Policía alemana destruyó datos que incriminaban a importante grupo neonazi

El escándalo que rodea a la más activa y peligrosa organización ultraderechista de la Alemania de la última década, la llamada Clandestinidad Nazi (NSU), no deja de aumentar. Ahora se sabe que una semana después del descubrimiento de la célula y del suicidio de dos de sus tres miembros, el 4 de noviembre del año pasado, la policía secreta destruyó información vital sobre el caso.

Así lo ha reconocido el jefe de la oficina de investigación criminal (BKA), Jörg Ziercke, máximo responsable policial, ante una comisión de investigación del Bundestag, cuyos miembros no salen de su asombro. Siete archivadores que contenían información reunida a lo largo de seis años por la policía política (BfV), central y regional, así como de la inteligencia militar (MAD) sobre la escena neonazi de la región de Turingia, en el este de Alemania, fueron destruidos pocas horas antes de que tuvieran que ser entregadas a las autoridades judiciales.

Los archivadores tenían la información recogida entre 1997 y 2003 sobre la Thüringer Heimtaschutz (THS), la asociación neonazi de aquella región -plagada de infiltrados y colaboradores de la policía- de la que nació la célula NSU, autora de numerosos atentados. La célula estaba compuesta por tres jóvenes: Uwe Mundlos, Uwe Böhnhardt y Beate Zschäpe. El propio jefe de la THS, Tino Brandt, era informante de la policía. En los archivadores había los datos facilitados por los informantes sobre las actividades del grupo.

A lo largo de una década, Mundlos, Böhnhardt y Zschäpe asesinaron a nueve inmigrantes y una mujer policía, atracaron catorce bancos y realizaron dos atentados con bombas en barrios con gran presencia de inmigrantes en los que ocasionaron decenas de heridos, sin que la policía lograra relacionar todos estos crímenes, ni identificar a los autores ni sus motivaciones políticas.

El 4 de noviembre del 2011, tras un atraco en la ciudad de Eisenach, Mundlos y Böhnhardt, los dos varones de la célula, fueron encontrados muertos por herida de bala en el interior de su camioneta. La versión oficial fue que se suicidaron ante su inminente detención. El mismo día Beate Zschäpe hizo volar por los aires la vivienda que el grupo utilizaba en la localidad de Zwickau y el 8 de noviembre se entregó a la policía.

En la camioneta se encontró el arma con la que se mató a la mujer policía en el 2007, y entre los restos de la vivienda apareció la pistola utilizada en los nueve asesinatos de inmigrantes cometidos entre el 2000 y el 2006. Cuatro días después de que Zschäpe se entregara, la policía del BfV destruyó los siete archivadores que contenían la información de los infiltrados.

Esta desconcertante secuencia alimenta las conjeturas sobre si los neonazis estaban en la nómina de la policía, o sobre una zona gris que se perfila entre actividades criminales y colaboración o infiltración de la policía en ellas. “¿Pertenecía alguna persona del entorno del grupo de asesinos a las fuentes del servicio secreto?”, se preguntaba el viernes el diario berlinés Die Tageszeitung.

Rafael Poch / La Vanguardia

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