de ti y capta toda tu atención. No es evidente que exista un componente emocional aparte del físico, ni es necesario hacerlo todavía. La experiencia puede ser mucho más de una piti-sukha omnipresente que de una piti distinta entremezclada con una sukha distinta. Como ya se ha dicho, es posible que en el fondo se esté pensando un poco. Está bien, son el vitakka y el vicara, el pensar y el examinar, los que aún acechan en el fondo del primer jhana. No te distraigas con el pensamiento de fondo; permanece centrándote en la experiencia de piti-sukha. Mantener esta experiencia de piti-sukha y la concentración en ella constituye el primer jhana.
Para cada uno de los cuatro primeros jhanas, tenemos un símil. Para el primero:
Supongamos que un bañista experto o su aprendiz vierten escamas de jabón en un recipiente metálico, las rocían con agua y las amasan hasta formar una bola, de modo que la bola de escamas de jabón quede impregnada de humedad, rodeada de humedad, saturada de humedad por dentro y por fuera y, sin embargo, no gotee. Del mismo modo, uno empapa, remoja, satura y llena su cuerpo con el éxtasis y la felicidad que nacen de la reclusión, de modo que no hay parte de su cuerpo que no esté llena de éxtasis y felicidad. (DN 2.78)
Esta imagen corresponde bastante bien a la energía frenética del primer jhana. El primer jhana no es un estado de calma y paz; su energía es bastante intensa, y este símil da una idea bastante acertada de la falta de calma y de la frenética energía que se vive. Hay una cualidad efervescente en el primer jhana que también puede deducirse del símil. Las particularidades del símil son que las escamas de jabón son como tu cuerpo, y el agua es como la piti y la sukha, que recorren todo el cuerpo de modo que están plenamente en todas partes; esto ocurre a medida que te vuelves más hábil. Tu primer objetivo debe ser poner en marcha la piti y la sukha, y luego mantenerlas.
El tiempo que querrás permanecer en el primer jhana será inversamente proporcional a la intensidad de la piti. En otras palabras, si la piti es muy fuerte, probablemente no querrás permanecer allí mucho tiempo. Medio minuto más o menos puede ser suficiente, quizá incluso menos si la piti es muy intensa. Si la piti no es tan fuerte, puedes permanecer allí de cinco a diez minutos. El tiempo dependerá de la intensidad de la piti.
La piti se presenta en distintos “grados”. Puede aparecer como una piti momentánea, que es como un escalofrío que luego desaparece. Puede ser una piti menor, que es una pequeña sensación de hormigueo que se mantiene pero no es muy fuerte y está más o menos en segundo plano. La piti menor también puede manifestarse como un suave balanceo involuntario mientras meditas. Puedes experimentar una lluvia de piti, que es cuando tienes una ráfaga de piti y luego se va, otra ráfaga y luego se va; la piti surge pero no se mantiene. Puede ser una piti estimulante que ponga los pelos de punta. Puede darte la sensación de que levitas cuando es muy fuerte. Varios estudiantes me han dicho que abrían los ojos para ver si estaban levitando, pero temo decir que nadie ha reportado haberse despegado del suelo. Sin embargo, la piti estimulante puede hacer que te sientes en una postura muy erguida. El quinto tipo de piti es lo que yo suelo denominar piti total. La traducción correcta es «piti que todo lo permea». Es la piti que está en todos lados. Está presente, es constante y se experimenta en todo el cuerpo. Es la piti necesaria para el primer jhana; los otros cuatro tipos son piti pre-jhana, y pueden o no aparecer a medida que progresas hacia la concentración de acceso y luego hacia el surgimiento del primer jhana.
La piti puede manifestarse como un balanceo o un vaivén, o puede ser intensa, de modo que realmente vibres hasta el punto de que sea visible para los demás. Puede manifestarse como calor y ponerse muy, muy cálida; esperemos que tenga un aspecto agradable. En la mayoría de los casos, se manifiesta como un torrente de energía ascendente, a menudo centrado en la columna vertebral. He hablado con gente que practica kundalini yoga, y parece que la piti es la misma energía. He hablado con personas que realizan el tummo, la práctica tibetana de generar calor, y me han dicho que éste también implica generar el mismo tipo de energía. Es un fenómeno conocido y extendido que se utiliza de diferentes maneras. En este caso, se utiliza para captar tu atención y llevarte a un estado de concentración. El surgimiento de piti también tiene el agradable efecto secundario (para la mayoría de la gente) de generar sukha, y, como uno llega a ver, es el componente principal del segundo y tercer jhana.
Así que te quedas un rato en el primer jhana, dependiendo de lo fuerte que sea la piti: si es muy fuerte, medio minuto más o menos; si es más débil, quizá hasta cinco o diez minutos. También hay que mencionar que, cuando la piti llega por primera vez, es posible que no tengas ningún control sobre la fuerza de la misma. Puede ser ridículamente fuerte ,o puede presentarse en una forma débil. Simplemente déjate llevar por lo que surja. La razón por la que puede salir con mucha fuerza la primera vez es algo así como una lata de refresco: si lo agitas durante cuatro o cinco días y luego lo destapas, sale disparado por todas partes. La buena noticia es que la próxima vez que aparezca la piti, no habrá acumulado tanta presión. Si la primera vez que experimentas piti es por la noche, antes de acostarte, probablemente tendrás problemas para conciliar el sueño. Te llenará de energía, y está bien. Estás aprendiendo, y perder un poco de sueño vale la pena para averiguar cómo trabajar con estos valiosos estados mentales.
Éstas son las instrucciones para entrar en el primer jhana. Pero no esperes que la concentración necesaria aparezca pronto. De hecho, ¡no esperes nada! Las expectativas son lo peor que se puede llevar a un retiro, y son igualmente perjudiciales cuando se practica fuera de él. Simplemente lleva a cabo el método de meditación. Y, cuando surja la concentración de acceso, reconócela, mantenla “el tiempo suficiente” y luego cambia tu atención a una sensación agradable. No trates de generar los jhanas: no se puede. Todo lo que puedes hacer es generar las condiciones a partir de las cuales puedan surgir los jhanas. Reconoce cuándo has establecido estas condiciones y espera pacientemente a que el jhana venga a buscarte.
LEIGH BRASINGTON
Leigh Brasington estudió con la difunta Ayya Khema, quien le autorizó a impartir retiros sobre las jhanas; también fue habilitado para enseñar por Jack Kornfield. Es autor de Right Concentration: A Practical Guide to the Jhanas (Shambhala, Octubre de 2015), y editor de The Path to Peace: A Buddhist Guide to Cultivating Loving-Kindness (Shambhala, Julio de 2022).
ESTEFANIA DUQUE (TRADUCTORA)
Estefania es licenciada en Lenguas Modernas e Interculturalidad por la Universidad De La Salle Bajío. Creció en la calidez de la comunidad budista de Casa Tibet México y actualmente cursa un Programa de Formación de Traductores de Tibetano en Dharma Sagar, con la aspiración de traducir el Dharma directamente del tibetano al español.