El telescopio espacial James Webb (JWST) ha ampliado una vez más nuestra comprensión del universo, esta vez captando el comportamiento de un agujero negro distante que casi parece humano. Este enorme y antiguo agujero negro se encuentra en el mismo borde de nuestro universo observable, tan lejos que la luz de su existencia primitiva recién llega ahora.
Un agujero negro muy antiguo, colosalmente grande y que duerme la siesta
Los nuevos datos revelan un agujero negro que se formó tan solo 800 millones de años después del Big Bang, que tuvo lugar hace casi 14 000 millones de años. Es uno de los agujeros negros más grandes del universo primitivo conocido por la ciencia, con una asombrosa masa de 400 millones de veces la del Sol de la Tierra y el 40 % de la masa de su propia galaxia.
Normalmente, un agujero negro aporta solo un 0,1 % de la masa de su galaxia. Sin embargo, como un oso en hibernación después de consumir su última comida del año, este se encuentra inactivo y solo consume una centésima parte de su límite de ingesta de gas.
El enorme tamaño del agujero negro y su letargo entran en conflicto con la comprensión actual de cómo se desarrollan los agujeros negros. Una posible solución que ofrecen las últimas investigaciones es que los agujeros negros no crecen de forma constante, sino que experimentan periodos de crecimiento masivo seguidos de periodos de letargo. Los científicos tienen claro dónde buscar más agujeros negros: dentro de planetas… como el nuestro.
Así es como se descubren estos agujeros negros inactivos
Estos agujeros negros inactivos carecen del brillo de sus homólogos activos, lo que hace que incluso el JWST tenga dificultades para observarlos. Dado que los agujeros negros son negros en comparación con la negrura del espacio, los astrónomos solo pueden observar el resplandor ultravioleta que gira alrededor del horizonte de sucesos. La baja absorción de gas hace que sea más difícil para los astrónomos detectar los agujeros negros inactivos.
El modelo estándar de los agujeros negros se centra en el límite de Eddington. Los astrónomos generalmente aceptan que los agujeros negros son el resultado del colapso de estrellas muertas que acumulan materia hasta el límite de Eddington cuando la radiación proporciona suficiente presión para superar la atracción del agujero negro. El increíble tamaño de este agujero negro, entre otros hallazgos recientes, plantea serias preguntas sobre los modelos actuales.
Llegaron a la conclusión de que el agujero negro probablemente se alimenta durante unos cinco a diez millones de años antes de descansar durante aproximadamente 100 millones de años. Debido a que los agujeros negros pasan mucho más tiempo inactivos, lo más probable es que los astrónomos los descubran en este estado.
La detección de agujeros negros se vuelve más complicada
Debido a su poca luminosidad, es mucho más difícil descubrir agujeros negros en este estado. Dado que los nuevos hallazgos indican que los primeros agujeros negros pasan gran parte de su tiempo en estado latente, esto puede ser solo el comienzo, ya que aún quedan muchos por descubrir.
Los astrónomos tendrán que adaptarse a un nuevo estándar de agujeros negros difíciles de detectar. Recientemente, hallaron el agujero negro más cercano a nuestro planeta.
Sin embargo, el hallazgo de estos titanes cósmicos, cuando el universo tenía menos de mil millones de años, a veces incluso 600 millones de años después del Big Bang, es problemático. El enorme tamaño de este agujero negro primitivo y el hecho de que ni siquiera esté creciendo rápidamente mediante la alimentación hacen que este problema sea aún más confuso.
El descubrimiento de este titánico agujero negro dormilón, supone un gran avance para esta teoría. Este monstruoso agujero negro primitivo podría ser solo la punta del iceberg, y el equipo sospecha que el universo primitivo podría estar repleto de estos gigantes durmientes.
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