El texto que leerá a continuación es una recopilación de extractos del libro ‘Supervivencia en la Naturaleza‘ de Lorenzo Mediano y Carlos Donoso del año 1983, se trata de información sumamente relevante y que personalmente, creo que toda persona que habita este planeta debería de conocer independientemente de que viva o no en medio de un entorno natural. Desgraciadamente, no he podido encontrar el libro en formato pdf, por lo que libro en mano y escaner activado procederé a redactar y escanear las imágenes que crea conveniente. Si desea publicar este artículo en su web o blog le agradecería que incluyera las fuentes al mismo, gracias y espero que disfrute la lectura.
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ORIENTACIÓN Y TOPOGRAFÍA
ORIENTACIÓN
Los seres humanos nos orientamos instintivamente por los lugares que conocemos sin necesidad de pensar. Pero si hemos de ir por donde no hemos pasado nunca nos quedamos paralizados, sin poder alejarnos mucho del punto de partida y por supuesto con pocas posibilidades de llegar a algún sitio. En este apartado trataremos el fundamento técnico necesario para aprender a orientarse. La práctica es imprescindible para dar vida a las palabras.
CÓMO ENCONTRAR LOS PUNTOS CARDINALES SIN BRÚJULA
Todos sabemos que si nos ponemos mirando hacia el norte, el este cae a la derecha, el oeste a la izquierda y el sur a la espalda. Conociendo uno de estos puntos cardinales podemos deducir la posición de los demás. Sin contar con la brújula, para saber dónde está un punto cardinal existen métodos bastante seguros y métodos tan imprecisos que apenas se emplean.
EL SOL
De niños nos enseñaron que el sol sale por el este y se esconde por el oeste. Bueno, pues eso es una verdad a medias. El sol sólo sale por el este y se pone por el oeste dos días al año: en el equinoccio de primavera y en el de otoño (21 de marzo y 23 de septiembre). A partir del 21 de marzo se va desviando un poquito cada día hacia el norte tanto el orto como el ocaso, hasta el solsticio de verano (22 de junio) en el que casi sale por el nordeste y se oculta por el noroeste. De ahí en adelante vuelve a su posición “oficial” que alcanza el 23 de septiembre. Y otra vez la misma historia, pero hacia el sur, de forma que el 25 de diciembre casi sale por el sudeste y se pone por el suroeste. Conociendo este proceso se pueden deducir con bastante precisión los puntos cardinales si el terreno es llano (en un terreno montañoso engaña bastante).
Lo que no cambia es la posición del sol al mediodía, que siempre es hacia el sur, aunque en verano está más alto y nos dificulte más el localizarlo.
En verano y al mediodía, es un buen truco colocarnos bien rectos de espaldas al sol. Hacia donde se desvíe un poquito nuestra sombra, ése es el Norte. En invierno no hay problema, porque el sol está suficientemente bajo como para no haber dudas. ¡Pero cuidado! La hora oficial está adelantada en verano dos horas sobre la solar y en invierno una. Así que en verano mediodía será a las 14 horas y en invierno a las 13 h.
LA ESTRELLA POLAR
La estrella polar es una estrella pequeñita y poca cosa, que nadie mencionaría si no fuera porque es la única estrella fija del firmamento y además está colocada hábilmente justo en el norte. Su utilidad de noche, cuando no está nublado, es enorme.
¿Cómo localizarla? Buscad la Osa Mayor si la conocéis, y si no pedid a un amigo que la conozca bien que os la enseñe. Unid con la imaginación las dos últimas estrellas y prolongad la línea cuatro veces su longitud en el sentido que indica la fig. 2, hacia un sector casi vacío de estrellas. Allí, brillando tímidamente, está la Estrella Polar, acompañada los días muy despejados por las demás estrellas de la Osa Menor.
LA LUNA
Para simplificar las fases de la Luna, recordad que le gusta llevar la contraria. Así que cuando Crece tiene forma de D y cuando Decrece forma de C. Es importante saber diferenciar los dos cuartos porque en el cuarto creciente los cuernos apuntan al este y en el menguante al oeste. Más fácil, un refrán: “Cuarto creciente, cuernos al oriente”. La luna lleva la contraria al Sol: si bien sale por el Este, sube al Sur y se oculta por el Oeste en los equinoccios (hasta ahí todo es igual), luego en invierno está más rato en el cielo pues sale por el noreste y se oculta por el noroeste, y en verano va de sudeste a suroeste. En todos los casos su cénit está en el Sur, más o menos alto según la estación.
EL RELOJ
Este aparato os puede servir para orientaros de la siguiente forma: Poned primeramente el reloj con la hora solar. Apuntad hacia el sol la manecilla pequeña y la bisectriz del ángulo que forman la manecilla pequeña y las doce del reloj señala más o menos hacia el sur (fig. 3)
LAS SOMBRAS
Clavando un palo vertical en el suelo podemos conocer el norte. Si tuviésemos tiempo para observarlo durante el día, el momento en que la sombra es más corta señala el norte. Este sistema —que sale en casi todos los libros que tratan directa o indirectamente sobre orientación— es de una inutilidad absoluta, lo cual dice bastante sobre la experiencia de muchos autores. En cambio, sin ser una maravilla de precisión, es más eficaz marcar su sombra y girar esta señal quince grados por cada hora que falte o sobrepase el mediodía, hacia el este por la mañana y al oeste por la tarde. La marca resultante nos señalará el norte (fig. 4).
OTROS MÉTODOS POCO SEGUROS
Tienen un valor permanente complementario, casi sin importancia y no conviene fiarse de ellos.
— Suele haber más musgos y líquenes en las caras norte de árboles y rocas.
— Al levantar una piedra está más húmeda la parte norte.
— La nieve y el hielo se conservan más tiempo en la cara norte de las montañas.
— Los círculos de los tocones de los árboles cortados suelen estar más juntos en la cara norte del árbol (especialmente marcado en las coníferas).
— Los ábsides de las iglesias románicas suelen estar orientados hacia el este o el sureste.
— Las hormigas prefieren abrir los agujeros de sus hormigueros hacia el sur.
— Las aves emigran hacia el sur en otoño y al norte en primavera.
LA BRÚJULA
Puede pensarse que sabiendo buscar el norte por el sol y las estrellas no es necesaria una brújula, sin embargo la brújula es imprescindible cuando hay:
- Niebla. Salir sin una brújula y un mapa es poco menos que desear pasarse unas horas o unos días dando vueltas perdido como mínimo. Sin ellos es mejor no moverse aún en la creencia de conocer muy bien el terreno.
- Noches nubladas. Si además es luna nueva, no hay forma de conocer el norte, pues no tenemos ningún signo de orientación. Para ser capaz de orientarse sin brújula es preciso tener muchísima práctica en topografía y aún así es mucha la inseguridad.
- Días nublados. Hay días en que todo el cielo está uniforme, difuso; no hay sombras ni puedes suponer dónde está el sol, sobre todo en valles con crestas altas.
- Marchas sobre nieve. El sol reflejando en la nieve puede llegar a desorientar al más curtido, engañan las alturas, los entrantes, los desniveles. En una situación así no se puede despreciar ninguna ayuda, y menos la de la brújula.
- Marchas que exijan gran precisión. Evidentemente, en este caso no podemos calcular los ángulos a ojo.
CÓMO DEBE SER LA BRÚJULA
Ante todo, hay que diferenciar una brújula de un alfiler pinchado en una patata, que es lo que venden muchas veces por ahí.
Lo primero es que esté rellena de un líquido especial que impida que la aguja baile media hora cada vez que la mueves. Imaginad lo que es ir por la niebla teniendo que detenerse un minuto cada vez que se consulta; en la niebla miras tanto la brújula como el camino, así que tendrías que parar cada tres pasos un minuto. Para saber si está rellena (no os fiéis del vendedor) movedla. Si la aguja se niega a abandonar el norte y vuelve a él tras una o dos oscilaciones, buena señal. Si gira como una loca, esa brújula no vale para nada.
También importante que el fondo de la brújula sea transparente, de forma que colocada sobre el mapa pueda servir de transportador de ángulos. Desde luego, ha de tener un círculo con los grados marcados y poder girarse ese círculo independientemente de la caja.
Otro detalle necesario es que los puntos cardinales y el norte de la aguja sean fosforescentes. Si alguna vez os anocheciese en el camino y no lo fuesen, sería bastante incómodo.
Interesantísimo y en lo que casi nadie piensa al comprarla si no la sabe emplear es que tenga dos puntos de mira fosforescentes para poder apuntarla como si fuese un rifle. Complemento indispensable de ello es un espejito que nos sirva para ver su círculo graduado al mismo tiempo que apuntamos.
Aunque no es fundamental, a veces va bien que lleve incorporada en la caja una regla para medir las distancias en el mapa, y una argollita para atar un cordel y colgarla del cuello. Si además la caja fuese de metal no podríamos pedir más, salvo que hablase y nos dijera por dónde ir, pero una de plástico es bastante más barata y sirve perfectamente. Ahora bien, no intentéis ahorrar en los demás detalles porque ahorrar no es comprar cosas que no sirven.
Como complemento va bien tener un pequeño transportador de ángulos y una reglita, sobre todo al empezar, para aprender.
EL EMPLEO DE LA BRÚJULA
La aguja se desvía teniendo cerca un reloj, linterna u otros objetos metálicos, igual que dentro de un automóvil. También la trastorna la electricidad de las líneas, y se ha de emplear con escepticismo si hay cerca una tormenta eléctrica.
Las mismas técnicas que en la orientación sólo con el plano nos permiten localizar montañas, el norte, trazar ángulos, etc. un poco a ojo, se emplean aquí pero con mayor precisión.
Para saber qué ángulo forma una montaña con nosotros y el norte del plano, apuntamos con la brújula hacia la montaña. A continuación, girando el círculo de los grados y mirando en el espejo, que estará levantado 45 grados, hacemos coincidir la señal del norte del círculo con la aguja (fig. 27). Como el norte magnético se encuentra en España unos 5 grados al oeste del norte geográfico o de los mapas, hemos de compensar ese ángulo colocando el norte 5 grados a la derecha siempre que apuntemos la señal del norte del círculo con la brújula, dejándola esos 5 grados a la izquierda. A continuación miramos (en el espejo o directamente sobre el círculo) los grados a los que está desviada la montaña del norte geográfico, ángulo llamado azimut. Al mirar los puntos cardinales en el espejo, tengamos en cuenta que al invertirse la imagen podemos confundirnos. Cuando caminamos por un sendero, trasladando al mapa el ángulo que forma la línea entre nuestra posición respecto al norte y una montaña, encontramos exactamente el punto donde estamos.
Si caminamos campo a través no podemos saber dónde estamos si no cogemos otro punto de referencia, así pues, buscamos el ángulo con otro relieve y también lo llevamos al mapa y donde se cruzan las dos líneas allí estaremos con una aproximación de 500-100 metros. Para una precisión de 10 metros hay que examinar los accidentes del terreno.
No es imprescindible ir por ahí con regla, lápiz, transportador, etc. La misma brújula nos sirve de transportador y unas pajitas rectas subsanan la falta de regla y lápiz.