Una historia de dos paises: Bahréin y Libia

Las violentas convulsiones sociales desatadas en todos los países del mundo árabe fueron bautizadas como «primavera árabe» por los gobiernos occidentales y sus multimedios globales. Pero es cuando se comparan los casos de Libia y Bahréin que aparece con toda su fuerza el flagrante doble discurso de Estados Unidos, el Reino Unido y la Unión Europea.

Hace un año, dos países musulmanes – Bahréin y Libia – fueron puestos en «modo primavera árabe». Las revueltas comenzaron en Bahréin, un país alineado a los intereses occidentales, el 14 de febrero de 2011. Al día siguiente se desató una revuelta seguida por una guerra e invasión contra la nación Libia de Muammar Gaddafi, un país soberano que no estaba alineado con intereses extranjeros.

La pregunta clave es: ¿Por qué Libia y sus líderes fueron completamente avasallados, bombardeados y asesinados por las potencias occidentales utilizando el engaño de la Resolución 1973 de la ONU seguido por las fuerzas de la OTAN, mientras que a Bahréin se le dio un tratamiento tan suave basado en la comprensión, paciencia y buena voluntad occidentales?

Antes que nada, cabe resaltar que Bahréin y Libia literalmente flotan sobre petróleo. Naturalmente, los gobiernos de Estados Unidos, Reino Unido y Francia – y los muchachos de las grandes petrolerasExxonMobil, Texaco, BP, Shell, Total, ENI, Elf, Chevron que financian y controlan esos gobiernos – jurarán y perjurarán que esto no tiene nada que ver con el petróleo. ¡Que todo lo que ellos quieren es ver a los árabes disfrutar de la «democracia», los «derechos humanos» y del «comercio libre»!

El caso de Bahréin

Manejada por un rey – Shaikh Hamad bin Isa Al Khalifa – y su tío primer ministro Shaikh Khalifa bin Salman Al Khalifa, el gobierno de Bahréin (casi íntegramente en manos de la familia Al Khalifa) inmediatamente reprimió a los manifestantes con inusitada violencia. Tanta, que un mes después (marzo 2011) Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos enviaron tropas para «restaurar el orden»…. y para que EE. UU. pudiera volver a sonreír…

Más torturas, más derramamiento de sangre… Un informe independiente emitido en noviembre pasado por la Comisión de Investigación Independiente de Bahréin concluyó que el gobierno sistemáticamente tortura a prisioneros, comete graves violaciones contra los derechos humanos y se rehúsa a permitir el ingreso al país de organizaciones internacionales de derechos humanos. Por alguna razón, esto jamás parece molestar a los Obama, Cameron y Sarkozy de este mundo. En un momento dado, las cosas se pusieran tan feas que el presidente Obama despachó a su entonces ministro de defensa Robert Gates a Bahréin para ver qué diablos estaba pasando…

Pregunta: ¿Por qué envió EE. UU. al jefe del Pentágono a Bahréin en lugar de, por ejemplo, a la secretaria de Estado Hillary Clinton, quien a mediados de marzo del 2011 visitó Túnez y Egipto para asegurarse que en esos países se instalara «el tipo de democracia que nosotros queremos ver»?
Respuesta: Porque en Bahréin se encuentra la sede de la Base Naval del Comando Central de los Estados Unidos que alberga su Quinta Flota.

De manera que, queridos rey y primer ministro Al Khalifas: tómense su tiempo, rómpanle la cabezas a todos los manifestantes que resulte necesario, ordenen sus asuntos y por favor asegúrense que nuestra flota esté bien y contenta…
Fin de la historia.

El caso de Libia

Libia era gobernada desde largo tiempo por un líder popular y revolucionario – Muammar Gaddafi – quién en la última década de su gobierno había iniciado un reacercamiento con las potencias occidentales y estaba implementado una gradual (¡demasiado gradual!) transición sucesoria a favor de su hijo mayor, Saif al Islam, hombre culto y bien formado.

Gaddafi llegó a organizar reuniones y cumbres con sus socios europeos en una de las cuales – la Cumbre de la Liga Árabe realizada en su ciudad natal de Sirte en septiembre del 2010 – ¡el entonces primer ministro italiano Silvio Berlusconi llegó a besar el anillo a Gaddafi, al mejor estilo de la mafia siciliana!

Pero todo eso llegó demasiado tarde. Los Gaddafi cometieron el peor error que puede cometer un país hoy en día: confiaron en las potencias occidentales. ¡Hay una gran lección en esto!

© Desconocido

Contrariamente a Bahréin, que es la sede de las fuerzas navales estadounidenses en la región; o de Egipto, que está alineado con los intereses geopolíticos de Israel; o de Arabia Saudita, Kuwait, Qatar y Emiratos Árabes Unidos, que son verdaderos campos de juego para las grandes petroleras occidentales, la Libia de Gaddafi usaba sus ingresos petrolíferos en beneficio del pueblo libio.

También tenía un banco central totalmente independiente de las injerencias del Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, del Goldman Sachs, del Banco Central Europeo, del FMI, de JPMorganChase, HSBC…

Hasta habían llegado a planear el uso de una nueva moneda de oro – el Denario Oro, con verdadero valor intrínseco – para comercializar el petróleo norafricano, lo que hubiera desplazado las monedas-papel sin valor intrínseco como el dólar estadounidense y el euro, ambos enormemente erosionados para salvar a los megabancos que gobiernan a Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea, cosa que hoy China ha comprendido tan claramente. En pocas palabras, Libia era un país soberano, cosa intolerable para las potencias occidentales…

Para colmo de males, ni bien empezaron las revueltas hace justo un año, lo primero que hizo Gaddafi fue acusar a uno de los hijos favoritos de Occidente: ¡Osama bin Laden y su Al Qaeda! Sí, ya se: parece que los medios occidentales olvidaron informarnos que el primer país que emitió una orden de detención internacional a través de Interpol contra Osama bin Laden fue… ¡Libia!

Efectivamente, Gaddafi ordenó esa medida luego que Osama y sus traviesos muchachos de Al Qaeda entrenados por la CIA asesinaran a varios alemanes en Libia por allá del año 1998 (sólo el canal de noticias SkyNews lo mencionó discretamente el 2 de mayo del 2011).

Claro, aquello fue antes de que se empezara con la cantinela de «Al Qaeda bombardeó nuestras embajadas en Kenia y Sudan, voló el destructor USS Cole, y llevó a cabo los ataques del 11 de septiembre del 2001».

¡Pequeño papelón embarazoso para EE. UU., Reino Unido e Israel! Especialmente ahora que Al Qaeda une sus fuerzas a los «luchadores por la libertad» sirios en contra del presidente Assad…

¡Casi se los puede ver peleando codo-a-codo junto a los senadores estadounidenses John McCain y Joe Lieberman, quienes recientemente hicieron un apasionado llamamiento al gobierno de Obama para que EE. UU. «le dé armas a los rebeldes sirios».

¡Qué extraño mundo! ¿No? Todas estas revueltas violentas, bombas, guerras civiles, invasiones y asesinatos en nombre de la «democracia» y la «libertad», donde las potencias occidentales y sus multimedios globales pretenden decirnos con su poderosa voz quienes son los «buenos» y quienes los «malos», pero…

¿Están hoy los árabes mejor que hace un año? ¿Son más felices hoy los egipcios y los bahreiníes? ¿Están mejor hoy los libios, sirios y yemeníes? ¿Les llegó la «primavera árabe» a los pobres palestinos?
¿Hay hoy más paz, soberanía y verdadera democracia en esa atribulada región del planeta?

Que el lector dé una segunda mirada a lo que está ocurriendo en Medio Oriente y en el mundo; que piense con su propio cerebro y no con el cerebro de los Dueños del Poder Global… Verá entonces que las cosas son muy distintas a lo que nos quieren hacer creer.

http://es.sott.net/articles/show/11701-Una-historia-de-dos-paises-Bahrein-y-Libia

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