EL AGUJERO ESTRELLA DE VOLDA

Varios periódicos, tanto locales como nacionales, trataron de encontrar la solución, pero ninguno ha tenido éxito.

El viernes 30 de noviembre de 2007, un grupo de trabajadores de la empresa  K.A. Aurstad Volda procedía a la ejecución de diferentes excavaciones para la realización de un estacionamiento perteneciente a una clínica de reciente construcción. Todo parecía discurrir normalmente en este enclave situado cerca de un acantilado de dura roca en la pequeña localidad noruega de Volda, ubicada en el condado de  Møre og Romsdal, hasta que uno de los trabajadores percibió algo extraño cuando estaba en el interior de una zanja y retiraba sedimento del suelo, después de haber cavado un par de metros en la montaña y cortar grandes trozos de roca. Ante sus ojos apareció un desconcertante orificio con forma de estrella de siete puntas de unos 6 cm de diámetro, del que destacaba unas perfectas formas regulares y con un fondo con la superficie muy suave y pulida.

Ubicación del pueblo de Volda en el condado de  Møre og Romsdal (Noruega).

Una vez comunicado el hallazgo a sus compañeros y responsables de obra, se procedió a excavar en profundidad para descubrir la longitud y el origen de tan sorprendente agujero. Una pala excavadora profundizó ante la atenta mirada de los empleados de la K.A. Aurstad  hasta cuatro metros en las entrañas de la roca sin llegar a averiguar dónde acababa, pues el mismo orificio con forma de estrella se adentraba como un pequeño túnel en dirección a las montañas próximas al acantilado del fiordo de forma insistente y tozuda. El túnel iba más allá, a través del suelo con un ángulo de 20-30 grados hacia abajo pero,  lamentablemente, el agujero estaba cubierto de barro a lo largo de su recorrido y su despeje y limpieza resultaba difícil, necesitándose el empleo de muchas horas de trabajo. En muchos años de profesión de los allí presentes, nadie daba crédito a tan sorprendente hallazgo. No recordaban nunca jamás haber encontrado algo ni remotamente parecido.

Lejos de quedar en el olvido, el suceso corrió como la pólvora en el pequeño pueblo de Volda. Varios periódicos del país escandinavo, tanto locales como nacionales se hicieron eco rápidamente de la noticia,  y estuvieron largo tiempo interesados tratando  de encontrar la solución, pero ninguno tuvo mucho éxito. Después, poco a poco, el tema fue quedando en el olvido. Durante el tiempo de seguimiento e investigación del caso participaron gran cantidad de expertos en geología, ingeniería e incluso los vecinos más viejos del pueblo. Estos últimos aseguraron que la última vez que había habido alguna actividad de construcción en la zona fue en los años 50, cuando parte de la montaña fue remodelada para crear plazas de aparcamiento. Posteriormente no se volvió a efectuar ninguna obra en sus inmediaciones, tal como constataban también los registros municipales.  De cualquier forma, el agujero fue encontrado a varios metros dentro del borde de la zona donde se llevó a cabo la construcción anterior. Próxima también a esta misma área, los registros rescataron la existencia de una cantera en los años 30 del pasado siglo, que suministró material a distintas localidades de la región durante algunos años.

Arriba el desconcertante orificio con forma de estrella de siete puntas de unos 6 cm de diámetro. Abajo lugar donde se descubrió el agujero o entrada al mini túnel.

Si bien esta información fue suficiente para “desinflar” la enigmática existencia del agujero de Volda, dando una posible explicación a su realización por la mano del hombre entre los años 1930 y 1950, no fueron pocos los especialistas que tras un estudio detallado del agujero, descartaron dicha hipótesis. Se sabía de la utilización de martillos neumáticos que empleaban hasta seis piezas unidas de broca que podían ser montadas de forma horizontal formando así un agujero, y así un taladro que girase y martillease con seis puntas podía dejar una forma parecida. Pero ¿cómo se explicaba la enorme longitud del agujero que es imposible para cualquier herramienta de este tipo aún hoy en la actualidad? Por no hablar ya de las variaciones de ángulo en su recorrido o la perfección en el pulido interior del orificio, que contrasta notoriamente con el realizado por una broca, o también las siete y no seis puntas que conforman en toda su extensión conocida dicho agujero. Además ¿qué explicación o utilidad podría haber tenido semejante orificio en una obra en los años 50 o cantera en los años 30?

En estas instantáneas se puede apreciar dos secciones del túnel que mantienen en todo momento la misma forma y proporciones. Aproximadamente 4 metros del agujero fueron excavados en la montaña inicialmente para tratar de localizar su origen. Su verdadera longitud constituye todo un enigma. En la parte superior de la montaña había una capa de arcilla y tierra, que según los vecinos nunca habían sido tocados.

Algunos geólogos se decantaron por la posibilidad de una formación natural del túnel de Volda, producido por un cristal que fue disuelto posteriormente por el agua durante miles de años y que dio por azar la espectacular apariencia al agujero que hoy podemos contemplar. El cristal se habría producido cuando un líquido formó lentamente un sólido; esta formación puedo resultar de la congelación de un líquido, el depósito de materia disuelta o la condensación directa de un gas en un sólido.
Los ángulos entre las caras correspondientes de dos cristales de la misma sustancia son siempre idénticos, con independencia del tamaño o de la diferencia de forma superficial.
La mayor parte de la materia sólida muestra una disposición ordenada de átomos y tiene estructura cristalina. Ahora bien, en ningún caso estos mismos geólogos pudieron explicar como el agujero se adentraba en la montaña de forma recta, tal como si puede hacer un cristal, para  luego desviarse a la derecha de manera intencionada.

Por sorprendente que parezca y a pesar de no existir pruebas claras sobre el origen del agujero estrella de Volda, se ha preferido correr un tupido velo, aceptando sin más la creencia de que su realización se debió en algún momento a la mano del hombre en el pasado siglo, o en el peor de los casos a una caprichosa forma esculpida al azar en la dura roca por la naturaleza. Porque, si no, ¿qué otra causa posible podría haber sido capaz de ejecutar tan increíble y absurda tarea a nuestros ojos?

Ejemplo de formación de cristales gigantes en Las Cuevas de Naica, ubicadas en una mina al sur del estado mexicano de Chihuahua, que alberga una de las más increíbles maravillas naturales que existen: la llamada Cueva de los cristales. Descubiertas hace ahora diez años, el interior de las cuevas posee la mayor colección de cristales gigantes del mundo, piezas que llegan a alcanzar en algunos casos los once metros de longitud, aunque la mayoría ronda los seis, y varias toneladas de peso. Este espectacular «capricho» de la naturaleza se fue creando durante un largo periodo de tiempo de aproximadamente 200.000 años y fue posible gracias a los cambios en el clima , que pasó de húmedo a seco en varias ocasiones, según parece indicar el agua atrapada en los cristales. Estos sucesivos cambios de clima húmedo-salado terminaron con el paso de los años por proporcionar el calcio suficiente para crear estos gigantescos cristales. Como curiosidad cabe destacar que la temperatura en el interior de la cueva ronda los 50º centígrados y la humedad está cerca del 100%, lo que impide a sus visitantes permanecer en su interior por un tiempo superior a las dos horas.

Algunos geólogos han tratado de explicar la formación del agujero-túnel de Volda, por la formación de uno de estos cristáles. En contra de dicha hipótesis se presentaría la enorme longitud del túnel de Volda, su continua y constante forma regular, pero sobre todo sus cambios de dirección a lo largo de su trayectoria.

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