La tensión sube en la región, alimentada por los indicios de una guerra ya desatada en las sombras -atentados, sabotaje a sitios nucleares y asesinatos selectivos de científicos vinculados al programa atómico iraní- y por el nuevo fracaso de una misión de la Agencia Internacional de Energía Atómica a Irán y las noticias de un avance importante en el programa de enriquecimiento de uranio del régimen islámico.
De acuerdo a muchos observadores, si Israel decide finalmente optar por la vía militar para frenar el avance de Irán hacia la fabricación del arma nuclear, debería hacerlo en el momento más intenso de la campaña presidencial estadounidense, cuando al presidente candidato Barack Obama no le quedaría más remedio que respaldar tal iniciativa a riesgo de ser duramente criticado por sus contrincantes republicanos que rivalizan en la defensa de Israel. Además, una encuesta del Pew Research Center reveló que 58% de los norteamericanos estaría a favor del uso de la fuerza militar para evitar que Irán se dote de armas nucleares.
El 23 de febrero, un columnista del New York Times señaló que, «contrariamente a 2003, cuando el gobierno Bush había presentado a Irak como una amenaza inminente, los funcionarios de la administración Obama y los miembros de la Inteligencia parecen tender a moderar los ardores guerreros».
El temor de los Estados Unidos, dice el New York Times, es el de verse forzado a tener que terminar el «trabajo» iniciado por otros. El general Martin Dempsey, jefe de Estado Mayor conjunto de las fuerzas armadas norteamericanas, previno a Israel de que sería «desestabilizador» proceder a un ataque ahora.
El 18 de febrero pasado, su par del ejército israelí, el general Benny Gantz, había dicho: «Israel es el garante central de su propia seguridad. Es nuestro rol como ejército. El Estado de Israel debe defenderse solo». Pero, ¿tiene ese país la capacidad militar para lanzarse solo a un ataque contra Irán? ¿Y cómo sería tal operación?
Una campaña contra Irán sería muy diferente a las operaciones que Israel llevó adelante en el pasado contra un reactor nuclear en Irak (1981) y contra otro en Siria (2007). En ambos casos se trató de golpes quirúrgicos en países que estaban en un estadio de desarrollo muy incipiente en materia atómica.
Según el New York Times, la eventual operación israelí debería golpear a los cuatro principales sitios nucelares de Irán: Natanz, Fordo, Arak e Ispahan. Coincide con este análisis un artículo del diario Asia Times, reproducido por Courrier International, que explica que el programa nuclear iraní no está concentrado sino disperso en todo el país (como lo muestra la infografía que elaboró ese medio y que se reproduce aquí), en un número de sitios no del todo conocido que varía de 12 a 20. «Las instalaciones fueron construidas teniendo en cuenta las capacidades norteamericanas e israelíes», advierte el periódico, según el cual los iraníes saben por ejemplo que Israel posee bombas anti-bunker inteligentes de fabricación estadounidense.
El corazón del programa atómico iraní es la usina de Natanz, ubicada en el centro del país. Las centrifugadoras están instaladas bajo tierra en una estructura reforzada. Israel no podría limitarse a atacar ese único sitio, dice el Asia Times. También debería dañar la usina de enriquecimiento de uranio de Fordo, cercana a Qom, más reciente y altamente fortificada, ya que está construida en el flanco de una montaña; la de Ispahan, de conversión de uranio, y la de Arak, de producción de agua pesada, además de otras centrifugadoras cercanas a Teherán.
Para ello, los aviones de combate israelíes deberían atravesar más de 1.500 kilómetros sobre territorio hostil (Siria, Arabia Saudita, Jordania); se trata de ataques que, si no fuera del alcance de Israel, si tensarían al límite sus capacidades, debido tanto a la distancia como a la amplitud del ataque.
«Ni siquiera los planificadores y comandantes del ejército israelí creen que Israel pueda destruir completamente las capacidades nucleares de Irán», escribió un periodista del diario israelí Haaretz, citado por Le Monde, quien pone en boca de oficiales israelíes la reflexión de que un solo ataque no bastaría y que «sólo podrían retrasar los planes iraníes dos o tres años como máximo».
Entre Israel y Natanz, la distancia es de 1.609 kilómetros. Al no haber frontera común entre ambos países, Israel deberá sobrevolar espacio aéreo extranjero. Para llegar a Irán, Israel tiene tres rutas posibles: una por el norte, sobrevolando Turquía; otra por el sur pasando por Arabia Saudita y la tercera y más corta, por Jordania e Irak, de acuerdo al citado artículo de Le Monde. Esta última sería la más probable, ya que Irak no dispone más de defensa antiaérea tras el retiro de los estadounidenses.
Según el artículo de Asia Times citado, los misiles de alcance medio Jerico I ó III estarían en condiciones de alcanzar Natanz, pero para ello deberían ser aligerados y por lo tanto sus cabezas quizá no logren atravesar el suelo para destruir los reactores. El hecho de que la central de Natanz esté enterrada bajo una capa de cemento de diez metros y que la de Fordo haya sido construida en una montaña incide en el tipo de proyectil que deberá usar Israel. Pero difícilmente opte por cargas nucleares -además de las dificultades de transporte sería una opción políticamente delicada- por lo que le debería apelar a las bombas antibunker de 2.250 kilos tipo GBU-28.
Queda por lo tanto la opción del envío de cazabombarderos F-15 y F-16. ¿Qué alcance real tiene esta flotilla? El primero de estos aviones puede recorrer unos 4.450 kilómetros si lleva sus reservorios llenos «y podría extender aún más su radio de acción reabasteciéndose en vuelo», dice el Asia Times. Y agrega: «El F-16 tiene un radio de acción más grande que le permitiría a la aviación israelí atacar objetivos situados bien al interior del territorio iraní sin tener que reabastecerse». «Queda por saber por dónde pasarán los aparatos para alcanzar objetivos situados 332 kilómetros adentro del territorio iraní», se interroga el diario. Cualquiera de las rutas posibles implica un viaje de casi 2.000 km. Arabia Saudita no podría no detectar el vuelo de los cazas israelíes, pero difícilmente quiera involucrarse. Lo mismo vale para Jordania.
Otros cálculos difieren con esto. Según Le Monde, los F-151 y F.161 de fabricación norteamericana que posee Israel (unos 125 son de última generación, adquiridos entre 1996 y 2009), tienen un alcance inferior a los 3.000 kilómetros ida y vuelta que necesitarían recorrer para este ataque. Según Haaretz, Israel dispone además de entre 8 y 9 aviones-cisterna para reabastecer a sus cazas de combustible en vuelo, cada uno con capacidad para proveer a 8 modelos F-16 ó a cuatro F-15. Esto limita el número de aviones que pueden ser usados al mismo tiempo y podría obligar a dividir el ataque en varias olas. Además los aviones cisterna deben ser protegidos por otras aeronaves de combate, lo que eleva el número total de aviones necesarias a casi 100.
La fuerza armada israelí tiene también otros nueve escuadrones de modelos antiguos de F-16 y F-15, lo que lleva el total de sus aviones de combate a 350, es decir, una fuerza aérea de combate superior a la de Gran Bretaña o Alemania.
Finalmente, la operación debería ir acompañada de ataques preventivos en la frontera con el Líbano, en Gaza y quizá en Siria, para evitar réplicas con misiles iraníes desde esos territorios.
Queda por saber si la flota aérea israelí podría cumplir la misión abasteciéndose a sí misma. El radio de alcance de su ofensiva dependerá de la cantidad de blancos fijados, del perfil de la misión y del armamento con el cual cargue sus aviones -determinado también en parte por la cantidad de carburante y las chances de reabastecerse en el trayecto.
Según el Asia Times, sea cual sea el recorrido elegido, hay unos 300 kilómetros de más, por lo cual las opciones son reducir el armamento o reabastecerse en vuelo, operación delicada considerando que deberá hacerse en espacio hostil. Haaretz concluye por su parte que una campaña así «movilizaría toda la capacidad del ejército israelí», pero sigue estando a su alcance.
A favor de Israel está el hecho de que la defensa antiaérea iraní es algo anticuada, aunque no inservible. En 2010, los rusos se negaron a vender a Teherán su sistema avanzado de misiles S-300. Pero aún así, habrá que prever el contragolpe de Irán, que puede ir desde operaciones de represalia hasta decidir una aceleración de los tiempos de su programa atómico, ya que una sola incursión difícilmente alcance para que las instalaciones queden dañadas al punto de no poder ser reparadas.
«Irán no es Siria, que se dejaba bombardear en septiembre de 2007 sin poder replicar», recuerda el sitio Médiapart, en un artículo que analiza las opciones de contraataque del régimen islámico. Teherán ha desarrollado «material militar en gran cantidad, gracias a ingenieros de alto nivel», dijo a ese medio francés Jean-Vincent Brisset, director de investigación del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicos (Iris).
Aún así, no está claro que Irán pueda contraatacar a Israel con eficacia, considerando el nivel alcanzado por ese país en materia de defensa antiaérea. Queda descartado que Teherán pueda realizar un ataque por sorpresa con cazabombarderos contra territorio israelí. Tampoco sería factible hacerlo por el Mar Rojo o el Mediterráneo, estrechamente vigilados por los Estados Unidos.
Irán posee misiles balísticos de unos 1.200 kilómetros de alcance que en teoría podrían alcanzar el territorio israelí, los Shahab 3 que desarrollaron localmente con ayuda de los rusos, chinos y norcoreanos. Pero además de ser de escasa precisión, enfrente se encontrarán con baterías de misiles Patriot y el sistema antimisiles Arrow 3 con el cual Israel puede contrarrestar totalmente la amenaza iraní.
Queda la guerra en las sombras. Teherán negó toda responsabilidad en los atentados recientes en Georgia, India y Tailandia contra objetivos diplomáticos israelíes. Pero Pierre Razoux, del colegio de defensa de la OTAN, dijo a Médiapart: «Esto forma parte de la guerra secreta entre Israel e Irán: ‘Yo elimino tus científicos y tú tratas de eliminar a mis diplomáticos'».
Irán podría apelar a sus aliados en Líbano y Gaza, el Hezbollah y Hamas respectivamente, para que intensifiquen la guerra de guerrillas contra Israel. «En Israel, los militares no son todos favorables a una ofensiva contra Irán, porque saben bien que éste tiene la capacidad para hostigar durante un período muy largo sus intereses y apuntar a sus turistas, embajadas, naves y aeronaves- donde sea que estén, agregó Razoux. También observo que los israelíes están poniendo en marcha una capacidad de segundo golpe, que les daría los medios de replicar a un primer ataque, incluso nuclear o químico. Es la razón por la cual sus nuevos submarinos, difícilmente detectables, están sin duda equipados de misiles nucleares. Enfrente, cabe precisar que los iraníes están todavía lejos de tener una herramienta creíble: una bomba atómica no basta, hay que poder miniaturizarla, luego vectorizarla (lanzarla), lo que constituye un salto tecnológico importante. (…) La relación de fuerzas sigue siendo desproporcionada en favor de Israel, al menos a mediano plazo».
En conclusión, una operación contra Irán no es imposible pero sí conlleva muchos riesgos -no ser del todo eficaz y desencadenar un largo período de represalias, entre otras-, sin olvidar que la amenaza nuclear de Teherán todavía es imprecisa.
Fuente: http://america.infobae.com/notas/45176-Puede-Israel-lanzarse-solo-a-atacar-a-Iran