Supervivencia en la Naturaleza 2º PARTE

El texto que leerá a continuación es una recopilación de extractos del libro ‘Supervivencia en la Naturaleza‘ de Lorenzo Mediano y Carlos Donoso del año 1983, se trata de información sumamente relevante y que personalmente, creo que toda persona que habita este planeta debería de conocer independientemente de que viva o no en medio de un entorno natural. Desgraciadamente, no he podido encontrar el libro en formato pdf, por lo que libro en mano y escaner activado procederé a redactar y escanear las imágenes que crea conveniente. Si desea publicar este artículo en su web o blog le agradecería que incluyera las fuentes al mismo, gracias y espero que disfrute la lectura.

(Haga clic en la imágenes para ampliar)

AGUA

Uno de los problemas más graves con que nos podemos encontrar es el del aprovisionamiento de agua. ¿Qué hacer cuando falta?
Si prevemos una falta de agua prolongada no beberemos nada en las primeras veinticuatro horas para que el cuerpo ponga en marcha los mecanismos de ahorro de líquidos. Luego se raciona la que tengamos dividiéndola entre los días que faltan para aprovisionarnos. La ración del día se toma de la siguiente forma: la mitad se bebe antes de comenzar a caminar. Durante la marcha se enjuaga la boca antes de tragarla con pequeños sorbos. El resto se toma al descansar. Si queda una sola ración y no hemos llegado a ninguna poza, se bebe la mitad ese día y la otra mitad se guarda. Al día siguiente se toma sólo la mitad de la mitad que resta. Nunca vaciaremos totalmente la cantimplora pues puede producirse un desplome psíquico si sabemos que no queda nada de agua. Aunque sólo haya un sorbo anima mucho saber que no bebes porque no quieres.
Caminando de noche se gasta menos agua, pero en cambio es más difícil localizar pozos o charcas:
por eso es conveniente subir por la mañana a alguna colina que domine la zona y ver si se refleja el sol en algún charco o si existe alguna zona frondosa más o menos cercana. Además de caminar al amanecer, por la noche y al atardecer, iremos cubiertos con una camisa clara, que reduce la transpiración y evita la acción directa de los rayos solares. Llevar una pajita en la boca quita bastante la sensación de sed al ensalivar continuamente. También es bueno pensar en limones y respirar suavemente sólo por la nariz. Es preferible suprimir las comidas pesadas, proteicas o harinosas y, de no tomar agua, la sal. Por contra, si tenemos toda el agua que queramos la sal es imprescindible.

BÚSQUEDA DE FUENTES

Es algo instintivo. Pero como la mayoría tenemos los instintos casi anulados hemos de ayudarnos con algunos datos:

  • En terrenos graníticos, si encontramos una zona húmeda excavaremos en el lugar más bajo.
  • En vaguadas de terrenos calizos, pegaremos el oído al suelo. De oír agua recorreremos la vaguada para ver dónde surge, ya que muchas veces mana y luego se oculta. Si no aparece ningún sitio, cavamos donde más claro se oiga y más humedad se note.
  • También en terrenos calizos, las cuevas y entrantes marcan las fuentes, o al menos en su interior suele gotear agua.
  • Una fuente suele manar donde se juntan dos estratos minerales distintos, uno impermeable debajo (arcilla o margas por ejemplo) y otro permeable encima (caliza, conglomerado).
  • Normalmente las sendas pasan por donde hay fuentes. Los pueblos y caseríos abandonados han de tener un punto de agua próximo.
  • En un caso desesperado, huellas de animales abundantes y de especies distintas nos pueden indicar la dirección, aunque no es un método muy seguro.
  • Plantas indicadoras: cañas, juncos, chopos, sauces, hierba más verde que los contornos, etc.
  • El olor de humedad que trae el aire, y es importante el sonido del goteo que se escucha de lejos si permanecemos atentos.
  • En España, con ir bajando siempre de vaguada en vaguada acabaremos llegando a un río.

OTRAS FORMAS DE OBTENER AGUA

La savia de las plantas se puede beber, siempre que sea de color claro y tenga buen sabor, nunca la lechosa o colorada, de sabor ardiente o amargo.
En una playa es posible chupar con una pajita (obtenida de cualquier gramínea) el agua que sale al excavar un poco apartados de la línea de mareas. Sólo se toma la superficial, que aunque de sabor salobre, es perfectamente bebible.
La nieve o el hielo jamás los tomaremos derritiéndolos en la boca. Primero se derriten al fuego o de no haberlo se meten en la cantimplora y ésta entre las ropas, al caminar. Luego se le añade sal, litines, ceniza de leña, arcilla o todo junto. Se airea agitándola (muy importante para que siente bien) y se toma la mezcla resultante.
La sangre y los jugos intestinales de los animales pueden proporcionar líquido en un caso extremo.

Antes de acostarnos, en el fondo de una vaguada soleada preparamos un destilador solar haciendo un hoyo en el suelo de un metro de diámetro y casi otro de profundidad. En la parte más honda colocamos un bote de boca ancha para recoger el agua. Metemos en el hoyo abundantes plantas lo más verdes posibles y en otros botes o platos agua salada o la orina contenida durante todo el día. Se tapa cuidadosamente con un plástico cuyos bordes se recubren con piedras y arena (de estar más de un día se coloca un tubito de goma desde el recipiente al exterior para no tener que interrumpir el proceso para recogerlo, pues alcanza su máxima eficacia al segundo día de funcionar, bajando a partir del tercero; si sólo ha de estar un día es innecesario). Con cuidado se coloca una piedra encima del plástico de forma que quede justo encima del recipiente de recolección y le da al plástico una inclinación suficiente. El mecanismo es el siguiente: el sol evapora la humedad del suelo, de las plantas y de la orina o agua salada, condensándose en el plástico. Resbalan las gotas hasta el vértice colgante que forma la piedra y de allí caen al bote. Es preciso que el plástico esté suficientemente inclinado o no resbalarán. La producción depende de muchos factores: humedad del suelo, calor del sol. número de plantas, superficie del plástico… pero podemos decir que proporciona alrededor de medio litro al día. Desde luego en una playa es más productivo, o si se empapa el suelo con agua salada, corriente en algunos lugares (jamás emplearemos agua con anticongelante de un automóvil, pues este fuerte tóxico es muy volátil y pasaría al agua de beber).
Otro sistema para obtener agua es recoger el rocío. Cuando el cielo comienza a clarear, extendemos todo lo que tengamos brillante: papel de aluminio, plástico, etc. El rocío que se condense allí y en las plantas verdes, si es que existen, lo reunimos con una esponja o un pedacito de tela y lo sorbemos.
Para recoger agua de lluvia, simplemente elevamos un poco las puntas del plástico y colocamos una piedra en el centro.

NUNCA BEBEREMOS:

  • Agua de mar, pues da más sed. Esto es relativo, se puede beber hasta medio litro al día en pequeños sorbos sin trastornos, a ser posible mezclándola a partes iguales con agua dulce.
  • Orina, pues es contraproducente, ya que sirve de diurético y dará más sed después. Sin embargo, la podemos destilar como antes se ha explicado.
  • Aguas contaminadas, ya que provocarán diarreas que nos deshidratarán rápidamente. De vernos obligados a beberlas hay que destilarlas o emplear los métodos de purificación descritos seguidamente:

LA PURIFICACIÓN DEL AGUA

Un agua contaminada por bacterias, bebida directamente, puede dar lugar a enfermedades… en teoría. Por experiencia personal, tras haber bebido agua de todos los colores desde el verde al negro, todo depende del entrenamiento. Se prepara agua bacteriológicamente sucia mezclando limo de rio, hojas e insectos muertos, algún pedazo de carne, y se deja unos días al calor. Se filtra y se guarda en la nevera. Se toma durante dos días una cucharadita disuelta en agua normal sin cloro, luego del tercer al cuarto día dos cucharaditas separadas, del cuarto al séptimo dos dedos, del séptimo al catorce medio vaso. En caso de iniciarse una diarrea se suspende la experiencia y se vuelve a comenzar una semana más tarde. Antes de iniciarla ha de beberse únicamente agua sin clorar, a ser posible de fuente y ya la tomaremos así siempre, puesto que el agua clorada destruye todo nuestro trabajo. Esta especie de “vacunación” no es necesaria nunca más si tomamos aguas sucias más o menos a menudo, salvo que viajemos a zonas con epidemias, en cuyo caso las nuevas aguas serán consideradas contaminadas y se irán tomando según la pauta indicada y bebiendo el resto previamente purificado.
Para purificar un agua de sus bacterias, incluso de muchos de sus contaminantes químicos (¡o radiactivos!), la herviremos durante cinco minutos (o treinta en caso de epidemias), luego la pasamos por un filtro —que ha de renovarse cada tres días— fabricado con una lata de fondo agujereado, con arena fina abajo y gruesa arriba. Luego la ponemos en carbón vegetal pulverizado, la agitamos abundantemente y la dejamos sedimentar. La cambiamos de bote tirando el sedimento y hacemos lo mismo esta vez con arcilla. A continuación la colocamos al sol en un plato llano y la agitamos para que se oxigene. Este largo procedimiento nos garantiza un agua purísima. Sólo es necesario en el caso de aguas muy peligrosas; normalmente se puede emplear únicamente ya sea la ebullición, el filtrado o la sedimentación, recordando que el agua hervida siempre ha de agitarse para que se oxigene.
Hay pastillas purificadoras (una porquería) o se puede echar dos gotas de lejía por litro (otra porquería). Sin embargo, en caso de tener que mantener un agua en verano durante mucho tiempo hay que colocar dos gotas de lejía por litro cada semana como mínimo, o bien productos químicos especiales (yodo, etc.).

Supervivencia en la Naturaleza

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