El pequeño país es conocido por el genocidio que ocurrió en 1994, pero actualmente busca atraer el turismo con sus bellezas naturales
CNN) — Ruanda, la pequeña nación sin litoral puede ser conocida por su violento pasado, pero los funcionarios de turismo esperan, con la ayuda de los gorilas de montaña, que los viajeros vean por sí mismos por qué vale la pena visitar a la “tierra de las mil colinas”.
1. Gorilas de montaña
Ruanda es uno de los tres países en el mundo en donde puede observarse a la población de gorilas de montaña en su estado natural. Además del Parque Nacional de los Volcanes de Ruanda, los gorilas también habitan en el Parque Nacional Mgahinga de Uganda y en el Parque Nacional Virunga de la República Democrática del Congo. Esos parques colindan entre sí, y la zona en donde viven los gorilas de montaña es conocida como Virunga Massif.
El Parque Nacional de los Volcanes está a aproximadamente dos horas de Kigali, la capital de Ruanda. El camino al parque hace obvio por qué se habla de Ruanda como la “tierra de las mil colinas”. La población local cultiva las exuberantes colinas verdes en donde empiezan los recorridos de los gorilas, y en el parque hay cinco volcanes.
El paisaje es impresionante a la distancia, pero puede perder su atractivo cuando empiezas el ascenso para buscar gorilas, los cuales determinarán la altitud y la inclinación de la excursión. El ascenso a la montaña puede ser un reto, con maleza espesa, picaduras de hormigas rojas y ortigas.
Puede requerir de minutos u horas, dependiendo de la ubicación donde los gorilas decidan descansar. “Los gorilas no necesitan visa o pasaporte para viajar de un país a otro”, bromea el guía, mientras dirige a un grupo de ocho turistas por la falda de la montaña.
Los visitantes afortunados verán a los animales alimentándose y avanzar aplastando la maleza mientras sus crías corren alrededor de los gorilas adultos, que avanzan lentamente hacia los observadores declarando ruidosamente su importancia. A los excursionistas no se les permite estar a menos de 10 metros de distancia, pero los gorilas no tienen estas restricciones y pueden avanzar lentamente para estar más cerca, mientras el ritmo cardiaco de los turistas aumenta.
Como en la mayoría de los recorridos para observar la vida silvestre, no hay garantía de poder ver a un gorila, pero las probabilidades son buenas, según Simon Gluckman, presidente de Intrepid Expeditions. “En 11 años nunca he dejado a nadie en Ruanda sin ver a los gorilas”, dice.
Gluckman pide a sus clientes que se preparen para viajes de hasta 2,743 metros sobre el nivel del mar. “Si los gorilas se están moviendo un día en particular y hay alguien que tiene problemas físicos para seguir el paso, podría perdérselos”.
Los visitantes necesitan permiso para esta excursión. El costo es de 500 dólares por persona y los permisos se limitan a 56 al día. Deben comprarse con mucha anticipación y pueden obtenerse a través de la empresa que organiza el recorrido o directamente de la organización que los otorga, la Oficina de Turismo y Conservación de Ruanda. El precio incluye los guías asignados por el parque.
Una vez que ubican a los gorilas de montaña, los visitantes pasarán una hora observando a estos animales increíbles. “Sólo tenemos un recorrido al día que dura una hora, con el fin de darle campo abierto a los animales”, dice Felix Semivumbi, guía en la zona desde hace 24 años.
2. Monos dorados
No son tan conocidos, pero también vale la pena el tiempo para emprender un viaje para ver a los monos dorados de Ruanda, y el precio del permiso es más barato que el de los gorilas: 100 dólares por persona.
Los monos se ubican en el Parque Nacional de los Volcanos. Este recorrido es una buena manera para acostumbrarse a la altitud, que cuando se buscan gorilas puede llegar a oscilar entre 2,134 metros y 2,473 metros de altura.
“Es una caminata más corta para ver a los monos dorados que para los gorilas de montaña”, ya que los gorilas se encuentran en lugares más altos, dice Semivumbi.
A diferencia de los gorilas, quienes se mueven a un ritmo más lento y tienden a descansar en grupo en un solo lugar, los monos mantienen atentos a los turistas. “Son tan rápidos que tenemos que ser rápidos”, dice Semivumbi.
Una vez localizados, puedes seguir a los monos mientras se balancean en las copas de los árboles por encima de ti usando los bambúes como pasamanos.
Sólo hay un recorrido por día para ver a los monos y se traslapa con el de los gorilas, así que no puedes ver el mismo día a los primates grandes y a los pequeños.
Sitios memoriales
Es posible visitar en un día varios sitios de Ruanda que recuerdan el genocidio de 1994.
Aprender la historia del país es importante para entender a la gente y al lugar en que te encontrarás, dice el embajador de Ruanda en Estados Unidos, James Kimonyo.
Ruanda en la actualidad es un lugar diferente al país que una vez dominó las noticias, asegura. “Es uno de los lugares más seguros para visitar”, dice Kionyo. “Puedes salir en la noche sin preocupación”.
Eso no era el caso hace menos de dos décadas cuando estalló la violencia étnica en Ruanda y los hutus asesinaron sistemáticamente a los tutsis en 1994. Era una época cuando las personas asesinaban a sus vecinos y los viejos amigos se convertían en enemigos acérrimos.
“Si me hubieras conocido y realmente te hubieras conocido, no me habrías matado”. Esta cita de Felicien Ntagengwa, un sobreviviente del genocidio, se encuentra en los sitios que recuerdan el genocidio en todo el país, incluyendo el Centro Memorial Kigali.
No debes dejar pasar el Memorial Kigali, ubicado en la capital. Es una perturbadora, pero a la vez honesta, mirada al horrible pasado del país. El centro estima que más de un millón de personas —en su mayoría tutsis, pero también hutus moderados— fueron asesinados en 100 días durante el genocidio.
Las exposiciones presentan a niños como Ariane Umutoni, de cuatro años, quien fue “apuñalada en sus ojos y cabeza”. Afuera, en el callado patio, los restos continúan ubicados en fosas comunes tal como fueron descubiertos.
Muchas iglesias en todo el país ya no son lugares para la oración, sino lugares para rendir respeto a las personas que murieron intentando escapar a la muerte.
En lugar de refugios seguros, algunas iglesias se convirtieron en sitios para encontrar presas fáciles para masacrar.
Nyamata y Ntarama son dos iglesias a aproximadamente una hora de Kigali. Los techos llenos de balazos y la ropa de las personas que murieron son recuerdos de la gente que se refugió en el interior con la esperanza de sobrevivir.
Un guía del Memorial sobre el Genocidio de Nyamata dice que más de 10,000 personas fueron asesinadas en la iglesia y en el área cercana. El patio de Nyamata ahora es una fosa común en donde los sobrevivientes dejan flores recién cortadas. Abajo en la cripta se encuentra una poderosa exhibición de la realidad cuya visión algunos podrían considerar innecesaria: hileras tras hileras de cráneos y huesos.
La gente todavía se está recuperando. Los ruandeses se abrieron a su pasado con el fin de abrazar al futuro.
El turismo es importante para la reconstrucción, dice Kimonyo, y afortunadamente Ruanda tiene suficiente historia natural y cultural para que valga la pena hacer el viaje.
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–¿Y quiénes son estos seres tan ridículos? –dijo un gorila joven a otro más anciano.
–Verás pequeño, estos seres son unos seres un poco extraños que usan ropas y miles de artilugios, ya que son incapaces, por sí mismos de sobrevivir.
–¿Lo dices en serio gorila Anciano?
–Totalmente en serio pequeño. Mira a éste ¿ves eso que lleva encima de la nariz?, creo le ellos le llaman gafas, y por lo que tengo entendido les sirve para ver, ya que han perdido la vista allá donde viven congregados. ¿Ves a ese que lleva un aparato cuadrado en la mano y que se lo lleva a los ojos? Pues es alguien que, creyéndose superior a Nosotros, nos va a llevar ahí dentro de ese cajón para enseñárselo a otros seres de esos esmirriados, para que esos otros seres esmirriados sean conscientes de que nosotros existimos y que ivimos en grupo, no necesitamos ropas o artilugios, que precisamos de muy poco y que, aunque no lo sepan, son ellos los ilusos y es a ellos a quienes contemplamos en su ridiculez.
–¿Lo dices en serio gorila Anciano?
–Totalmente, pequeño, sino, fíjate, por favor, y no te rías, te lo mando.
El gorila Anciano cogió una rama, y, corriendo, se dirigió hacia el grupo de turistas.
Los turistas espantados soltaron las cámaras y todo lo que llevaban encima y no descansaron hasta haber corrido tres kilómetros.
Jajajajajajajaja