Desde hace ya algunos años, el ejército de los Estados Unidos trata de hacer frente como puede a un enemigo invisible y con una capacidad inaudita para infiltrarse en sus sistemas electrónicos: los chips falsificados.
Aunque hace años el hardware militar se elaboraba usando componentes propietarios diseñados en exclusiva para el Pentágono, la reducción de costes y la elevada factura de mantener en activo costosísimas máquinas que en ocasiones tienen una vida útil de varias décadas ha obligado a los contratistas a utilizar piezas relativamente comunes en algunos dispositivos, lo que abre las puertas a que se cuelen procesadores e integrados de procedencia dudosa.
Este tipo de hardware, que en no pocas ocasiones tiene origen en China, puede presentar dos problemas: que no funcione como deba o (este es el más grave) que contenga funciones espía. El ejército ya se ha gastado unos cuantos millones de dólares en sustituir piezas que los propios contratistas daban por buenas (un problema que ya conocemos los consumidores de a pie), así que para evitar desastres mayores, está examinando la idea de firmar sus componentes con ADN.
El sistema, desarrollado por una compañía llamada Applied DNA Sciences, utiliza firmas orgánicas creadas a partir del genoma de plantas, virtualmente imposibles de imitar como si fueran hologramas de seguridad. Un simple escáner de mano puede utilizarse para verificar la autenticidad del hardware, y si hiciera falta realizar una prueba más a fondo, también sería posible extraer una muestra del ADN usando un bastoncito.
Con una probabilidad de encontrar un falso positivo por cada billón de firmas, más de un proveedor con ganas de ahorrar unos céntimos se pensaría dos veces eso de comprar sus chips a granel en los mercados de Shenzhen. Al menos hasta que la tecnología avance lo suficiente como para clonar ADN en los bajos de una lavandería…
Fuente: engadget