El amor a primera vista no es un mito. Todo lo contrario, se trata de una evidencia científica. En el amor, manda la cabeza y no el corazón, según los neurólogos, que calculan que solo tardamos medio segundo en enamorarnos.
En el Día de San Valentín, la Sociedad Española de Neurología reivindica el papel del cerebro en el sentimiento del amor. Con el lema «te amo con todo mi cerebro», sostiene que hasta 12 regiones cerebrales están involucradas en las relaciones y expresiones amorosas. «Es nuestro cerebro el que se enamora», subrayan los especialistas. Una de las regiones de la cabeza que más se estimula con el amor es la de la percepción.
El doctor Jesús Porta-Etessam explica que se tarda tan poco en enamorarse, porque el cerebro solo necesita medio segundo para liberar las moléculas neurotrasmisoras que generan distintas respuestas emocionales
¿Y cuáles son esas respuestas? En la última década se han desarrollado investigaciones que apuntan que el amor libera neurotransmisores como la adrenalina, la dopamina o la serotonina, que están relacionados con el bienestar y la sensación de sentirse liberado, alegre, y feliz.
Los avances en las técnicas de estudio del cerebro a través de imágenes han permitido observar cómo cambia la respuesta neurológica en las distintas etapas del enamoramiento. La doctora Helen Fisher señala que la actividad neuronal es distinta según se trate de amor, apego a la pareja o el deseo.
El cerebro de los hombres y las mujeres no se comporta igual ante el amor. Según los neurólogos, cuando ellos se enamoran desarrollan una mayor actividad en la región cerebral asociada a los estímulos visuales. Mientras, ellas activan más las áreas de la memoria.
También tiene base científica el dicho del amor al odio hay un paso. El doctor Porta-Etessam explica que ambos sentimientos estimulan un conjunto común de zonas cerebrales. La diferencia está en que mientras el amor inhibe parte de las regiones donde se procesan las ideas racionales, el odio las hiperactiva.