El problema de seguir pensando en mañana aún cuando llegó y es hoy

Me asombra observar a quienes viven más del deseo que de la realidad misma, como si tuviesen miedo a ser felices. Personas que tardan un año en planificar vacaciones para luego estar peleados cuando éstas suceden, quizá porque uno pidió una valija más grande y el otro no le hizo caso. Personas que reclaman amor toda si vida y cuando llega esa persona perfecta para ellos, no se atreven a seguir adelante por vagas indecisiones. Personas que luchan toda su vida ahorrando moneda por moneda para tener su hogar y nunca lo disfrutan porque comienzan a quejarse por temas menores.

También están los opuestos, aquellos quienes viven deseando repetir algo del pasado que difícilmente se vuelva a repetir:“Juntémonos de nuevo para ver si repetimos aquella vez que nos divertimos tanto.”, “Veamos una película juntos para ver si volvemos a sentir lo mismo.”. Intentar duplicar esta clase de hechos se torna casi imposible debido a que son los factores emocionales los que influyen y no los mecánicos.

Nos han programado tanto para vivir de lo que deseamos y no de lo que vivimos que, cuando nos enfrentamos a la felicidad misma o a la oportunidad de ella, no la reconocemos. No vivimos en felicidad porque no disfrutamos el momento, esa situación que puede ser irrepetible, el ahora, lo que somos hoy y la dicha que ésto conlleva.

¿Y si dejamos un poco de lado nuestros orgullos, esa estúpida imagen de nosotros mismos tan grande que bloquea todo tipo de ingreso de realidad y a la vez impide salir a nuestro yo verdadero?¿Qué pasaría en ese caso? ¿Nos sentimos vulnerables? ¿Creemos que el otro nos tomará por estúpidos por mostrarnos tal cual somos? Y si es así, ¿cuál es el problema? ¿Es un conflicto del observador o del observado?

¿No será liberador para nuestra mente y conciencia dejar todo eso de lado? ¿Es más cómodo levantarse todas las mañanas y ponerse un complejo disfraz para salir a la calle o tan solo salir con total normalidad, con lo que nos haga sentir cómodos?

Esta situación también representa un problema de tiempo: si yo no me muestro y disfruto hoy tal cual soy, ¿cuándo lo haré? ¿Cuándo seré genuino? ¿Somos como dice el dicho, “hoy no se fía, mañana sí”?

Realmente ocupar tanto espacio en nuestra cabeza con el pasado (recuerdos, nostalgia) y con el futuro (deseos, proyecciones) nos deja poco tiempo para el presente. A tal punto que, como decía al principio, tenemos enfrente momentos únicos y no los gozamos.

Somos seres humanos y como tales tenemos incorporado lo que muchos llaman el “pensamiento deseoso”, pero también tenemos la maravillosa oportunidad de darnos cuenta de ello.

http://lucasraffablog.wordpress.com/2012/02/16/el-problema-de-seguir-pensando-en-manana-aun-cuando-llego-y-es-hoy/

Un comentario en “El problema de seguir pensando en mañana aún cuando llegó y es hoy

  1. Está muy bien. Aún así, en cuanto al deseo, este no es el problema. Es natural desear.

    No tiene la culpa el sentimiento del deseo. Es más, cualquier sentimiento que nace en el corazón (y no en el cerebro, como ya va quedando claro hasta a los cernificos) es natural.

    Lo que no es natural es cualquier impulso ‘cerebral’ convertido en guión.

    Y son facilisimos de detectar. Repiten.

    Fuera del guión y de la repetición está el presente, y la creatividad asociada al mismo, y la tan deseada conexión con el ser interior-exterior, lo genuino.

    La matrix, simulación, engaño, pared gris, el sistema, etc. etc…., se fortalece cuando nos culpamos a nosotros mismos y aplaude cuando nos ve luchando contra nuestros deseos.

    En cambio pierde repentinamente su color, se debilita y cae delante de nuestros pies cuando rompemos sus ladrillos repetidos con la sorpresa del presente genuino.

    Es simple.

    Abrazos,

    Miguel

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